Modernización laboral, capítulo impuestos y trabajo: qué sabemos
15/12/2025 | 14:20Redacción Cadena 3
Cada vez que aparece la palabra "modernización" asociada al trabajo, las redes se llenan de opiniones cruzadas, temores y expectativas. No es casual. El proyecto de modernización laboral que comenzó a circular —todavía en formato de borrador— no solo aborda cuestiones de empleo, sino que incorpora un capítulo impositivo que amplía el alcance del debate. Y ahí es donde empiezan las preguntas de fondo.
Estamos hablando de una iniciativa extensa, de más de 70 páginas y más de 180 artículos, imposible de resumir en una sola columna. Pero sí vale la pena detenerse en algunos ejes clave. El primero es la formalización del empleo. El proyecto propone incentivos concretos, como la reducción de contribuciones patronales de entre 2 y 3% durante 48 meses para nuevas contrataciones. En un país con más del 40% de informalidad —y con un crecimiento de ese fenómeno del 22% en los últimos 13 años—, cualquier estímulo a registrar empleo suena, al menos en el papel, razonable.
En esa misma línea aparece un blanqueo laboral para trabajadores no registrados, con quita de intereses y punitorios. Es una señal clara de que el problema está diagnosticado. La pregunta, como siempre, es si el remedio alcanza o si llega tarde. Porque formalizar no depende solo de bajar costos, sino también de la previsibilidad económica general.
Otro capítulo sensible es el de la flexibilidad. Se introducen figuras como el banco de horas, que permite compensar horas extra con descansos, siempre por acuerdo colectivo. También se habilita el fraccionamiento de vacaciones en períodos de siete días, ampliables por acuerdo. La idea de conciliar vida laboral y personal aparece como argumento central. En teoría, más opciones pueden significar mejores acuerdos. En la práctica, dependerá mucho del equilibrio real entre empleador y trabajador.
El tema indemnizaciones abre uno de los debates más ásperos. El proyecto contempla la creación de un fondo laboral con una contribución cercana al 3%, similar al esquema de la construcción. Esto aporta previsibilidad, pero también encarece el costo laboral. Al mismo tiempo, redefine la base de cálculo de las indemnizaciones, excluyendo conceptos como aguinaldo, vacaciones o almuerzos, lo que probablemente reduzca los montos ante despidos sin causa. ¿Más previsibilidad o menos protección? La respuesta no es lineal.
El capítulo impositivo también tiene su peso. Se eliminan impuestos internos sobre seguros, telefonía celular y satelital, bienes suntuarios, joyas, monedas extranjeras, embarcaciones, aeronaves y ciertos vehículos. Además, se eximen los rendimientos de plazos fijos en moneda extranjera. El mensaje parece claro: aliviar cargas y estimular ciertas decisiones de consumo y ahorro. Falta ver el impacto fiscal y si estos alivios se traducen en actividad real.
¿Esto va a generar más trabajo? Primero, hay que ver qué queda del borrador después del Congreso. Segundo, la modernización laboral no se mide por la cantidad de artículos, sino por la cantidad de empleos creados.
Y ahí entra en escena la PyME, especialmente la más chica, la de dos o tres empleados. Esa PyME que hoy duda antes de contratar por miedo al costo, al juicio futuro o a la incertidumbre económica. ¿Este proyecto la blinda lo suficiente como para animarse a tomar a alguien más? Todavía no lo sabemos.
Modernizar no debería ser solo flexibilizar relaciones laborales. También debería significar habilitar a las empresas para contratar sin miedo, con reglas claras y estables. Esa parece ser la esencia que el proyecto intenta transmitir. Pero, como tantas veces en la Argentina, la clave no estará en el anuncio, sino en la letra final.





