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Milei prefiere el "touch and go"

   

18/12/2025 | 13:01Redacción Cadena 3

Perspectiva Nacional

Javier Milei. (Foto: NA)

FOTO: Javier Milei. (Foto: NA)

  1. Audio. Milei prefiere el "touch and go"

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Javier Milei gobierna a "touch and go". No es una definición frívola ni una metáfora sobre su vida personal, sino una descripción bastante precisa de cómo el Presidente concibe hoy el ejercicio del poder. Acuerdos breves, funcionales, descartables. Sin compromisos duraderos. Sin socios estables. Sin alianzas que impliquen compartir identidad o proyecto más allá de una votación puntual.

La sesión del miércoles en el Congreso volvió a confirmarlo. Milei atraviesa, probablemente, su mejor momento político desde que asumió. El triunfo electoral del 26 de octubre reforzó una convicción que ya traía desde antes: no necesita aliados permanentes. Mucho menos socios con derecho a reclamar. Su estrategia es otra: absorber dirigentes, sin preguntar demasiado de dónde vienen, siempre y cuando acepten una condición central y excluyente, ponerse la camiseta de La Libertad Avanza.

El mensaje fue explícito para figuras clave del oficialismo ampliado. Luis Petri, Patricia Bullrich y otros dirigentes solo pueden seguir dentro del Gobierno si rompen con sus partidos de origen y se integran formalmente al espacio libertario. No hay lugar para coaliciones ni frentes electorales. Mauricio Macri lo comprobó temprano: propuso una alianza de gobierno en los meses posteriores a la elección presidencial y todavía espera una respuesta que, a esta altura, parece no llegar nunca. Mientras tanto, el PRO fue perdiendo dirigentes y cohesión, absorbido parcialmente por el oficialismo y debilitado como fuerza autónoma.

Esta lógica implica, en los hechos, un quiebre con el sistema de alianzas electorales que dominó la política argentina durante los últimos 25 años. Milei ensaya un regreso —forzado o deliberado— a un esquema de partidos más puros, sin coaliciones estables, pero con una enorme fragilidad parlamentaria que se intenta compensar con acuerdos circunstanciales.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Eso es exactamente lo que ocurre hoy en el Congreso. El Presidente no tiene aliados: tiene votos prestados. Acuerdos que duran lo que dura un proyecto. El presupuesto es el ejemplo más reciente. El Gobierno logró aprobarlo, una prueba difícil que Milei no había podido superar en sus dos primeros años. Pero el acuerdo estuvo lejos de ser completo. En el mismo paquete se le cayó la anulación de la asistencia a las universidades y a las personas con discapacidad. Los mismos bloques que acompañaron el presupuesto votaron en contra de esos artículos.

Y ahí apareció la sorpresa política de la jornada. Terminada esa votación, Milei cerró un acuerdo distinto, con actores completamente distintos. Para la designación de los representantes de la Cámara de Diputados en la Auditoría General de la Nación, el oficialismo votó junto al kirchnerismo. El bloque libertario y el bloque que responde a Máximo Kirchner coincidieron para habilitar, entre otros, el ingreso de Juan Ignacio Forlón, hombre del kirchnerismo, además de una representante libertaria y otro integrante vinculado al gobernador salteño Gustavo Sáenz.

El mensaje fue contundente: no hay amigos ni enemigos permanentes, solo conveniencias temporales. Hoy se acuerda con el PRO y el radicalismo; mañana, con el kirchnerismo. Todo depende del proyecto en discusión. Touch and go en estado puro.

Este método no es, en sí mismo, ni virtuoso ni condenable. La pregunta relevante es si funciona. Porque el que más tiene para perder en este esquema es el que más poder concentra: el Presidente. Cada acuerdo circunstancial deja heridos, resentimientos y desconfianza en quienes creyeron ser aliados y descubren, tarde, que solo fueron votos útiles por una noche.

La próxima estación es la reforma laboral. El Gobierno ya anticipa que usará el mismo mecanismo: negociación caso por caso, ley por ley, voto por voto. Sin garantías de continuidad. Sin compromisos a largo plazo.

Milei aprobó una prueba clave con el Presupuesto 2026. Pero gobernar a "touch and go" implica vivir al borde del despegue permanente. Y no siempre hay pista suficiente para volver a aterrizar.

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