Autismo y pirotecnia: "Navidad fue la prueba y Año Nuevo es sobrevivir"

La Navidad acaba de pasar y llega Año Nuevo, pero para muchas familias no es tiempo de celebración sino de supervivencia. Mara Acuña y su hijo Thiago compartieron un testimonio crudo y necesario sobre cómo viven las fiestas atravesados por la condición del espectro autista, un diagnóstico que ambos comparten y que se vuelve especialmente doloroso cuando el ruido de la pirotecnia invade la noche.

“Hay toda una preparación previa, pero nunca es suficiente”, explicó Mara. A pesar de la vigencia de ordenanzas que prohíben la pirotecnia sonora y de las campañas de concientización, la realidad vuelve a repetirse cada año. “Pensábamos que este año iba a ser distinto, pero fue caótico. Nada alcanza: ni los auriculares, ni aislarnos, ni irnos de casa. El ruido nos afecta igual”, relató. Para quienes tienen hipersensibilidad auditiva, no se trata de miedo sino de dolor físico: una sobrecarga sensorial que deriva en angustia, ansiedad, autoagresiones e incluso convulsiones.

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En el caso de Thiago, la desesperación lo lleva a correr por la casa, tirarse al piso o intentar escapar buscando un lugar donde el ruido no exista. Esa reacción suma otros riesgos: cruzar la calle sin mirar, perderse en medio del caos, lastimarse. “A las 12 para nosotros se terminó todo. Ya no es una fiesta, es un calvario. A ningún padre le gusta ver sufrir así a su hijo”, expresó Mara.

La impotencia es una palabra que se repite en su relato. “Hace años que pedimos empatía, peleamos por la ley, hacemos campañas, y aun así el otro no se pone en el lugar de uno. Nos dicen que es un segundo de disfrute, pero ese segundo causa un daño enorme”, cuestionó. Por eso impulsa el lema “Más luces, menos ruido”, una consigna que busca reemplazar la pirotecnia sonora por alternativas visuales que no lastimen.

En su casa, el ritual del 31 es simple y duro: quedarse juntos, puertas cerradas, atentos a cada movimiento de Thiago para evitar accidentes. Sus hermanos, también neurodivergentes, acompañan y ayudan como pueden. “Navidad es la prueba y Año Nuevo es sobrevivir”, resumió Mara. El festejo se transforma en resistencia y cuidado.

Un año incluso Thiago se escondió adentro del lavarropa durante los estruendos generados por la pirotecnia.

El testimonio de Mara y Thiago pone en palabras una realidad que suele quedar invisibilizada. Una invitación a pensar en el otro, a entender que el disfrute no puede construirse sobre el sufrimiento ajeno. Más luces, menos ruido: una consigna sencilla para que las fiestas sean realmente para todos.

Qué es lo que pasa en la provincia

En Córdoba pese a las restricciones y campañas de concientización, la venta de pirotecnia sigue siendo muy alta en los barrios y representa un desafío para el control municipal:

En la provincia no existe una ley que prohíba de manera integral la pirotecnia sonora; solo hay ordenanzas municipales en algunos distritos. La normativa permite la pirotecnia lumínica, mientras que la sonora —como rompeportones, cohetes y petardos— tiene límites, con artefactos explosivos hasta 84 decibeles permitidos. Organizaciones como Familias CEA Córdoba presentan cada año proyectos para que se apruebe y reglamente una ley provincial, pero no logran avanzar de forma definitiva.

La Municipalidad puede prohibir la venta, aunque no puede sancionar directamente a los vecinos que tiran pirotecnia, ya que el uso no está expresamente prohibido. La regulación de su uso queda en manos del Tribunal de Faltas, lo que limita el alcance de las sanciones y el cumplimiento efectivo de las normas.

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