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El acusado de matar a la psicóloga de La Cumbre estaba en libertad condicional

En 2021 había sido detenido por un violento asalto contra un joyero de esa localidad, causa que aún continúa abierta. La llamativa hipótesis sobre cómo habría ocurrido el asesinato.

17/11/2023 | 11:55Redacción Cadena 3

FOTO: Un detenido por el crimen de la psicóloga en La Cumbre. (Policía)

FOTO: Sofía Kuljbicki, la psicóloga asesinada en La Cumbre.

FOTO: Un detenido por el crimen de la psicóloga en La Cumbre. (Policía)

  1. Audio. El acusado de matar a la psicóloga de La Cumbre estaba en libertad condicional

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  2. Audio. Detuvieron en Córdoba al supuesto autor del crimen de la psicóloga de La Cumbre

    Una mañana para todos

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El espanto se descubrió el sábado 28 de octubre último. Extrañado porque no lograba comunicarse con ella, un amigo decidió acercarse hasta la casa que desde hacía un tiempo habitaba la psicóloga Sofía Kuljbicki (39) a la vera de la calle Yrigoyen, en el barrio El Portillo de La Cumbre. 

Kuljbicki no contestaba llamados ni leía el Whatsapp desde la noche anterior. 

Cuando su amigo tocó la puerta y nadie abrió, decidió dar un rodeo y comenzar a espiar por las ventanas. Fue entonces que la vio en medio de su casa, aún vestida, desvanecida. De inmediato, llamó a la Policía. 

Comenzaba a entonces a escribirse una historia criminal que hoy tiene datos para el asombro.

El colchón de la cama en la que yacía Kuljbicki estaba quemado. Un principio de incendio había alcanzado a parte del cuerpo. La autopsia trajo algunos datos más: la psicóloga había muerto a causa de la inhalación de monóxido de carbono.

La fiscal de Cosquín, Paula Kelm, quedó a cargo de la investigación. En un principio, la caratuló como muerte de etiología dudosa. O sea, no se sabía si se estaba ante un accidente, un suicidio o un asesinato. 

Los forenses agregaron más detalles: Kuljbicki no había sufrido heridas de arma blanca ni de bala. Tampoco aparecía golpeada o estrangulada. 

Pero algo no cerraba. El suicidio se descartó pronto: no había nota de despedida ni señales de que ella quisiera tomar alguna autodeterminación semejante.

Lo mismo pasaba con un posible accidente: no se hallaba el elemento para generar el fuego en el colchón.

Ante esto, se siguió la máxima del manual criminalístico que ordena ir por la peor hipótesis: el homicidio.

Los peritos agregaron un elemento sugestivo: la garrafa que alimentaba la estufa de la habitación estaba abierta y vacía. Pero nadie había intentado encender ese artefacto. Y, sobre todo, que el fuego en el colchón se había iniciado a través de una llama vida, de manera intencional.

Con otros elementos que fue incorporando en los días sucesivos, la fiscal terminó por armar una teoría que aún paraliza: el asesino de Kuljbicki primero abrió la garrafa para llenar la habitación de gas, y una vez que la psicóloga se desvaneció sobre su cama, al comprobar que aún estaba con viva, reingresó en la casa y prendió fuego el colchón para que se muriera calcinada.

Semejante hipótesis necesitaba responder a una pregunta esencial: ¿quién quería ver muerta a Kuljbicki? 

Kuljbicki se había mudado hacía poco más de un año desde Buenos Aires hacia La Cumbre. Allí, vivía un amigo de ella, cuyo testimonio terminó por ser clave. Este joven estaba en pareja con otro muchacho, Matías Joel Ávila, quien habría jurado vengarse de Kuljbicki, ya que al poco tiempo de que ella llegara a La Cumbre él había roto su relación con el amigo en común.

"Kuljbicki le decía a su amigo que su novio era muy tóxico, que no le convenía. Y finalmente, cuando la pareja se peleó, Ávila comenzó a culpar a la psicóloga por el fin de la relación", contó una fuente que sigue muy de cerca la investigación.

Pieza por pieza, la investigación iba sumando cada vez más elementos para robustecer la hipótesis principal. A poco de conocerse la muerte de Kuljbicki, Ávila se había marchado de su casa en la cercana Villa Giardino. De un momento a otro, se había mudado hacia la ciudad de Córdoba, sin dar demasiadas explicaciones.

Los sabuesos de Homicidios y de Protección de las Personas de la Policía de Córdoba comenzaron a buscar su nueva residencia. Y así, lograron capturarlo el viernes de la semana pasada en un departamento de calle Lima 438, en el Centro de la Capital cordobesa. 

Cuando los detectives, de civil, tocaron la puerta y él les abrió, sólo atinó a sostenerles la mirada unos segundos, hasta que agachó la cabeza. Siempre se mantuvo en silencio, con una frialdad que llamó la atención de los policías.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

La fiscal Kelm lo imputó por el presunto delito de homicidio doblemente calificado por alevosía (la víctima estaba desvanecida, indefensa) y por un medio idóneo para crear un peligro común (el gas abierto y el posterior fuego en el colchón). La pena prevista, en caso de avanzar esta acusación, es la de prisión perpetua.

El prontuario de Ávila no estaba impoluto. Desde 2014 acumulaba causas por drogas y por violencia familiar. 

Incluso, al momento del crimen de Kuljbicki estaba gozando de una libertad condicional. Sucede que en mayo de 2021, un joyero de La Cumbre fue víctima de un violento asalto perpetrado por al menos tres delincuentes. Un mes después, la misma fiscal Kelm ordenó la detención de tres sospechosos, entre los que se encontraba Ávila. Sin embargo, al poco tiempo, este joven regresó a la libertad, de manera condicional. La causa en su contra aún continúa, pero la fiscalía evaluó que libre no representaba un riesgo para el avance de la investigación. Eso sí, tenía un requisito para cumplir: portarse bien.

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