La visita de Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad de la Nación a Córdoba no pasó desapercibida, sino que se dio unas horas después de los graves incidentes suscitados en la cancha de Newell’s, en ocasión del partido entre Boca y Gimnasia por la Copa Argentina.
El mismo no terminó en un hecho aún más lamentable, por la participación de Juan Román Riquelme en el medio de los incidentes entre simpatizantes del Xeneize, la policía y la gente de Gimnasia.
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El pasado jueves al mediodía, Bullrich, junto a referentes de seguridad del país y al gobernador Martín Llaryora, participaron de la primera reunión del denominado Consejo Federal de Seguridad en Eventos Deportivos.
En el mismo, la vuelta del público visitante a los estadios de fútbol no estuvo ausente. Principalmente porque los hechos en Boca – Gimnasia, en alguna medida, hacen retroceder todo. Porque todos queremos un fútbol con las dos hinchadas y lo que pasó en Rosario aleja esa posibilidad.
Esa medida, tomada de manera temporaria para los torneos de Primera División, salió a la luz el 11 de junio de 2013 en respuesta al crimen a manos de la policía bonaerense de un hincha de Lanús, en la previa de un Estudiantes – Lanús, el día anterior.
Pasaron más de 11 años… Y nada cambió.
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Pero la veda a los hinchas visitantes no era una iniciativa nueva. Ya regía en el ascenso desde 2007, cuando barras de Nueva Chicago mataron a un hincha de Tigre, existiendo además un antecedente negativo cuando la semifinal de la Libertadores 2004 se había jugado sin hinchas de Boca en el Monumental.
Aquella fue la solución que se encontró para frenar la violencia que tuvo su pico en el asesinato de Daniel Cejas, hincha de Tigre, en la promoción ante Chicago por el ascenso a Primera.
De eso pasaron 17 años… Y nada cambió.
De hecho, las víctimas fatales por hechos de violencia en el fútbol crecieron. Según los registros de la ONG Salvemos al Fútbol, en el lapso que lleva la restricción en Primera, fallecieron 72 personas, doce más que en la década 2003/2013 y 16 más que entre 1993/2003.
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En Córdoba, que hoy es una “isla” en cuanto a la recepción de público visitante en partidos de Talleres y de Belgrano, en el mismo clásico cordobés, en algún River – Boca y hasta de Copa Argentina, tanto Llaryora como Bullrich destacaron lo que generan estos eventos más allá de lo deportivo. Y además, hicieron un llamado a la dirigencia del fútbol a trabajar en la seguridad de dichos espectáculos.
La funcionaria destacó que se cuidan a los ciudadanos, pero lo que no se puede hacer es cuidar a los barrabravas. En sintonía el gobernador destacó que hay que garantizar un deporte sano y que a la cancha debe ir la familia.
La Ciudad de Buenos Aires no permite visitantes, pero la Provincia a través de la Aprevide, sí. Por eso, los partidos de Copa Argentina en esas tierras son llevados más allá del Gran Buenos Aires. En Mendoza y Santiago del Estero la modalidad son los denominados “neutrales”. Y hay que parar de contar.
Bullrich destacó que es un tema que el Gobierno nacional pondrá en discusión pero sabe que no será sencillo porque los dirigentes, la mayoría, no están de acuerdo.
Primero porque la violencia no desaparece ya que el fenómeno más común son las propias internas en las barras que hasta se dividen la cancha, como si fueran locales y visitantes. En Córdoba el caso de Instituto entre los “ranchos” y los “capangas” es el más reciente. Hace un tiempo, Talleres fue noticia por los grupos “la fiel” y del otro lado “las violetas”. Y en Belgrano, la salida de Robert Ponce, más conocido como “Loco Tito” del punto más alto de la barra, hizo que muchas veces aparezcan internas grotescas ya no en la cancha, sino afuera, en esa lucha de poder para quedarse con el sitial.
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Sin ir más lejos, la misma barra de Belgrano asesinó en abril de 2017 a un propio hincha, Emanuel Balbo, durante el entretiempo de un clásico ante Talleres jugado en el Kempes y en el que sólo se admitía a los seguidores de la “B” para evitar brotes de violencia. Pero aquella vez no pudo ser.
Segundo, habría que ver el entusiasmo de los presidentes de los clubes, porque ninguno habla de esa necesidad, por el costo de los operativos y después porque al tener toda la cancha para sus simpatizantes se evitan muchas situaciones negativas.
Además, los clubes instalaron una estructura para no recibir hinchas de otros equipos y habría que cambiar las cosas, como tomar medidas antipáticas para con los socios que hoy demandan más lugar. Ese ejemplo lo pueden dar los denominados “Socios T” en Talleres, que son socios sin ubicación permanente.
Es que se entiende. Pagar el cuerpo policial, el traslado de los equipos, el servicio de seguridad y todo lo relacionado al operativo actual ya significa un esfuerzo grande. Y si encima hay que pensar en la presencia del público visitante, se hace prácticamente imposible.
Sin embargo, Bullrich parece tener otra mirada, una más positiva ya que aseguró que en el fútbol argentino ya se estaría en condiciones de llevar dos hinchadas.
En fin… ¿Será o no será? Será lo que tenga que ser.
