Tomó las riendas de la metalúrgica familiar para apostar al trabajo local
Tras el retiro de su padre, Magalí Granollers tomó el mando del taller familiar en Rincón de los Sauces y lo modernizó para competir en plena expansión de Vaca Muerta.
28/11/2025 | 14:21Redacción Cadena 3
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Audio. Salvó la metalúrgica familiar de cerrar y le dio una nueva vida en Neuquén
La Argentina Posible
En Rincón de los Sauces, en el corazón de la industria petrolera neuquina, una historia de persistencia y arraigo se abre paso entre máquinas, bulones y tornos. Magalí Granollers, diseñadora industrial de 33 años, decidió hacerse cargo de la metalúrgica familiar cuando su padre —después de cuatro décadas de trabajo— pensaba en bajar la persiana. No pudo. “No me daba el orgullo para cerrar 40 años de sacrificio de mi papá”, contó en diálogo con La Argentina Posible, por Cadena 3.
La empresa, conocida hoy como Metalúrgica Rincón, nació en los años 80, cuando sus padres llegaron desde San Rafael, Mendoza, a un pueblo de apenas 1.200 habitantes que por entonces crecía al ritmo del histórico yacimiento Puesto Hernández, el Vaca Muerta de aquella época. El taller fue durante años el único del lugar: “Él solucionaba todo, trabajaba las 24 horas”, recuerda Magalí sobre su padre. Cuando su papá decidió que ya era momento de retirarse ella eligió ponerse al frente en plena pandemia, sin plan de negocios y sin certezas: “Me quedé con un manojo de llaves arriba de la mesa y un celular al lado”.
Hoy, bajo su gestión, la empresa sostiene a más de diez familias y forma parte de un ecosistema productivo que se profesionaliza a la velocidad del desarrollo de Vaca Muerta. Neuquén impulsa la ley de Compre Neuquino, que exige a las petroleras priorizar proveedores locales. Para Magalí, ese vínculo es estratégico: “Somos un engranaje más de una gran máquina. Ellos necesitan inversión y nosotros también”.
El sector metalmecánico provincial vive una etapa de reconversión. La competencia es feroz: donde antes había un solo taller, hoy hay decenas. Frente a este escenario, Magalí encaró un proceso de modernización: revisar procesos, optimizar recursos y encontrar un diferencial apoyado en la experiencia acumulada por su familia. “Yo tengo 40 años que me avalan. La gente que trabaja conmigo hace 40 años hace lo mismo”, sostiene.

Pero no todo fue fácil. La transición generacional implicó tensiones: trabajadores que conocieron a Magalí desde la panza de su madre pasarían a tenerla como jefa. “Fue muy difícil pasar del patrón de toda su vida a trabajar conmigo, que soy la hija, la nena”, admite. Sin embargo, construyó un liderazgo basado en la confianza y en una visión que se apoya más en los vínculos que en las planillas: “Si miro los números, me muero. Lo cuido desde el lado de la familia, del amor y el agradecimiento a este lugar”.
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Con miras al futuro —y tras escuchar las perspectivas del sector, que proyecta crecimiento hasta 2040—, su objetivo no es agrandar la empresa, sino optimizarla: más tecnología, procesos más ágiles y trabajos que salgan “en tiempo y forma”. Una mirada pragmática y humana que, para Magalí, sostiene lo esencial: seguir generando oportunidades.
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