¡Vamos, David Nalbandian!
El cordobés cumple este sábado 40 años. Una emotiva semblanza del tenista de Unquillo, escrita por Jorge Parodi, uno de los periodistas que más lo siguió en su carrera. Escuchá.
01/01/2022 | 16:50Redacción Cadena 3
“¡Vamos, David!”, se trata de un “grito- ruego-arenga- aliento- himno” que escuché desde hace años, andando por los courts del mundo, cada vez que un hincha del tenis argentino presumía que podía llamar o convocar a un héroe.
Era entonces , cuando un tipo común con pinta de vikingo y tonada cordobesa se transformaba en un súper tenista rubio y de vincha.
Luego, todo era cuestión de disfrutar, de sufrir, de emocionarse con sus hazañas, de las cuales era un consecuente abonado, sobre todo en Copa Davis.
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¡Vamos, David! … y su talento hacía fácil lo que para el resto de los mortales era casi imposible, raqueta en mano.
¡Vamos, David! … y aparecía la geometría perfecta de su tenis, el GPS del court dibujado en su cabeza clara y aguda. En su percepción de espacios libres y de debilidades del rival.
¡Vamos, David! ... y el pulso firme parecía serlo más aun cuando la situación se complicaba.
¡Vamos, David! ... y su muñeca prodigiosa inventaba el envió menos pensado, el revés de dirección inesperada y precisión quirúrgica, el puño apretado que levantaba ovaciones, la convicción de saber que todo era posible con él en la cancha.

¡Vamos, David! ... y ni hacía falta el apellido, como ocurre en Córdoba con “El Daniel”, “El Luifa”, “La Sole”. Ocurre que son tan nuestros, que sólo el nombre los distingue en la afecto de la gente.
David fue, y habrá que acostumbrarse a hablar en pasado, el rival que nadie quería enfrentar, el que hizo bailar en la pista a los Federer y a los Nadal.
David fue el que brilló a puro coraje en series de Copa Davis inolvidables y el que tocó el cielo con las manos en China, cuando le ganó la final del Masters a Roger Federer
David fue el deportista que me enseñó a conocer el mapamundi in situ, transmitiendo sus proezas y sus frustraciones, a través de Cadena 3.
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David fue el que no pudo o no quiso ser número uno del mundo, porque siempre creyó que el tenis no era todo en la vida.
David es el que tiene los amigos de la vida en Unquillo.
David es el que nunca pudo ser arrancado de su cuna en el mundo, por más luces que amagaran a llevarlo hacia otras rumbos.
David es hoy mito, leyenda, habitante del Olimpo del deporte argentino, candidato a las efemérides y a la nostalgia.
Por todo eso: ¡GRACIAS, DAVID! .... o, más bien, permítanme escaparle a la relación PERIODISTA-DEPORTISTA, déjenme hacerle un guiño a la cordura a la que me obliga el oficio que elegí.
Les pido una licencia para sentirme como aquellos hinchas del tenis que lo siguieron por el mundo, para envolverme en una bandera, para crispar el puño y gritarle, desde la tribuna del court, por la vida que le espera un ... “¡VAMOS, DAVID!”.




