Schiaretti no jugó con fuego, en ningún sentido

Adrián Simioni

Juan Schiaretti siempre huye de cualquier exceso como si fuera la luz mala. Siempre. A veces hasta el aburrimiento. Ni un enojo en voz alta. Ni una ironía hiriente. Ni una chicana.

Pero hoy, particularmente, se cuidó aún más. Y es que el horno no está para bollos. Hace una semana el presidente Alberto Fernández lo acusó de jugar con fuego por mantener abiertas las aulas, aunque los informes oficiales del propio Ministerio de Educación de la Nación dicen que en la escuela los contagios son muy pocos.

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Schiaretti prefirió no responder a nada de eso. Apenas una mención para trazar un límite modesto: "Córdoba no entra en polémicas ni hace política", dijo.

Pero, sobre todo, Schiaretti fue cauto en extremo con el sector privado. La restricción para la mayoría de los sectores económicos es tirando a nula. No llega a una fase 2 soft. El filo de las prohibiciones se aplicó quirúrgicamente. Actividades religiosas, reuniones sociales y familiares y escuelas. A la economía, poco: quedan limitados los pobres diablos de siempre: gastronomía (aunque no en forma total), espectáculos, gimnasios, shoppings, turismo.

De todos modos, para las empresas privadas, que se les permita operar puertas adentro es apenas la mitad de la ecuación. La otra mitad es el consumidor. Un cliente asustado -por el virus o por la crisis económica- no es un cliente. Acá también Schiaretti aplicó restricciones blue y, por ahora, sólo por dos semanas: aunque sólo esenciales pueden usar colectivos todo el mundo puede circular de 6 a 20 desde el lunes dentro de su distrito.

El confinamiento ha salido light. Y no es casual. El sector privado está quebrando, entra a esta cuarentena en condiciones infinitamente peores que las del año pasado y se vienen dos semanas de espanto, paralelas al espanto del récord de muertos diarios. Como le dijo Marcelo Urribarren, titular de la UIC a Cadena 3: "Sabemos que no hay otra, es una situación muy compleja".

Schiaretti conoce muy bien ese estado de ánimo. Pocos gobernadores tienen tantas terminales nerviosas en el sector privado. Y por eso las restricciones salieron como salieron. Nada de jugar con fuego.