¡Es un sentimiento...no puedo parar!
05/04/2014 | 19:35Redacción Cadena 3
¿De qué jugamos?. Pregunta imaginaria de una hinchada, más o menos masiva a los jugadores y dirigentes de un club de fútbol.
Y vaya si juega una hinchada. El aliento bueno, ese que parte con viento a favor en el resultado o en la adversidad, es capaz de mover montañas, es susceptible de sacar al más frío del freezer y calentarle el alma para salir en la búsqueda de una victoria.
Ocurre que en los últimos tiempos, ese empujón que viene desde las gradas, ha sido suplantado por cánticos agresivos y llenos de amenazas, porque la hinchada es más simpatizante de ella misma que del equipo.
Y no expreso esta opinión a partir de los “barras”. No, esos son otra cosa. Son una lacra inmersa en un gran negocio. Los que hoy pueden estar en una tribuna y mañana en otra sin ponerse colorados, si hay un buena recompensa.
Los hinchas comunes, aparecen en la tele, poniendo cara de malos, de bravucones; gritándole a sus jugadores ó técnico, como si fueran sus propietarios, sus dueños, sus patrones en defintiva.
Y si bien algo de eso hay en el ser hincha, esto es desear sólo el bien del equipo, no se justifica esa manera existista de actuar contra los que están en el verde césped, cuando las cosas no se dan. Los fanáticos o los que fingen serlo, son capaces de insultar al nueve un minuto antes de que haga un gol y correr a abrazarlo si pudieran, en ese momento.
Presentado brevemente el panorama tribunero de estos tiempos, se puede añadir que por estas horas, algunas hinchadas ponen de manifiesto la capacidad que tienen y deberían tener siempre para defender de verdad a su club, al que dicen amar.
La vuelta de San Lorenzo a Boedo, no es otra cosa que la consecuencia de la insistencia conmovedora de sus hinchas que desde años atrás manifiestan de buena manera ese deseo, ante los organismos que correspondía hacerlo y llegaron a hacer que el propio Estado tratara el tema y lo aprobara, subsanando una estafa consumada por directivos propios, empresarios ajenos y funcionarios, en tiempos de la dictadura.
Los banderazos de Ñuls y Central antes de los clásicos, son otra linda forma de expresión, de jugar los partidos sin violencia y con el aliento como fundamento esencial.
Por eso es que apenas con algunos de los muchos ejemplos que se podrían citar y que no tienen tanta prensa, los hinchas lo siguen siendo en distintos rincones, en mayor o menor cantidad, apoyando y dándole su cariño y utilidad al club, por encima de intereses individuales o colectivos camuflados.
Los que pintan las tribunas, los que rifan una camiseta, esos que aunque estén tapados por la fuerza de las noticias que entregan los violentos y corruptos, estarán siempre. En un equipo grande o en el del pueblo más chiquito.
Ser hincha es demasiado simple y hermoso. Hay miles de ellos. Los que alientan y luego se van a casa, a laburar o a estudiar.Los que preparan una bandera con el cariño de una madre que teje un pullover para el nene. Los que cortan papelitos toda la noche.
Miles son. Los más. De ellos no hablamos ni escribimos. Contamos con su presencia, mientras nos ocupamos de darles espacio a los auténticos decadentes.




