Cuando el calor enferma: cómo el cambio climático afecta la salud
La médica e investigadora de la UNC, Susana Vanoni, explicó a Cadena 3 cómo el clima extremo transforma la vida cotidiana en barrios de la ciudad de Córdoba.
12/12/2025 | 22:17Redacción Cadena 3
El cambio climático dejó de ser una abstracción científica para convertirse en una experiencia diaria. El “qué calor que hace” ya no es solo una frase de conversación: detrás de las temperaturas extremas hay consecuencias concretas sobre la salud, especialmente en los sectores más vulnerables.
Así lo explica la médica e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Susana Vanoni, quien integra un equipo interdisciplinario que desde hace años estudia cómo el clima extremo transforma la vida cotidiana en barrios de la ciudad de Córdoba.
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Hace más de un año participamos en la difusión del trabajo conocido como “Termometrada”, que permitió mapear el calor en la ciudad de Córdoba y pensar acciones concretas de prevención. Usted integra el equipo que impulsó estas investigaciones. ¿De qué trata el proyecto que usted dirige?
El proyecto se denomina, en forma resumida, “Impacto del cambio climático en la salud”. Venimos trabajando de manera interdisciplinaria con equipos de las Facultades de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de Ciencias Sociales, principalmente en el territorio de Pueblo Alberdi, entre los años 2020 y 2022.
¿Cómo se integró la dimensión de la salud a ese trabajo previo?
Desde Exactas y Sociales ya se estudiaban las condiciones ambientales y la vulnerabilidad social, pero no se había incorporado el impacto del cambio climático sobre la salud. Desde la Facultad de Ciencias Médicas, junto con la doctora Ingrid Struber, decidimos sumar ese enfoque y comenzar a evaluar en territorio los efectos del clima sobre las personas.
¿Qué aspectos concretos evaluaron en el territorio?
En un primer momento analizamos situaciones vinculadas a inundaciones y, desde hace dos años, nos enfocamos en el calor. Evaluamos cómo afectan las olas de calor a la vida cotidiana, la salud y las posibilidades reales de las personas de protegerse, especialmente en barrios como Villa Páez, Marechal y Alberdi, cercanos al río Suquía.
¿Cómo es la relación entre la universidad y las comunidades donde trabajan?
Es una relación dialógica. No se trata de que la universidad vaya a enseñar de manera unilateral, sino de escuchar, comprender y valorar las necesidades reales de la comunidad. Las comunidades suelen ser muy receptivas porque sienten que pueden aportar desde su experiencia cotidiana y mejorar las estrategias de intervención.
El equipo está integrado por profesionales de disciplinas muy distintas. ¿Cómo lograron articular ese trabajo interdisciplinario?
Fundamentalmente por la voluntad de las personas. Cuando el objetivo común es el bienestar de la comunidad, es mucho más fácil que médicos, ingenieros y trabajadores sociales se entiendan. Si se deja de lado el interés personal y se pone el foco en la comunidad, el trabajo fluye.
El año pasado vimos el mapa de calor de la ciudad de Córdoba y quedó la pregunta sobre qué acciones concretas podían implementarse. ¿Qué paso más dieron este año?
Este año realizamos una actividad de transferencia en territorio. Trabajamos con la comunidad y con una institución de rescate para simular una ola de calor, con el objetivo de empoderar a las personas, que puedan reconocer los riesgos y saber cómo actuar y cuándo buscar ayuda.
En ese marco surge la idea de las zonas de protección frente al calor. ¿De qué se trata?
Se trata de crear espacios climatizados para que las personas puedan protegerse durante los períodos de calor extremo. En Córdoba se los denomina ACCESO, que significa Área Climatizada con Energía Sostenible.
¿Qué características tienen estos espacios ACCESO?
No los llamamos refugios, sino espacios climatizados. Deben contar con agua potable, sanitarios, eventualmente conexión a internet y energía sostenible. La idea es que las personas puedan permanecer allí un tiempo, especialmente en las horas de mayor calor, y aliviar los efectos del clima extremo.
¿Cómo se implementaron en la experiencia piloto?
En la simulación utilizamos carpas provistas por la municipalidad, con sillas, agua y baños químicos. Instalamos tres puntos: en el Parque de las Energías, en el centro vecinal de Villa Páez y en el predio de la vieja usina de Villa Páez. Fue una forma de materializar la idea y que la comunidad pudiera experimentarla.
¿Quién define dónde deben ubicarse estos espacios de manera permanente?
Eso debe definirlo la propia comunidad, en conjunto con el Estado municipal. La universidad identifica la necesidad y transmite la propuesta, pero son las autoridades y los vecinos quienes deben decidir el lugar, la logística y el funcionamiento.
Estamos entrando en una etapa de altas temperaturas. ¿Por qué es importante que una persona recurra a una zona de confort climático?
Porque el calor puede tener efectos graves sobre la salud, especialmente en personas con mayor riesgo. La edad es un factor, pero también vivir solo, tener viviendas con malas condiciones estructurales, sufrir cortes frecuentes de energía o padecer enfermedades crónicas.
En su relevamiento, ¿qué detectaron sobre las condiciones de vida en estos barrios?
En la zona de Pueblo Alberdi, solo un 20% de las personas dijo no sufrir cortes de luz en verano. En muchos casos los cortes superaban las cuatro horas, lo que impide cualquier forma de refrigeración domiciliaria.
¿Cuándo se considera que existe una ola de calor?
Se define como tres o más días consecutivos con temperaturas máximas y mínimas superiores a lo habitual para la época y la región, sin descenso nocturno. Es el Servicio Meteorológico el que establece estas alertas, según cada zona.
¿Qué síntomas deben alertar a una persona?
La elevación de la temperatura corporal por encima de los 38 grados, cefaleas, fatiga extrema, náuseas, vómitos, zarpullidos en la piel y la imposibilidad de continuar con las actividades habituales. En los casos más graves puede producirse un golpe de calor, que es potencialmente mortal.
¿Qué grupos tienen mayor riesgo frente al calor extremo?
Los niños y niñas menores de cinco años, las personas mayores de 65, quienes viven solos, quienes trabajan al aire libre, practican actividad física intensa o padecen enfermedades crónicas. También quienes no perciben adecuadamente la sensación de sed.
¿Qué medidas básicas de prevención recomienda?
Hidratarse adecuadamente, al menos un vaso de agua por hora, incluso sin sensación de sed. Puede ser útil usar alarmas en el teléfono para recordarlo. Además, evitar la exposición al sol, usar ropa clara, holgada, sombrero y protector solar.
Volviendo a los ACCESO, ¿pueden aprovecharse espacios ya existentes?
Existen espacios naturalmente climatizados como clubes, iglesias, bibliotecas o centros comerciales, pero suelen tener limitaciones de acceso y horarios. Por eso consideramos importante contar con espacios específicos destinados a este fin.
Muchas personas dicen que “siempre hizo calor”. ¿Qué responde frente a esa percepción?
El cambio climático desmiente esa idea. Los períodos de calor y de frío son cada vez más intensos y más prolongados. Esto exige procesos de adaptación que no siempre son sencillos para las personas.
En el relevamiento comunitario, ¿detectaron negacionismo frente al cambio climático?
No. La comunidad reconoce el fenómeno porque lo padece. Sin embargo, detectamos baja participación en acciones para mitigarlo, como el ahorro energético o el reciclado, lo que muestra la necesidad de seguir trabajando en concientización.
El proyecto también pone el foco en el uso de energía sostenible. ¿Por qué es importante?
Porque muchos espacios de refrigeración tradicionales tienen una huella de carbono muy alta. Para proteger a pocas personas, es posible utilizar energías renovables y reducir el impacto ambiental, algo que fue diseñado por el equipo de ingenieros.
Para cerrar, hablamos mucho del calor. ¿Las medidas frente al frío extremo son las inversas?
No exactamente. El frío tiene otros riesgos, pero la hidratación sigue siendo importante. En invierno es clave abrigarse adecuadamente, proteger extremidades y prevenir lesiones por frío. El calor, en cambio, suele subestimarse y tiene un impacto muy fuerte sobre las enfermedades crónicas.
¿Recomienda volver a hábitos como el uso del sombrero?
Sí, absolutamente. Sombrero, ropa clara y holgada, protección solar y cubrir el cuerpo son medidas fundamentales para reducir el riesgo.
Antes de despedirnos, le pedimos una recomendación de lectura. ¿Qué libro sugiere?
Recomiendo “Pensar rápido, pensar despacio”, de David Kahneman. Es un libro que analiza los errores del pensamiento y cómo influyen en nuestras decisiones cotidianas, algo muy útil tanto para la vida diaria como para la práctica médica.
Entrevista de Sergio Suppo.





