A terapia, montados en búfalo

Marcelo González es tambero en la zona de San Martín de las Escobas, en el sur santafesino. Movido por su pasión por los animales, un par de años atrás decidió incorporar tres búfalos en el campo.

Y, lejos de la idea que muchos tienen sobre estos animales, los ejemplares lo sorprendieron por su receptividad, inteligencia y conexión con el ser humano. A partir de entonces los están utilizando para trabajar con personas con capacidades diferentes.

“Es ideal para personas ansiosas o estresadas: es un animal rumiante que baja su ritmo cardíaco; transmite paz y tranquilidad”, resume Marcelo en diálogo con EL CAMPO HOY.

Paso a paso

Consultado sobre los inicios, recuerda que arrancó “casi sin querer, traje 3 búfalos para mi tambo, como mascotas. Y fui viendo que eran muy mansos, inteligentes; que los chicos interactuaban con ellos fácilmente y con mucha afinidad. Por eso decidí empezar con la terapia”.

Pero el tema se le fue de las manos. Al punto que tuvo que empezar a decir que no, ante una demanda que creció fuerte en toda la región. “Era complicado organizarme, porque venía mucha gente a conocer los búfalos, a veces hasta 50 personas en el campo”.

De allí que a partir del mes que viene lo van a programar con dos o tres chicos con un seguimiento personalizado y documentar los resultados. Hasta ahora, con los chicos autistas es con quien vimos los mejores resultados” afirma.

Mala imagen

Marcelo admite que, a simple vista, es un animal que se asocia con África, que mata leones, y es agresivo. En estado salvaje son muy potentes, tienen la fuerza de cinco caballos. “Pero a la vez es muy inteligente, y si le demostrás cariño te devuelve lo mismo”, asegura.

A los chicos hiper activos los relaja, los calma, jugar en le agua les gusta mucho.

Objetivos

“Yo soy de bajos recursos, pero mi idea es hacer una pileta para que puedan jugar con los animales. Son animales de agua, y a quién no le gusta jugar en el agua”, reconoce con una sonrisa.

Ayer participó de un zoom con especialistas en búfalos de otros países, que se vieron atraídos por la propuesta. “Me invitaron a dar una charla desde Venezuela en la que se iba a hablar de búfalos y me pude sumar. Iba a ser de 15 minutos y terminó siendo de dos horas. Mi compañera se encarga de la parte terapéutica. También nos invitaron a un simposio en noviembre en Paraguay, también a Venezuela y Costa Rica”.