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El ladrón osado que sólo ingresaba a robar en lugares "importantes"

Un joven oriundo de Chile está acusado de haber protagonizado un llamativo raid delictivo en Córdoba.

19/09/2025 | 11:33Redacción Cadena 3

FOTO: Robo de celulares y notebooks en Córdoba. (Archivo)

Francisco Javier Vargas Martínez nació el 9 de mayo de 1993 en la ciudad de Santiago de Chile. Hace unos años, cruzó la Cordillera, para instalarse en el corazón de la Argentina, en Córdoba. Junto a su pareja, alquiló una casa en la avenida Don Bosco, de barrio Los Robles, donde la única referencia que tenían de él sus vecinos hacía referencia a su país de origen. “El Chileno”, como le decían, no era más que eso. Un hombre joven, de perfil bajo, que siempre vestía más que bien y que solía moverse en vehículos costosos. Alquilaba un departamento, que tenía un ingreso independiente, al fondo de otra propiedad. Pero, cuando se quería indagar un poco más, los residentes de la misma cuadra terminaban por reconocer en, en realidad, poco y nada era lo que sabían de él.

Su novia sí conocía la verdad. Porque una vez, él no anduvo con vueltas cuando ella intentó enderezar su rumbo torcido. “No dejaré de robar, de eso vivo, nadie me puede cortarme las alas, ni decirme q tengo que hacer”, le envió en un mensaje. Y, en la misma conversación, agregó su propia descripción: “Yo soy ladrón y lamentablemente lo hago de toda la vida y de eso vivo”.

Pero no se trata de un ladrón cualquiera. En la investigación que lidera el fiscal Juan Pablo Klinger, según apuntaron las fuentes policiales que participaron, en el mismo organigrama que tiene como epicentro a Vargas Martínez se unen blancos demasiados llamativos: el Ministerio de Economía de la Provincia de Córdoba, la Universidad Siglo 21, un edificio de oficinas y el Hotel Quinto Centenario.

¿Por qué Vargas Martínez, tal como se sospecha, elegía estos lugares para concretar los robos de computadoras y otros aparatos electrónicos? ¿Sólo iba por el valor de reventa de estos objetos o acaso alguien más les encargaba alguna información que pudieran almacenar? Los investigadores le han dado demasiadas vueltas al asunto. Y, por ahora, concluyen que a este joven sólo lo motivaba la adrenalina de ir a robar en lugares en los que nadie pensaría que pudiera animarse a hacerlo.

Hace un año, el 26 de septiembre pasado, Vargas Martínez fue acusado de haber ingresado, simulando ser un alumno más, en el campus de la Universidad Siglo 21 ubicado frente al Aeropuerto de la ciudad de Córdoba. Tras recorrer los diferentes edificios, en el segundo piso de uno de ellos, forzó una puerta y se llevó la computadora y el celular del decano de Ciencias Aplicadas, Carlos Alberto Ramonda.

Cuando estaba por irse, a un guardia le llamó la atención su actitud, por lo que junto a un policía lo interceptaron dentro del mismo campus. Al abrir su mochila, encontraron la notebook y el celular que el Ramonda reconoció como propios.

Vargas Martínez quedó detenido, pero en los primeros días de aquel octubre volvió a la calle. Hasta entonces, su planilla prontuarial estaba limpia, por lo que la acusación por un hurto no justificaba una prisión preventiva.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Poco más de un mes después, regresó a mostrar que lo suyo eran los robos osados. Siempre según la investigación, el 8 de noviembre al mediodía, logró filtrarse en el interior del Ministerio de Economía de Córdoba, en la sede de la Secretaría de Administración Financiera, ubicada en Concepción de Arenales 54, Nueva Córdoba. Como de costumbre, de porte impecable, con remera, mochila, jean y zapatillas negras, caminó por los pasillos sin levantar sospechas.

Trepó al primer piso, ingresó en la oficina de la Dirección de Innovación y Proyectos, aprovechando que las puertas estaban sin medidas de seguridad, y se llevó una notebook del Gobierno de Córdoba.

Recién cuando el Director General de Innovación y Proyectos, Alcides Giordano Ramírez, regresó de almorzar, se dio cuenta del robo. 

Al revisar las cámaras internas, el funcionario constató que el extraño había caminado por buena parte del edificio (cochera, subsuelo, plata baja, primer y segundo piso), que se detenía a hablar con diferentes personas, hasta que al final, subió al segundo piso, ingresó en esa oficina y luego de unos pocos segundos, se marchó.

Sólo 10 días después, Vargas Martínez fue por más. De acuerdo a la causa en su contra, sería él el delincuente que ingresó en el edificio de la Bolsa de Comercio, en calle Rosario de Santa Fe 231, pleno Centro, para robar en oficinas ubicadas en diferentes pisos. En el segundo, logró irrumpir en un estudio jurídico, de donde se llevó cinco millones de pesos, 500 dólares y cuatro notebooks.

No conforme con esto, siguió subiendo. Fue al quinto piso, donde funciona la sede del Colegio de Traductores. De la oficina de Capacitación, se apoderó de otra notebook. De allí, continuó con su recorrido delictivo, ya que fue al decimotercer piso, donde funciona una firma, de la que se llevó varios cheques.

Menos de un mes después, el 12 de diciembre, la acusación sostiene que Vargas Martínez se infiltró en el Hotel Quinto Centenario, de la avenida Duarte Quirós, aprovechando que se estaba desarrollando una conferencia tecnológica. Siempre según la investigación, el ladrón aprovechó que los asistentes se habían retirado a almorzar, por lo que se coló en el salón de convenciones y se llevó dos notebooks, tres laptops y otros elementos electrónicos.

Cuando todos volvieron, descubrieron el robo. A esa altura, el ladrón ya se había marchado. Sólo les quedó el consuelo de descubrirlo a través de las cámaras se seguridad: de pelo corto, vestía pantalón de gabardina blanco, zapatillas negras con suela blanca, camisa azul con pintas blancas y una mochila gris.

Fue gracias al GPS de unos auriculares robados que los policías llegaron hasta el domicilio de Vargas Martínez, en la avenida Don Bosco. Allí, al ingresar, encontraron ropa que coincidía con la que llevaba el ladrón observado en los videos del hotel.

Y se descubrió entonces, además, que el chileno tenía un local de reparación, desbloqueo y venta de teléfonos celulares y computadores, ubicado en la avenida Colón al 200, pleno Centro de la ciudad de Córdoba. 

En total, entre los dos domicilios, se secuestraron 17 teléfonos de alta gama. 

Luego se constató que al menos cuatro de ellos habían sido robados: uno, a un asistente al concierto que Divididos había brindado en septiembre de aquel año en Quality Espacio; otro, en un recital en Rosario; y otros dos, en eventos ocurridos hace algunos años.

Aún todas las causas en su contra estaban desperdigadas en diferentes fiscalías. Todavía se ignoraba el presunto vínculo de Vargas Martínez con el robo en el Ministerio de Economía y en el edificio de la Bolsa de Comercio.

El chileno ensayó la misma coartada que suele reproducirse cuando se encuentran celulares robados en locales de reparación de este tipo de aparatos: que un cliente, desconocido, lo había dejado para arreglar y que ignoraba el real origen de ese teléfono.

Hoy, en la ciudad de Córdoba pululan en los barrios locales para reparar celulares. Algunos de ellos, sostienen los investigadores, sólo son una "pantalla" para reducir los teléfonos que a diario se roban en la Capital cordobesa. Se los "enfría" allí justamente por si los aparatos cuentan con algún sistema de seguimiento.

Ante ardides de este tipo, siempre es importante el olfato (y las ganas de trabajar) de las fiscalías y los investigadores.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Si bien en ese momento, Vargas Martínez fue acusado de encubrimiento, por lo que quedó en libertad, la investigación lejos estuvo de concluir. Si no, todo lo contrario. 

La fiscalía comenzó a rastrear los robos con la misma modalidad delictiva. Y, así, se descubrió el mismo patrón en los casos del Ministerio de Economía y en el edificio de la Bolsa de Comercio. Los sabuesos policiales comenzaron a rastrear las cámaras, y cotejaron con las imágenes de los otros dos casos, en del Hotel Quinto Centenario y el de la Universidad Siglo 21.

Fue entonces que el fiscal concluyó, junto a otras pruebas, de que se trataría del mismo ladrón. En todos los casos, la modalidad delictiva había sido la misma: un solitario ladrón, intentando pasar inadvertido, que ingresaba en oficinas y se llevaba computadoras y otros elementos de valor.

Pero a esa altura, Varga Martínez se había ido de Córdoba. Luego se descubriría que a veces utilizaba la identidad de su hermano, que simulaba otros domicilios y, sobre todo, que ahora se había radicado en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, no llegó muy lejos. En Capital Federal fue atrapado por otro robo similar.

Ahora, el fiscal Klinger le sumó todos los delitos y ordenó su prisión preventiva. 

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