Fuego cruzado: ¿Intervendrá Estados Unidos mientras Israel ataca a Irán?
El conflicto se intensifica mientras altos generales iraníes son abatidos. La incertidumbre sobre la respuesta de EE.UU. crece frente a la inestabilidad regional y la fragilidad del régimen iraní.
19/06/2025 | 01:46Redacción Cadena 3
DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos (AP) — A medida que los ataques israelíes eliminan a altos generales iraníes y destruyen defensas antiaéreas, surge la pregunta sobre si el presidente Donald Trump incrementará la intervención de Estados Unidos en la disputa.
Trump ha criticado en el pasado lo que denomina "estúpidas guerras interminables" de sus predecesores, como las de Afganistán e Irak. Sin embargo, con un Irán aparentemente debilitado, la posible participación estadounidense podría dañar decisivamente su programa nuclear o incluso poner fin a su régimen teocrático de más de 40 años.
“Yo podría hacerlo, o podría no hacerlo”, afirmó Trump ante periodistas en la Casa Blanca al ser consultado sobre si ordenaría un ataque estadounidense. “Quiero decir, nadie sabe lo que voy a hacer”.
No obstante, los esfuerzos recientes de Estados Unidos por reorganizar el Medio Oriente mediante la fuerza han sido marcados por fracasos costosos y lecciones amargas para quienes consideren nuevas intervenciones.
El éxito inicial a menudo es efímero
Las fuerzas especiales de Estados Unidos y sus aliados afganos lidiaron con la expulsión de los talibanes del poder y la persecución de Osama bin Laden en la post-guerra del 11 de septiembre. Las fuerzas estadounidenses ingresaron a Bagdad semanas después de la invasión de 2003 que llevó al derrocamiento de Saddam Hussein en Irak.
Ambas guerras se prolongaron por años.
Los talibanes lanzaron una insurgencia por dos décadas y recuperaron el control tras una retirada desorganizada de EE.UU. en 2021. El desplome del régimen de Saddam sumió a Irak en un caos, con enfrentamientos entre insurgentes suníes y milicias chiíes, además de las fuerzas estadounidenses.
Israel podría tener éxito en debilitar las defensas antiaéreas y el programa nuclear iraní. Sin embargo, aún quedaría un ejército numeroso, incluida la Guardia Revolucionaria y las fuerzas Basij, cruciales en la represión de protestas en los últimos años.
Las fuerzas de infantería son clave, pero no garantizan el éxito
Los ataques aéreos no suelen ser suficientes por sí solos. Por ejemplo, el dictador libio Moamar Gadafi resistió una campaña aérea de la OTAN durante siete meses en 2011 hasta ser acorralado y asesinado por rebeldes.
A día de hoy, no existen grupos insurgentes en Irán capaces de desafiar a la Guardia Revolucionaria y es complicado imaginar una invasión terrestre de las fuerzas israelíes o estadounidenses en un país montañoso de 80 millones de habitantes, cuatro veces más grande que Irak.
Un eventual cisma en las fuerzas de seguridad iraníes podría dar lugar a una insurgencia, aunque podría desencadenar una guerra civil en el país.
También está el interrogante de cómo reaccionarían los ciudadanos iraníes.
Las manifestaciones recientes evidencian que muchos consideran a su gobierno corrupto y represor, anhelando su caída. Sin embargo, la última invasión extranjera, la iraquí de 1980, unió a la población en defensa de su país.
Actualmente, muchos parecen optar por mantenerse en silencio o abandonar la capital.
Cuidado con los grupos de oposición en el exilio
Algunos de los defensores más fervientes de la invasión de Irak por parte de EE.UU. eran figuras de la oposición en el exilio, quienes al regresar fueron marginados por grupos leales a Irán.
Existen varios grupos de oposición iraníes en el extranjero, pero carecen de unidad y no hay claridad sobre su apoyo interno.
La figura más cercana a un líder opositor sería Reza Pahlavi, hijo del sha derrocado durante la Revolución Islámica de 1979. Sin embargo, muchos iraníes guardan recuerdos de la represión del sha y algunos podrían rechazar a Pahlavi por su cercanía a Israel, especialmente si accede al poder con el apoyo de una invasión extranjera.
El caos está prácticamente garantizado
En Afganistán, Irak y Libia, al igual que en Siria y Yemen tras sus levantamientos populares de 2011, se estableció un patrón común: surgieron grupos armados con agendas conflictivas y países vecinos respaldaron a sus representantes locales. Se produjo un ingreso masivo de armas y una gran cantidad de civiles se convirtieron en refugiados. En varios casos, las luchas derivaron en guerras civiles totales y grupos extremistas emergieron del caos.
La historia nos dice que al final de estos conflictos, los regímenes no necesariamente se reemplazan por gobiernos favorables a EE.UU. o a Israel. Saddam fue sustituido por un gobierno a menudo tan corrupto como el anterior, y Gadafi dejó un país desolado dominado por milicias, muchas de las cuales están alineadas con potencias extranjeras. Finalmente, los talibanes recuperaron su dominio.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
[Fuente: AP]




