El gigante de la agricultura mundial
Uno de los integrantes de la gira realizada por El Campo Hoy remarca los contrastes y similitudes de la agricultura del país vecino, y señala su potencial para la generación de alimentos.
09/05/2025 | 16:07Redacción Cadena 3
Ing. Agr. Rodrigo Tauro, Monte Maíz (Córdoba).
Brasil es un país inmenso, con una población enorme y recursos vastos y diversos: café, arroz, algodón, azúcar, frutas de todo tipo. Sin embargo, todavía no encuentran el rumbo.
Una gran parte de la sociedad vive absorbida por el sistema, sin generar valor a cambio. Se observa pobreza en muchas formas, sobre todo en los pueblos costeros, con escaso desarrollo en la infraestructura básica. Aunque paradójicamente conviven con helicópteros que funcionan como taxis.
El sector agropecuario es una locomotora; ya que cuando se les da libertad de acción, responden con toneladas y toneladas de cosecha de un semestre al otro. Aunque altamente dependientes de insumos, tienen serios problemas de logística. Una lluvia prolongada puede dejarlos literalmente "haciendo agua" cuando intentan retomar la cosecha. Brasil tiene grandes extensiones con baja integración logística, poca conexión entre vías marítimas que no se pueden dragar fácilmente por restricciones ambientales y una red ferroviaria insuficiente. Por eso el grueso del movimiento lo hacen en camiones.
Las pequeñas extensiones de campo trabajan mucho con Cooperativas, pero los grandes jugadores tienen su propia planta de acopio y secado. Su rentabilidad depende en buena parte del volumen, porque la producción implica altos costos. El caso del flete, y un caso no menor, es corrección del suelo, manejo de PH, aplicación de cal, fertilizante.
Ellos tienen suelos pobres en materia orgánica, ácidos, lavados de nutrientes, a excepción de lo que es el hierro que abunda, y que cuando se oxida le da ese color rojo característico de los suelos de Brasil. El resultado termina siendo un rinde muy elástico, es decir, extremadamente sensibles a esas variables.
Cualquier evento que afecte una etapa clave, impacta de lleno en el margen neto. El cultivo estrella es la soja, luego le sigue el algodón, que es cultivado principalmente por grandes empresas por su alto costo de inversión, digamos que es algo similar a lo que ocurre aquí con el maní. Y por último el maíz, que tiene dificultades para expresar todo su potencial por razones agronómicas y climáticas.
Un punto alto es la institucionalidad del sector. Lograron consolidar a APROSOJA (Asociación de Productores de Soja y Maíz) en Mato Grosso; una organización financiada con un pequeño aporte de cada venta de granos.
Se trata de una institución respetada y defendida por los propios productores, porque reconoce que gran parte del desarrollo productivo logrado se debe a su trabajo.
Brasil es un país que vive bajo la mirada global, cuestionado por el uso del monte. Entonces, APROSOJA se convirtió en el estandarte de las buenas prácticas agrícolas (BPA). Porque si partimos del reconocimiento que todo sistema genera un impacto ambiental, el verdadero desafío no es eliminar ese impacto, sino hacer que cada unidad producida sea eficiente, sostenible y con un valor social.
Producir más y mejor con menos huella en el camino. Y ahí es donde APROSOJA juega fuerte articulando la comunicación campo y ciudad.