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Blair House: el palacio invisible donde dormirá Milei antes de ver a Trump

Antes pasaron por esta residencia histórica Arturo Frondizi, Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, en visitas que marcaron distintos capítulos del vínculo con Estados Unidos.

13/10/2025 | 07:30Redacción Cadena 3

Blair House

FOTO: Blair House

Apenas cruzando Pennsylvania Avenue, frente a la Casa Blanca, se levanta una mansión discreta, de ladrillo sobrio y modales antiguos. No es un hotel ni una dependencia más del Estado: es Blair House, la residencia oficial de huéspedes del presidente de Estados Unidos, el escenario donde el poder duerme, conversa en voz baja y, a veces, decide. El 14 de octubre, Javier Milei cruzará su umbral; sobre la puerta, como dicta la cortesía diplomática, flameará la bandera argentina.

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FOTO: Blair House

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Blair House nació como casa en 1824 y se volvió centro de gravitación política en 1837, cuando se instaló allí Francis Preston Blair, periodista y consejero de Andrew Jackson. Por sus salones pasaron Jackson, Martin Van Buren, Abraham Lincoln y William Howard Taft; con Lincoln, Blair discutió la Guerra Civil. Durante la Segunda Guerra Mundial, Franklin D. Roosevelt impulsó su compra (1942) y la transformó en la President’s Guest House: el hogar seguro y ceremonioso para los aliados que venían a Washington.

El complejo actual integra cuatro casas del siglo XIX conectadas por dentro —dos sobre Pennsylvania Avenue y dos sobre Jackson Place— y suma más de 120 habitaciones distribuidas en 60.600 pies cuadrados. Hay salones con estilo federal, tapices y sedas, porcelanas finas, candelabros y retratos que narran la historia estadounidense. Es un lujo de viejas maneras: precisión logística, protocolo milimétrico, hospitalidad sin estridencias.

La Queen’s Suite, en el segundo piso, reserva sus telajes regios y dosel de seda para jefes de Estado. La Principal Suite —que utilizaron Barack Obama (2009 y 2012), Joe Biden (2020) y Donald Trump (2017 y 2025) como presidentes electos— dispone de dos dormitorios, dos baños, salón y chimeneas. El Lee Drawing Room luce un papel chino del siglo XVIII y retratos presidenciales; la biblioteca recuerda las veladas de Harry Truman; el Lincoln Room, con un retrato de 1864 y una jarra de Paul Revere, invita a la contemplación. Detrás de la solemnidad hay vida doméstica de alto vuelo: cocinas caliente y fría con chef y sous chef, salón de belleza, gimnasio, lavandería interna y jardines pensados para recepciones discretas. El gran comedor, con platería Tiffany, ha sido mesa de pactos.

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FOTO: Blair House

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En 1950, mientras Truman residía allí por la remodelación de la Casa Blanca, dos nacionalistas puertorriqueños intentaron asesinarlo en la escalinata. Hubo dos muertos y varios heridos; el episodio dejó una marca en la liturgia de seguridad del lugar. Décadas antes, durante la guerra, Winston Churchill había convertido la rutina en excepción: noches en Blair House, madrugadas de puro cigarro y conversaciones urgentes con Roosevelt.

Por Blair House desfilaron la reina Isabel II, Charles de Gaulle, Jawaharlal Nehru, Golda Meir, Nguyen Van Thi?u, Nikita Khrushchev, Menachem Begin, Deng Xiaoping, Masayoshi Ohira, François Mitterrand, Lech Walesa y Nelson Mandela, entre muchos otros. En la era contemporánea, presidentes electos de Jimmy Carter (1976) a Trump (2025) firmaron el libro de huéspedes en el Rear Drawing Room la víspera de la asunción; en 2021, Kamala Harris vivió allí durante reparaciones en su residencia oficial. Incluso Nancy Reagan se alojó en 2004, durante el funeral de su marido.

Los argentinos en Blair House

La primera visita de un presidente argentino a los Estados Unidos de América.

El 19 de enero de 1959, Arturo Frondizi se convirtió en el primer mandatario argentino en visitar oficialmente el país. Llegó a Washington al día siguiente, se hospedó junto a su esposa Elena en Blair House y el 22 de enero ingresó a la Casa Blanca, donde mantuvo un encuentro con el presidente Dwight Eisenhower. Su visita inauguró una relación diplomática moderna entre ambos países, en plena Guerra Fría, cuando la Argentina buscaba afirmarse como potencia industrial del Cono Sur.

Carlos Menem fue uno de los pocos líderes mundiales que protagonizó dos visitas de Estado a Estados Unidos (1991 y 1999) y, en ambas, se alojó en Blair House. En enero de 1999, con Bill Clinton como anfitrión, Washington ofreció un despliegue de cortesías que comenzó con la llegada de Menem a Blair House, donde se hospedó, y culminó con la Cena de Estado en la Casa Blanca. Allí, bajo los techos neoclásicos del Salón Este, el banquete incluyó carne argentina como gesto diplomático, discursos cargados de elogios mutuos y un cierre de tango. El quinteto Quintango abrió la pista; Robert Duvall y Luciana Pedraza fueron los primeros en bailar, y luego Menem invitó a Hillary Clinton, provocando una ovación. Fue una de las últimas escenas de glamour diplomático argentino en Washington.

El 15 de junio de 2000, Fernando de la Rúa también durmió bajo el techo de Blair House, poco antes de tiempos más ásperos y que todos recordamos. En 2017, Mauricio Macri llegó junto a Juliana Awada a esta lujosa residencia para ver a Donald Trump. En marzo de 2023, Alberto Fernández no tuvo el mismo privilegio. Visitó a Biden en Washington pero tuvo que conformarse con hospedarse en el InterContinental Willard.

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FOTO: Blair House

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Milei y el lenguaje de los gestos

Para el presidente Javier Milei, hospedarse en Blair House la víspera del encuentro con Trump no es un detalle logístico: es un gesto político. En Washington, el alojamiento dice tanto como el comunicado final. La bandera argentina sobre la puerta hablará de cercanías y confianzas; adentro, la liturgia hará el resto: flores elegidas por estación, vajilla acorde al huésped, cortinas ajustadas a la luz de la foto oficial, silencios que ahorran adjetivos.

Blair House es un palacio invisible del poder estadounidense: un sitio donde la historia se escribe después de cenar y antes de salir en la foto. Si todo sale como desde el Gobierno esperan, Milei, que llegará en los primeros minutos del martes 14 de octubre, dormirá el sueño liviano de los que, al amanecer, cruzan la calle para intentar torcer —un poco— el curso de los acontecimientos

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