De hobby adolescente a una planta modelo que impulsa alimentos saludables
Matías Rafael, fundador de Beepure, transformó su pasión por la miel en una empresa de alimentos saludables. Con una nueva fábrica y un equipo joven, busca conquistar Argentina y el mundo con su innovadora propuesta.
20/11/2025 | 14:17Redacción Cadena 3
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La Argentina Posible
Por momentos, la historia de Matías Rafael parece una de esas narraciones que sintetizan a la perfección la idea de “La Argentina Posible”: esfuerzo, intuición, reinvención y un profundo amor por lo que hace. Antes de liderar Beepure —la empresa de alimentos saludables que hoy crece en supermercados, suma inversiones y se prepara para exportar— Matías era un chico de 12 años que ayudaba a su papá con las colmenas. Vendía miel en el colegio, pensaba en cómo mejorar ese producto y soñaba con un frasco que un día viajara más lejos que él. Ese impulso inicial, casi artesanal, terminó convirtiéndose en el corazón de una compañía que hoy mueve millones de unidades y emplea a un equipo joven, ágil y motivado.
Beepure es parte del segmento saludable, ese que las grandes cadenas ya destinan a sus propias góndolas y que crece a ritmo acelerado en todo el país. Pero detrás de esa etiqueta hay mucho más. “Nuestro sueño es conquistar Argentina y después salir al mundo”, dice Matías. Para lograrlo, en 2024 iniciaron un proceso profundo: redefinieron la estrategia, hicieron una ronda de inversión y decidieron integrar su nueva fábrica al operador logístico, con estándares de seguridad y eficiencia pensados para escalar sin límites. La llegada del inversor Carlos Tramutola terminó de consolidar el salto.
Esa pequeña fábrica que nació en San Martín —entre casas, depósitos y calles estrechas por donde entraba con dificultad un camión con tambores de miel— quedó atrás. Hoy, Beepure opera en una planta moderna en Moreno, construida con materiales aptos para alimentos, pensada para automatizar procesos, cuidar a los operarios y permitir certificaciones internacionales. “Si queríamos exportar, teníamos que hacer un salto de calidad”, explica. Lo hicieron en tiempo récord: la inversión fue de unos 750 millones de pesos y en apenas tres meses ya estaban operativos.
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El camino hasta aquí, sin embargo, no fue lineal. Beepure nació de un primer proyecto fallido, al que Matías le puso el alma pero no logró escalar. Recorría verdulerías, dietéticas y comercios de zona norte ofreciendo frascos en comodato que casi nadie vendía. Hasta que apareció Sebastián Viggiola, diseñador gráfico, quien transformó la identidad de la marca y se sumó como socio cuando nadie imaginaba que ese emprendimiento crecería como lo hizo. “Si no lo asociaba a él, vendía la máquina”, le confesó Matías a su papá. Fue, literalmente, el momento en que la historia cambió de rumbo.
La pandemia fue otro punto de inflexión. Tras el shock inicial, la demanda se disparó, la empresa creció de golpe y luego volvió a caer. Esa montaña rusa —tan argentina— los obligó a reordenarse y a profesionalizar su gestión. Hoy Beepure funciona con cierres mensuales, reportes, presentaciones de área y una transparencia interna que fue clave para incorporar inversión y sostener la expansión. El equipo de gestión, integrado en su mayoría por mujeres menores de 30 con perfiles diversos, es parte central de esa transformación.
Con más de 34 productos activos y presencia en Cencosud, Carrefour, Pedidos Ya y distribuidores, la compañía hoy mide su producción en unidades y kilos, a la espera del próximo paso: sumar nuevas cadenas, fortalecer su fill rate y avanzar en el proceso de exportación. Las primeras muestras ya están en camino a Estados Unidos y la empresa evalúa una nueva ronda de inversión para financiar más equipo, capital de trabajo y certificaciones.
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En un mercado cambiante, atravesado por ciclos bruscos, Beepure eligió un camino distinto: planificar, profesionalizar y apostar a largo plazo. La historia de Matías —del chico que vendía miel en un colegio Waldorf al fundador de una empresa saludable con ambición global— confirma que detrás de cada alimento en la góndola hay una trama humana, un sueño sostenido y un país que, a veces, cuando las piezas encajan, muestra que es posible.
Entrevista de Facundo Sonatti





