Las sandías se acomodaron, ahora faltan todos los melones
Una regulación absurda que llevaba 42 años bloqueando las exportaciones de sandías desde nuestro país.
30/10/2025 | 11:18Redacción Cadena 3
Imaginen un productor en el corazón del Chaco, en Juan José Castelli, a las puertas del Impenetrable. Se llama Walter Detzel y logró algo que parecía imposible: exportar dos camiones cargados de sandías a Uruguay. Dos camiones. Apenas la producción de dos hectáreas.
Pero detrás de esa carga hay una historia que resume lo peor del Estado argentino: una regulación absurda que llevaba 42 años bloqueando las exportaciones de sandías desde nuestro país.
Todo empezó en 1983. Algún burócrata decidió que las sandías solo podían salir embaladas de una forma específica: embolsadas o con envoltorios caros que dañaban el fruto, lo rayaban y encarecían todo. Mano de obra extra, materiales innecesarios y, peor aún, los importadores las rechazaban porque llegaban en mal estado.
¿Resultado? Cero exportaciones durante más de cuatro décadas. Nadie las compraba bajo esas condiciones, y Argentina se autoexcluía del mercado.
Walter no se resignó. Recordarán que el ministro Federico Sturzenegger lanzó una invitación pública: "Mándenme sus problemas por mail, y los resolvemos". Walter lo hizo. Envió el correo, el equipo del ministerio se puso a trabajar y descubrió la punta del iceberg: una maraña de resoluciones obsoletas, no solo para sandías, sino para decenas de productos.
Requerimientos que inventábamos nosotros mismos, no los importadores. Senasa dictando fechas exactas de cosecha. Aduana exigiendo habilitaciones de fábricas procesadoras en el país de destino. ¿Qué nos importa a nosotros qué hacen con la fruta allá? Yo vendo sandías, no controlo su cadena completa.
Eran trabas autoimpuestas, no aranceles extranjeros. El gobierno argentino frenaba a sus propios productores. De un lado del río Uruguay, un comprador uruguayo desesperado por sandías frescas; del otro, un productor chaqueño con el camión listo. En el medio, el Estado diciendo "no".
Gracias a esa denuncia, se derogaron las normas ridículas. Walter exportó. Pero el potencial es enorme: en el Chaco se sembraban 3.000 hectáreas de sandía; hoy, solo 1.000. Estamos hablando del interior del interior, una región que podría generar dólares genuinos, como agua en el desierto. Federalismo real, no discursos.
Y aquí viene lo que duele: ¿Cómo llegó esto a durar 42 años? ¿Corrupción? Tal vez algún funcionario ligado a empresas de embalajes. Pero creo que el fondo es peor: abulia, desidia, indiferencia, ignorancia, dejadez, ineptitud, holgazanería. Una maquinaria estatal diseñada para el grado cero de la acción, la vocación y la profesionalización.
Piensen: en 42 años pasaron cientos de funcionarios por esos escritorios. Puestos a dedo, enfocados en el "carguito" siguiente, no en revisar si una norma de 1983 seguía teniendo sentido. Hay gente bien intencionada, sí, pero los indiferentes ganan siempre y nadie los echa. La inercia tira para abajo. No buscan problemas; los problemas se acumulan.
Esto no es solo comercio exterior. Piensen en todas las áreas: salud, educación, infraestructura. Reglamentaciones locas que frenan todo, inventadas por nosotros contra nosotros.
Las sandías se acomodaron en el carro. Falta acomodar el resto de los melones. Hay mucho por desarmar, mucho por simplificar.





