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"¿Yo, soldado?, ¡Ilusiones que se hace el ejército!"

Con ese parlamento, empieza "Canuto Cañete, conscripto del 7", una de las primeras incursiones de Carlos Balá en la pantalla grande.

23/09/2022 | 10:05Redacción Cadena 3

FOTO: La serie de Canuto Cañete hizo reír a toda la familia.

Julio Saraceni dirigió en 1963 a Carlitos Balá en "Canuto Cañete, conscripto del 7" una comedia que llevó a miles de espectadores a los cines de todo el país , en la que brillaba un cómico nuevo, Carlitos Balá, en un ámbito ideal para el despliegue de toda su artillería: un cuartel militar.

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La película arrancaba con un kiosquero felicitándolo por su incorporación al ejército -eran épocas del servicio militar obligatorio- y el hombre del flequillo emblemático contestaba con un tajante "¿yo, soldado?¡Ilusiones que se hace el ejército!".

Inocente, desfachatado y con el pelo largo - la tijera nunca pudo con él- el humor pasaba por el desparpajo del nuevo conscripto que, en el cuartel, pretendía que lo trataran con la delicadeza con la que lo hacía su madre.

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Romualdo Quiroga era el cabo dispuesto a darle indicaciones al recluta. Lo mejor de los primeros minutos llegaba con el desayuno en la cuadra. Cauno Cañete se distraía y cuando miraba para la mesa de atrás, buscando a un compañero,  los que compartían la mesa con él aprovechaban y estrujaban la rejilla sucia en su taza de mate cocido.

Como él ni la tocaba aparecía Quiroga con su voz grave y estentórea , y casi gritando proclamaba así se toma el mate" y le hacía fondo blanco  a una infusión intomable. Por supuesto, la escupía y Canuto lo miraba extrañado. La familia entera reía y esperaba  el siguiente capítulo, los ejercicios de fajina para los que el soldado tampoco estaba preparado.

El personaje anduvo tan bien que después llegarían "Canuto Cañete y los 40 ladrones" y "Canuto Cañete, detective privado". La fórmula era idéntica: un personaje que no estaba preparado para el trabajo que le encomendaban y que, por supuesto, sobre el final terminaba siendo el mejor.

En una de ellas perseguía a ladrones en una moto con sidecar, en compañía de Nelly Beltrán. Eran películas para todo público, amadas por grandes y chicos en las que siempre se mostraba inocente, histriónico y usaba algunas de las frases que popularizó y por las que será eternamente recordado.

Con el tiempo llegaron también "¡Esto es alegría!", "Brigada en acción", "El tío Disparate" y "¡Qué linda es mi familia!".

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