De vender trenzas en la playa a crear una marca nacional de indumentaria
Juan Cruz y Juan Ignacio Paneiva, emprendedores marplatenses, fundaron Wayfarer, una marca de indumentaria urbana que crece con esfuerzo y pasión, generando empleo local y apostando por la calidad.
07/11/2025 | 15:28Redacción Cadena 3
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La Argentina Posible
Hay historias que empiezan con poco, casi nada. Con una idea, unas ganas, un “¿y si probamos?”. Historias que no nacen en grandes oficinas ni con grandes capitales, sino en una casa, con las manos, con el empuje de quienes deciden creer.
Así comenzó el camino de Juan Cruz y Juan Ignacio Paneiva, dos hermanos marplatenses que hoy lideran Wayfarer, una marca de indumentaria urbana que se consolidó en todo el país. Pero el punto de partida fue mucho más simple: unas pocas gorras y un sueño.

“Siempre emprendí. De chico hacía collares y trenzas en la playa para vender. Era una forma de divertirme y de generar algo propio. Después, ya de grande, trabajaba en publicidad digital y quería hacer unas gorras con el nombre de mi agencia. Pero nadie me las quiso fabricar, así que decidimos hacerlas nosotros”, contó a Cadena 3 en La Argentina Posible Juan Cruz.
Con apenas 8.000 pesos de inversión —una parte para registrar la marca, otra para las primeras 34 gorras— los hermanos Paneiva se lanzaron a la aventura. “No sabíamos nada del rubro, ni si era un buen momento. Solo sabíamos que teníamos ganas”, recuerda.
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Desde el principio apostaron a vender online, cuando todavía no era lo habitual. “No teníamos local, así que armamos todo el sistema de e-commerce. Eso nos permitió llegar a cada rincón del país”, explicó.
El crecimiento fue constante. En 2018 lanzaron las primeras remeras y camisas escocesas con capucha, un producto que se volvió distintivo. Luego llegaron las camperas Alaska, símbolo de la marca. Y en 2020, durante la pandemia, dieron su salto más grande, impulsados por las ventas digitales.

Hoy Wayfarer tiene locales en Mar del Plata y Buenos Aires, y genera trabajo para más de 150 familias a través de talleres textiles locales. “El 90% de nuestra producción se hace acá. Nos llena de orgullo que detrás de cada prenda haya manos marplatenses”, dice Juan Cruz.
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Pero como en toda historia argentina, también hubo momentos difíciles. “El primer semestre del año fue muy bueno, pero después cayó el consumo. Tuvimos que ajustar, pensar cómo mantenernos firmes. Este año no se trata de crecer, sino de sostenernos con salud”, confiesa.
En un mercado dominado por productos importados y plataformas globales, los hermanos Paneiva decidieron no competir por precio, sino por valor. “Nuestra diferencia está en la calidad, el diseño, la atención al cliente. Si tu único atributo es ser barato, siempre habrá alguien más barato. Lo nuestro es crear una marca que conecte, que inspire”, reflexiona.

Detrás de esa mirada empresarial hay también una filosofía de vida. “Emprender en Argentina no es fácil. Es frustrante, cansador, a veces desmotivante. Pero si uno espera el contexto ideal, nunca arranca. El contexto no puede ser un límite”, asegura Juan Cruz, que estudió Comunicación Social, aunque hoy se define más como autodidacta del trabajo y la pasión.
En las oficinas de Wayfarer trabajan 17 personas. “Cuidamos mucho el ambiente de trabajo. Queremos que venir a laburar sea algo lindo. Tenemos sala de descanso, ping-pong, pool, y sobre todo un equipo con ganas. Eso, más que las ventas, es lo que más satisfacción nos da”, plantea.

Desde las playas de Mar del Plata hasta los armarios de miles de jóvenes en todo el país, la historia de los hermanos Paneiva es una muestra más de que hay una Argentina que elige construir, que apuesta, que sueña y que no se rinde.
Entrevista de Claudio Giglioni y Fernando Genesir.






