Todos iguales; iguales de pobres

Adrián Simioni

El Indec dio a conocer los niveles de ingresos de los argentinos a diciembre.

Los datos muestran una mejora en comparación con el 2020, el año de la cuarentena que fusiló a la economía, pero aún no se recuperan los niveles de 2019, que también estaban lejísimos de ser buenos, no hace falta decirlo.

La cuestión es que desde el gobierno igual se intenta ver el vaso medio lleno, la parte positiva. ¿Qué es lo positivo que ve el gobierno? Que la desigualdad se redujo. En estadística hay una cosa que se llama coeficiente de Gini que compara los ingresos de los ricos y los de los pobres. Si el índice te da 100, es la desigualdad absoluta: todos los ingresos son de los ricos. Si te da cero, es la igualdad absoluta: todos tienen el mismo ingreso. En diciembre, ese número fue 41,3, un número mejor que el de diciembre de 2002, que había sido de 43,5. Bajar dos puntos en este indicador es muy difícil. Es una reducción real de la desigualdad.

Pero, claro, hay un pequeño problema que los progresistas del gobierno no siempre detectan. Ellos están siempre muy preocupados por la igualdad, pero descuidan la pobreza.

Y ese es el problema. El nivel alarmante de pobreza. La encuesta del Indec primero mide que en las grandes ciudades donde se hace el relevamiento, 4 de cada 10 personas no tienen ingresos (ahí entran chicos pero también jóvenes y adultos que deberían estar trabajando y no lo están).

Además, entre los que tienen algún ingresos, al 40% le entran menos de 30 mil pesos al mes, lo que cuesta la canasta de pobreza para un adulto.

Pero, encima, los supuestos ricos, los que están en el 10% de mayores ingresos, obtienen cada mes más de 100 mil pesos. O sea: si te ingresan 100 mil pesos al mes, en Argentina ya estás en el selecto club de los ricos, lo cual es también una miseria. Son 500 dólares blue. Un mozo en Miami gana más de 3.000 dólares al mes. Seis veces más que un rico argentino.

Es el problema de enfocarse demasiado en la igualdad. Hace 20 años que la Argentina tiene gobiernos que dicen buscar la igualdad aun si para eso tienen que desalentar la riqueza. Terminamos siendo más iguales, pero, eso sí, todos igualmente pobres. Está lleno de paraísos supuestamente igualitarios. Cuba, por dar solo un ejemplo, donde todos han logrado llegar al mismo nivel de miseria. Hay otros, como Estados Unidos, donde la desigualdad es mayor, pero donde todos son más ricos.

Sin ser expertos en estadística, lo saben los argentinos que prefieren ser mozos en Miami a ser gerentes en Argentina.