Pollo Díaz y la orquesta Benjaminos: cómo la música transformó Villa La Tela

En 2006, un grupo de amigos de Córdoba se reunió con la idea de levantar un salón comunitario en Villa La Tela. No tenían recursos, pero sí la convicción de hacer algo por los chicos del barrio. Una simple encuesta cambió el rumbo del proyecto: cuando se les preguntó a los niños qué querían hacer en su tiempo libre, además del fútbol y el rugby apareció una respuesta inesperada: “violín”.

De ese deseo nació la Asociación Civil Benjaminos, fundada por Walter “Pollo” Díaz, elegido Cordobés del Año. Lo que comenzó en 2013 con seis violines donados, hoy es una orquesta social por la que pasaron más de mil jóvenes y que mantiene vivo un lema que se volvió bandera: “Un niño que toca un violín no toca un arma”.

“Los padres al principio no creían que sus hijos pudieran aprender. Decían ‘son brutos’. Y al poco tiempo los vieron tocar en la Basílica de la Merced. Se emocionaron. La música les abrió la cabeza a los chicos y también a las familias”, recuerda Díaz .

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La música como refugio y como futuro

El proyecto no solo ofrecía un instrumento y un profesor: exigía a los participantes que permanecieran escolarizados. “Siempre estuve en contra de dar sin pedir nada a cambio. La primera contraprestación fue terminar el secundario”, explica Díaz. Gracias a esa condición, muchos jóvenes de la orquesta no solo completaron sus estudios, sino que hoy cursan carreras universitarias en arquitectura, criminología y profesorado de música.

La historia de Paloma refleja el espíritu de Benjaminos. Proveniente de un hogar atravesado por la violencia y las adicciones, encontró en la orquesta un espacio de contención y un futuro. “Al principio rompía cuerdas todas las semanas, le costaba estudiar. Hoy está en el profesorado de música y tiene su propio lugar para vivir y ensayar”, cuenta orgulloso el fundador.

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De la villa al Teatro Libertador

Con un repertorio que va de Mozart a Los Auténticos Decadentes, los Benjaminos lograron subir al escenario del Teatro Libertador y llenar de música espacios que antes les resultaban lejanos. En su recorrido, la orquesta mezcló chicos de la villa con otros de clase media, en un cruce que Díaz define como “una polarización positiva: los de la villa se ven capaces de llegar más lejos, y los otros aprenden a valorar y compartir desde otro lugar”.

Hoy, alrededor de 160 chicos integran el proyecto. Además, la fundación extendió su acción a los adultos mayores llevando abuelos de geriátricos a las aulas para leer cuentos y compartir experiencias con los más jóvenes.

El próximo 1 de noviembre, Díaz llevará la experiencia al escenario de TEDxCórdoba, con un mensaje claro: “Todos podemos ser el Pollo de nuestro barrio. Se trata de escuchar al otro, sentirlo como uno mismo y hacer algo por él. No podemos pasar por la vida sin transformar el entorno”.

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