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Querida Lucía: las vacas no generan carbono

  

01/12/2025 | 11:33Redacción Cadena 3

Perspectiva Nacional

Una diputada propone crear un impuesto a los eructos de las vacas.

FOTO: Una diputada propone crear un impuesto a los eructos de las vacas.

  1. Audio. Querida Lucía: las vacas no generan carbono

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Hay debates que vuelven una y otra vez, no porque sean necesarios, sino porque ciertos sectores políticos insisten en insistir. El último ejemplo llega de la provincia de Buenos Aires, de la mano de Lucía Klug, diputada provincial de Unión por la Patria —del espacio de Juan Grabois—, quien en su despedida de la Legislatura decidió presentar un proyecto tan llamativo como desconectado de la realidad: una “tasa ambiental” al metano emitido por el ganado. Sí: el famoso “impuesto a las vacas”.

Klug, joven —27 años— y a punto de dejar su banca para que sea ocupada por el propio Grabois, propone cobrarle al productor ganadero por las emisiones de metano de vacas, cerdos, gallinas o cabras. El argumento: combatir el cambio climático y financiar la gestión de residuos sólidos urbanos. Suena noble, hasta que se lo mira dos minutos con seriedad.

Para empezar, llamar “tasa” a un tributo que no compensa ningún servicio real es apenas un intento de maquillaje. Nadie va a hacer nada con ese metano: no se lo captura, no se lo procesa, no se lo transforma. El gas seguirá exactamente donde está hoy: en la atmósfera, obedeciendo un ciclo natural que la legisladora parece desconocer. 

Además, los municipios ya cobran por la gestión de residuos; la superposición tributaria es evidente. Y como siempre, la autoridad de aplicación tendría amplias facultades para eximir o gravar discrecionalmente. Impuesto nuevo, discrecionalidad vieja.

Pero el problema central no es técnico: es conceptual. Es el eterno cipallismo local que acusa de "cipayos" a otros mientras copia, sin entender, los discursos europeos más superficiales. Esta agenda anti-ganadera —envuelta en retórica verde y veganismos de salón— es importada de países que ni siquiera han aplicado estas tasas. Dinamarca la discute, no la implementa. Europa usa este discurso como barrera para-arancelaria, para limitar la producción sudamericana y proteger a sus agricultores. Es evidente: proponen que América del Sur se dispare en el pie, mientras ellos ni cargan el arma.

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Y aquí lo más absurdo: las vacas no generan carbono nuevo. El metano que emiten —eructo, flatulencia, como se prefiera decir— viene del carbono que la vaca ingiere al comer pasto. Ese metano (CH4) sube, se oxida en la atmósfera y se transforma en CO2. Ese CO2 es capturado nuevamente por los pastos. Y la vaca vuelve a comer. Es un ciclo cerrado. La agricultura y la ganadería no agregan carbono nuevo a la atmósfera: lo reciclan. El único carbono que se suma es el que se libera al quemar gas o petróleo que estaba atrapado bajo tierra.

La ignorancia en temas ambientales no sería tan grave si no se tradujera en leyes. Pero aquí no solo se legisla sin entender: se legisla contra nuestros propios intereses productivos. Mientras varios países vecinos discuten cómo aprovechar el metano —con biodigestores, por ejemplo— para sustituir combustibles fósiles, acá proponemos castigar la actividad que podría ser parte de la solución.

El proyecto Klug expone otra cosa: cuántos diputados pasan sin pena ni gloria por las legislaturas. Klug deja su banca el 9 de diciembre, y recién ahora muchos la conocen. Su producción legislativa incluye un récord de proyectos de expropiación en favor de municipios afines. Es, en los hechos, la diputada de las expropiaciones. Y ahora suma la "TAMBA": Tasa Ambiental al Metano de Buenos Aires. Ni TAMBO, ni lógica, ni rigor técnico.

Nos quedamos con esto: la Argentina no puede darse el lujo de empobrecerse porque una legisladora quiere ser más papista que el Papa en materia ambiental. Mucho menos cuando los fundamentos están construidos sobre malentendidos científicos y una evidente desconexión con la realidad productiva de su propio país. Una política ambiental seria no se hace con ocurrencias recaudatorias, sino con tecnología, conocimiento y sentido común. Tres cosas que brillan por su ausencia en proyectos como este.

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