Quemad las naves
03/11/2011 | 17:11Redacción Cadena 3
En el año 335 A.C. al llegar a la costa de Fenicia Alejandro Magno debía enfrentar una de sus más grandes batallas.
Al desembarcarse se dio cuenta, de que los soldados enemigos eran tres veces más, que su gran ejército. Sus hombres estaban atemorizados y no encontraban motivación para enfrentar la lucha. Habían perdido la fe y se daban por derrotados antes de empezar.
El temor había acabado con aquellos guerreros invencibles.
Cuando Alejandro Mago hubo desembarcado a todos sus hombres en la costa enemiga dio la orden de que fueran quemadas todas sus naves.
MIentras los barcos se consumían en las llamas y se hundían en el mar, reunió a sus hombres y les dijo: Observen como se queman los barcos. No nos queda ootra opción que vencer, porque si no ganamos, no tenemos manera de volver a nuestros hogares. Si no vencemos ninguno de nosotros podrá ver de nuevo a su familia. Solo hay dos opciones morir o vencer. Debemos salir victoriosos salir victoriosos de esta batalla, porque si queremos regresar, solo hay una única forma, en los barcos de nuestros enemigos.
Cuántas veces la falta de fe, el temor y la inseguridad, nos hace permanecer atados a lo que llamamos seguro, pero al mismo tiempo nos impide avanzar y conseguir nuevos objetivos. La seguridad nos hace renunciar a cambios, a los sueños, a nuestros anhelos más profundos y a las ilusiones que están guardadas en lo más hondo de nuestro corazón.
Cuántas veces la seguridad de tener algo nos hace renunciar a la posibilidad de conseguir mucho más. Cuántas veces lo que tenemos fácilmente a nuestro alcance nos impide crecer haciendo que la seguridad se convierta en mediocridad, fracaso y monotonía.
Por supuesto, el ejército de Alejandro Magno venció en aquella batalla, regresando a su tierra a bordo de los barcos tomados al enemigo. Porque todo es posible, todo se puede lograrse. El amor y la fe nos dan la fuerza necesaria para obrar milagros en nuestras vidas, si así lo deseamos., siempre que sepan a dónde van y por qué.
Los mejores hombres no son aquellos que han esperado las oportunidades, sino quienes les han buscado, les han creado y les han aprovechado.
Los inconformistas inician su éxito donde otros acaban de fracasar. Para ellos, ningún camino es demasiado difícil.




