La semana después del abismo
29/09/2025 | 14:09Redacción Cadena 3
El abismo estuvo cerca, pero el lunes pasado se empezó a vislumbrar una solución, o más bien, una doble solución con consecuencias que aún están por verse. Algunas serán positivas, otras no tanto. El presidente Javier Milei decidió tomar las riendas de la campaña electoral de su partido, una movida que no estaba del todo prevista, pero que responde a una decisión estratégica: la de postular candidatos que, salvo contadas excepciones, no son figuras de peso en la política nacional. Esto lo obliga a recorrer el país con una intensidad inusitada, no solo para apuntalar su proyecto, sino para compensar la falta de reconocimiento de sus candidatos en la mayoría de los distritos.
Hay excepciones, claro. En la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert tiene cierto nivel de notoriedad, mientras que en Mendoza, el ministro de Defensa, Luis Petri, aporta su trayectoria como dirigente conocido. Sin embargo, en el resto del país, los candidatos de Milei son, en general, rostros nuevos y poco familiares para el electorado. Esto ha llevado al presidente a planificar una agenda maratónica, que lo llevará primero al sur, con paradas confirmadas en Santa Fe y probablemente en Córdoba, no solo para cerrar la campaña, sino para reforzar su presencia en el camino.
Mientras Milei se lanza a esta cruzada electoral, los mercados observan con atención. Aún resta conocer los detalles del acuerdo con Estados Unidos, un respaldo significativo del gobierno de Donald Trump que no tiene muchos precedentes. Este gesto, respaldado por el presidente Trump y su secretario del Tesoro, Scott Besen, es una señal de apoyo político y económico que podría marcar un hito, aunque su impacto concreto dependerá de la "letra chica" que aún no se ha revelado.
Sin embargo, la campaña electoral impone sus propias reglas. En este contexto, Milei opta por el pragmatismo: los cambios profundos, si los hay, quedarán para después de las elecciones. Por ahora, las decisiones tienen más de maquillaje que de transformación estructural. Es un momento de gestos calculados para sumar votos, no de reformas de fondo. Prueba de ello es el acercamiento inesperado con figuras como Mauricio Macri, con quien Milei retomó el diálogo tras haberlo criticado duramente en el pasado. Este movimiento, junto con otros intentos de tender puentes con distintos sectores, busca sacar al presidente de su soledad política. Porque, aunque Milei cuenta con un núcleo duro de apoyo que ronda el 30% del electorado, para ganar y ampliar su base necesita aliados que lo acompañen más allá de su propio partido.
A esto se suman dos dificultades adicionales que complican el panorama. En la pampa gringa, los productores agropecuarios están molestos por las retenciones, un tema que resuena con fuerza en una región clave. Por otro lado, los datos económicos no ayudan: agosto mostró un proceso recesivo, con una contracción en la actividad industrial y comercial que se refleja en la contención del gasto familiar. Los argentinos no necesitan estadísticas para sentir el impacto de esta realidad en sus bolsillos.
Con este viento en contra, Milei enfrenta la campaña desde un lugar que podríamos llamar el "purgatorio electoral". La semana pasada, pasó del infierno al paraíso, y ahora se encuentra en un terreno intermedio, donde la decisión de ir al frente con su mensaje y su figura es tanto un acto de valentía como una necesidad.
El desafío es claro: consolidar su base, sumar voluntades y sortear las dificultades económicas y políticas para evitar que el abismo, que estuvo tan cerca, vuelva a acechar. Las urnas dirán si su apuesta personal y su estrategia de campaña son suficientes para lograrlo.





