Accesibilidad urbana: un derecho esencial para la inclusión social en ciudades
En nuestro país hay leyes que fijan criterios de accesibilidad y determinan cómo deben ser las veredas, rampas y edificios públicos para que sean utilizables por todos.
15/08/2025 | 13:01Redacción Cadena 3
Día a día, muchas personas se enfrentan a una barrera invisible que dificulta la manera de moverse y participar en la vida en la ciudad: la falta de accesibilidad. Esta problemática es un tema de derechos del que es necesario hablar y debatir ya que nos compete a todos.
La accesibilidad urbana es el conjunto de condiciones y características que debe tener el espacio público, la infraestructura y el transporte de una ciudad para que todas las personas, sin importar sus capacidades, puedan desplazarse, orientarse y disfrutar de manera autónoma y segura los entornos, bienes y servicios urbanos. En este sentido la accesibilidad beneficia a todas las personas incluyendo a las personas con discapacidad, mujeres embarazadas, personas mayores, mamás o papás con cochecitos, etc. En definitiva, una ciudad accesible beneficia a toda la comunidad.

Construir ciudades accesibles no es un gesto de buena voluntad, es un derecho reconocido por leyes y tratados internacionales. Uno de los más importantes es la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que establece que los Estados deben garantizar que las personas puedan vivir de forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida. Además, en nuestro país hay leyes como la Ley 22.431 y la Ley 24.314 que fijan criterios de accesibilidad al medio físico. Estas normas determinan cómo deben ser las veredas, rampas, señalización, transporte y edificios públicos para que sean utilizables por todos.

Si bien en los últimos años ha habido importantes mejoras en cuanto a la accesibilidad en las ciudades, aún sigue faltando camino por recorrer. Las barreras más comunes que nos encontramos en las ciudades son: veredas en mal estado, falta de rampas, falta de ascensores adaptados, falta de señalización accesible como carteles en braille, pictogramas o semáforos sonoros.
Los invito a que miremos a la ciudad con otros ojos, poniéndonos en el lugar de otras personas y generando nuevas oportunidades de circulación más inclusivas. Tomemos conciencia de que con solo aportar un granito de arena entre todos podamos construir y no destruir.
Otro aporte clave es incluir a personas con discapacidad en las decisiones sobre urbanismo y espacio público. Escuchar sus experiencias y necesidades garantiza que las soluciones no sean solo formales, sino realmente funcionales.




