Otro año de aguante y esperanza
Durante 2025, el Gobierno fue sostenido por la opinión pública con altibajos. Hubo momentos de mayor adhesión y otros de dudas evidentes.
31/12/2025 | 14:31Redacción Cadena 3
La palabra no es nueva ni casual. Esperanza aparece, una y otra vez, en los sondeos de opinión con los que se va cerrando 2025. No solo figura al tope en este tramo final del año: estuvo presente durante casi todo el calendario, conviviendo con otras sensaciones más ásperas, pero sin desaparecer. Y esa persistencia dice mucho más de la política argentina que cualquier consigna de fin de año.
No se trata de un saludo festivo ni de buenos deseos personales. Es una lectura política. La esperanza explica, en buena medida, el aguante. Ese aguante entendido no como resignación pasiva, sino como la disposición a soportar un esfuerzo con la expectativa de que algo cambie. De que el sacrificio tenga sentido.
Durante 2025, el Gobierno fue sostenido por la opinión pública con altibajos. Hubo momentos de mayor adhesión y otros de dudas evidentes. Octubre fue uno de ellos. En la previa electoral, los sondeos comenzaron a mostrar palabras como preocupación, incertidumbre o decepción, que se superpusieron con la esperanza y la pusieron en discusión. Sin embargo, cuando llegó el momento decisivo, la mayoría optó por sostener el aguante.
El 26 de octubre dejó un dato político contundente: algo más del 40% del electorado reafirmó su apoyo al oficialismo. En una elección de medio término, ese número no es menor para ningún gobierno. Es una primera minoría sólida, muy cercana a una mayoría, que expresa una expectativa de mejora futura, aun cuando el presente haya sido duro.
Porque ese es el otro dato central del año: a la mayoría de los argentinos les fue mal. El ajuste económico fue profundo, áspero, y tuvo consecuencias concretas en la vida cotidiana. El cambio de modelo que impulsa el Gobierno implicó costos reales. Y, sin embargo, una porción significativa de la sociedad decidió sostener su respaldo, no por lo que fue, sino por lo que podría ser.
En ese marco, el país cambia de año con una expectativa abierta. No con certezas, pero sí con una apuesta. Con la idea de que el rumbo puede dar resultados, de que el Gobierno acierte en la profundización del modelo y consiga las herramientas necesarias para hacerlo. En el cierre de 2025 hubo señales en esa dirección: avances legislativos en el Congreso y la posibilidad concreta de que en febrero se vote la llamada ley de modernización laboral, además de cambios en la ley de glaciares, clave para destrabar inversiones mineras de gran escala.
Nada de esto garantiza un camino sencillo. 2026 también será un año difícil. Un año que exigirá, otra vez, aguante. Pero no necesariamente aguante al Gobierno, sino aguante a una expectativa personal y colectiva: la de que las cosas mejoren. Esa esperanza es hoy el hilo que mantiene unidos a muchos argentinos y que tuvo una traducción política clara en las urnas.
La película, como suele decirse, continúa. Y la esperanza, una vez más, vuelve a ser el motor que empuja a esperar el próximo capítulo.





