La misteriosa caja blanca: los secretos que Benedicto XVI legó a Francisco
El fallecido papa Bergoglio admitió que contenía “las situaciones más difíciles y dolorosas” de la Iglesia. Casos de abusos, corrupción, oscuros intereses y fechorías dentro de la Iglesia.
23/04/2025 | 10:47Redacción Cadena 3
En un gesto cargado de simbolismo y secretismo, el papa emérito Benedicto XVI entregó en 2013 al recién electo papa Francisco una caja blanca repleta de documentos comprometedores sobre la Iglesia Católica, según reveló el propio Francisco en su autobiografía Esperanza.
Este episodio, ocurrido poco después de la elección de Francisco en la residencia papal de Castel Gandolfo, ha desatado especulaciones sobre los oscuros secretos que guarda el Vaticano y su impacto en el futuro de la Santa Sede.
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Según relata Francisco, Benedicto XVI le confió una gran caja blanca con las palabras: “Todo está aquí”.
Los documentos, descritos como relacionados con “las situaciones más difíciles y dolorosas”, abarcan casos de abusos, corrupción, oscuros intereses y fechorías dentro de la Iglesia.
“He llegado hasta aquí; he tomado estas medidas, he apartado a estas personas”, le habría dicho Benedicto, delegando en su sucesor la responsabilidad de enfrentar estos desafíos.
El traspaso de la caja blanca se enmarca en un contexto turbulento para el Vaticano. Durante el pontificado de Benedicto XVI (2005-2013), la Santa Sede enfrentó el escándalo Vatileaks, que expuso conflictos internos, corrupción y mala gestión financiera.
Además, las finanzas vaticanas, bajo el escrutinio por presunto blanqueo de dinero, llevaron a la destitución de Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Banco Vaticano entre 2009 y 2012.
Estos antecedentes sugieren que los documentos podrían incluir información crítica sobre esos episodios, aunque su contenido exacto permanece en el misterio.
Francisco, en su libro, expresó sentirse “llamado a asumir la responsabilidad de todo el mal cometido por algunos sacerdotes”.
Sus encuentros con víctimas de abusos sexuales le mostraron las devastadoras consecuencias de estos crímenes, reforzando su compromiso con la transparencia y la reforma.
Sin embargo, no ha revelado detalles específicos sobre los documentos ni las acciones concretas que tomó al respecto, lo que alimenta las incógnitas sobre el alcance de los secretos contenidos en la caja.
La pregunta que resuena ahora es si esta caja blanca, con su carga de verdades incómodas, será entregada al próximo papa tras el cónclave que elegirá al sucesor de Francisco.
El precedente establecido por Benedicto XVI, quien rompió siglos de tradición al renunciar en 2013, podría convertir este acto en una práctica para los futuros pontífices, para asegurar que los problemas más graves de la Iglesia no queden enterrados.
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Mientras el Vaticano se prepara para un nuevo capítulo, la caja blanca sigue siendo un símbolo de los desafíos que enfrenta la Iglesia Católica: una institución milenaria que lucha por reconciliar su misión espiritual con las sombras de su propia historia.
Lo que Benedicto XVI legó a Francisco no fue solo un conjunto de documentos, sino un peso moral que definirá el rumbo de la Santa Sede en los años por venir.