Neuroplasticidad: cómo la IA transforma este proceso en nuestro cerebro
Se trata de la capacidad del cerebro para modificar sus conexiones neuronales en respuesta a estímulos, aprendizajes o experiencias. Lo explica a Cadena 3 en detalle la doctora María Eugenia Ferri.
14/06/2025 | 07:00Redacción Cadena 3
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Buen día Argentina
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) y las nuevas tecnologías transformó la forma de trabajar, aprender y relacionarnos, pero también está dejando una huella en nuestro cerebro. La neuroplasticidad, esa capacidad única del cerebro para adaptarse y reorganizarse, se encuentra en el centro de un debate sobre cómo estas herramientas afectan nuestra creatividad, atención y bienestar.
La doctora María Eugenia Ferri, jefa del Servicio de Neurología del Hospital Centenario y profesora adjunta de la Cátedra de Neurología de la Universidad Nacional de Rosario, explicó los beneficios y riesgos que la IA plantea para nuestra mente, especialmente en los más chicos.
La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para modificar sus conexiones neuronales en respuesta a estímulos, aprendizajes o experiencias. "Es lo que nos permite aprender, ser creativos y adaptarnos a nuevos entornos", explicó la doctora Ferri a Cadena 3.
Este proceso, que involucra desde la formación de nuevas sinapsis hasta la reorganización de redes neuronales, es fundamental para funciones como la memoria, la planificación y la toma de decisiones. Según la especialista, el uso de estas tecnologías tiene un doble filo: puede ser un aliado para el cerebro, pero también un riesgo si no se utiliza con moderación.
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Uno de los aspectos más prometedores del uso de la IA es su capacidad para delegar tareas repetitivas. "Hay investigaciones que muestran que, al liberar al cerebro de actividades monótonas, la IA permite que nos dediquemos a tareas más complejas", afirmó Ferri a la emisora. Este cambio puede fomentar la creatividad y estimular áreas clave del cerebro, como la corteza prefrontal, que está asociada con la planificación y la toma de decisiones. Estudios con imágenes funcionales probaron que el uso de herramientas de IA puede activar estas regiones, potenciando habilidades cognitivas superiores.
"Cuando usamos la IA de manera estratégica, nuestro cerebro tiene más espacio para innovar y resolver problemas complejos", señaló la neuróloga. Por ejemplo, aplicaciones que automatizan cálculos o gestionan datos permiten a profesionales enfocarse en análisis críticos o en el desarrollo de nuevas ideas, lo que podría traducirse en un impulso para la neuroplasticidad positiva.
Sin embargo, el uso excesivo de la IA, especialmente de asistentes inteligentes que proporcionan respuestas rápidas y automatizadas, puede tener consecuencias negativas. "El acostumbramiento a estas respuestas instantáneas puede deteriorar nuestra capacidad de análisis crítico", advirtió Ferri.
Este fenómeno está relacionado con los circuitos de dopamina, responsables de la sensación de recompensa en el cerebro. La estimulación constante de estos circuitos por respuestas rápidas de la IA puede generar una dependencia, similar a la que se observa en el uso excesivo de redes sociales o videojuegos.
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Otro riesgo es el impacto de las pantallas en la atención sostenida. "Los estímulos rápidos y constantes de las pantallas nos desacostumbran a mantener la atención por largos períodos, algo esencial para el aprendizaje profundo y la concentración", explicó la doctora. Este efecto es particularmente preocupante en niños, cuya neuroplasticidad está en pleno desarrollo. La exposición prolongada a pantallas puede reducir las interacciones humanas esenciales para el desarrollo del lenguaje, la comunicación y la empatía.
En los niños pequeños, el uso excesivo de tecnologías digitales plantea una discusión adicional. "Exponerlos a pantallas a edades tempranas puede restar tiempo a interacciones humanas, que son importantes para el desarrollo cerebral", subrayó Ferri. Actividades como el juego al aire libre o la interacción con otros niños son fundamentales para estimular áreas del cerebro relacionadas con la socialización y la creatividad. La falta de estas experiencias puede limitar el desarrollo de habilidades emocionales y cognitivas.
Además, la doctora destacó el impacto de la luz azul emitida por las pantallas, que suprime la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño y el ritmo circadiano. "El sueño es esencial para procesos neurológicos como la consolidación de la memoria", concluyó. La exposición prolongada a esta luz, especialmente antes de dormir, puede alterar los patrones de descanso, afectando el rendimiento cognitivo y el bienestar general.
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