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Córdoba: el brutal asesinato del ex policía, a juicio

A menos de un año del salvaje asalto ocurrido en barrio Alto Alberdi, elevaron la causa contra dos de los tres acusados.

21/01/2022 | 09:36Redacción Cadena 3

Crimen policía Alto Alberdi

FOTO: Crimen policía Alto Alberdi

Crimen policía Alto Alberdi

FOTO: Crimen policía Alto Alberdi

Alejandro Emanuel "Coquito" Molina, buscado por el crimen del policía retirado.

FOTO: Alejandro Emanuel "Coquito" Molina, buscado por el crimen del policía retirado.

  1. Audio. Elevan a juicio el caso del ex policía asesinado en Alto Alberdi

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“¡Quedate quieto! ¡Callate la boca!”. El imperativo tenía la forma de una pistola en la mano derecha.

Soledad Andrea Ortiz intentó sujetar del brazo a su novio, el policía retirado Jorge Argüello (52). Tres hombres habían irrumpido en medio de la oscuridad de aquella medianoche del 8 de marzo último, en Alto Alberdi, y sin mayores preámbulos comenzaron a exigirles las lleves del auto Peugeot 308 en el que la pareja acaba de llegar hasta el edificio ubicado en Pedro Goyena al 200. Argüello se había bajado sólo para despedir a su novia en la vereda, momento en el que todo cambiaría para siempre. La mujer pronto se dio cuenta que él no se iba a dar por vencido de manera simple. Y que intentaría resistirse, pese a que esa noche no llevaba su arma reglamentaria encima. Por eso intentó sujetarlo. Pero no hubo forma.

En segundos, el policía retirado ya estaba luchando contra los delincuentes, que buscaban ingresar en el auto para llevárselo. La primera detonación se escuchó cuando Argüello intentaba que no cerraran la puerta del conductor. Las otras dos, cuando los delincuentes ya habían arrancado y llevaban al dueño del auto arrastrando, aferrado al vehículo. A los pocos metros, Argüello cayó al pavimento, mientras las gomas del Peugeot chirriaban antes de perderse de vista.

El hombre se sentía sin aire. Pensó que era por el asma, por lo que le pidió a su novia el aparato. Pero no lo tenía: había quedado adentro del rodado. En realidad, tenía dos heridas de bala: una en la pierna derecha y la otra en el tórax. Jamás lo pudo saber: ese último proyectil le había perforado un pulmón. Murió ahí mismo, instantes después.

El auto, el botín por el que los delincuentes lo mataron, fue encontrado 48 horas después abandonado a unas 20 cuadras de allí, en barrio Los Naranjos.

Con detectives de Robos y Hurtos y de Homicidios, esa misma madrugada comenzaba una investigación criminal compleja, liderada por el fiscal Rubén Caro. El primer cotejo de las cámaras de seguridad del sector, en medio de una noche cerrada, aportaba pocas certezas.

Fue necesario, entonces, que los investigadores abrieran el radio de la búsqueda de imágenes. Y, como dice el refrán, el que busca, encuentra. Hallaron una imagen de esa noche, minutos antes del crimen, de cuatro personas que iban caminando a escasas cuadras de la escena del asesinato. Los policías se decidieron a tirar de ese hilo: en otra cámara, segundos después, aparecían sólo tres, el mismo número de los delincuentes que atacaron a Argüello y a su pareja.

Llevaron las imágenes a analizar con la Policía Judicial y encontraron la nitidez que pretendían: la cuarta persona que aparecía y luego desaparecía en esa secuencia era una mujer.

Con esta pista, rastrearon la zona y terminaron por identificarla. Ella se había ido de allí en un remise. En realidad, vivía en Los Naranjos, a sólo 100 metros de calle Espora al 1800, donde 48 horas después del crimen habían localizado, abandonado, el auto de Argüello.

Fue ese dato el que permitió llegar al principal sospechoso: Jorge Enrique Rivero, un hombre de 40 años, oriundo de barrio Marechal, próximo al lugar donde mataron al policía retirado, cuyo prontuario indica que pasó varios años en prisión por diferentes delitos. Más años preso que en el colegio, ya que ni terminó el primario. Expareja de la mujer de Los Naranjos, con quien tiene un hijo en común, cuando los investigadores posaron la lupa sobre él, se dieron cuenta con que “había desaparecido de los lugares que solía frecuentar”, frase hecha con la que los policías suelen indicar que el sospechoso está escapando.

El 27 de marzo a la noche, fue atrapado en barrio Escobar. Los policías acaban de allanar dos domicilios del otro lado del río, en Marechal y Villa Páez, pero no lo habían localizado. Justo a tiempo había alcanzado a huir. Pero estaba a pie y con lo puesto. Un patrullero lo interceptó cuando caminaba por una calle en busca de algún nuevo refugio.

Días después, cayó detenido Gonzalo Fabián Ludueña (26), otro vecino de Alto Alberdi, próximo al lugar del crimen.

Hay un tercer acusado, aún prófugo: Emanuel Molina.

A fines de 2021, el fiscal decidió elevar la causa ajuicio. Rivero y Ludueña deberán responder por el delito de homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego.

Además de las imágenes y otros cotejos visuales, en la causa figuran diferentes testigos que aseguran que los sospechosos habrían confesado entre sus íntimos su participación en el asalto que terminó en asesinato.

Entre estos testimonios, figura el de un hombre que aseguró haber escuchado a Rivero mientras dialogaba con una mujer. Su relato es revelador para la investigación: “Al acercarse escucha que V. le dice a Rivero ´¿qué moco te mandaste?’ a lo que Rivero le manifiesta ‘no me acuerdo, debo haber andado drogado, como el cuarto día recién me di cuenta, esa noche andaba con Romina, con Gonzalo y con 'Coquito' pero Romina no tuvo nada que ver porque se tomó un taxi’”.

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