Marcelo García: “Es importante sumar a la comunidad al monitoreo del clima”

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Usted trabaja en el CONICET y está a cargo de un equipo que ha estado haciendo un relevamiento participativo de registros y datos, lo que lo sacó del laboratorio a la calle. ¿Cómo fue esa experiencia de adoptar la ciencia ciudadana en su trabajo?

Nos dijeron que Cadena 3 es también la casa de los científicos. Generalmente, cuando preguntamos cómo se imaginan a un científico, la gente responde: con guardapolvo blanco, en un laboratorio, aislado de la sociedad y usando instrumental muy complicado. Humildemente, nuestros grupos buscan cambiar esa imagen. La ciencia es muy linda y necesitamos la contribución ciudadana. Hay un proyecto de ciencia ciudadana que monitorea aves donde la persona a cargo estimó que, para recopilar por su cuenta la información recibida de la comunidad, tendría que vivir 3.500 años. Se trata de apoyarnos en la comunidad, en sus saberes y su conocimiento, para mejorar humildemente nuestra contribución.

Hoy en día es mucho más simple que la comunidad aporte información en tiempo real desde distancias infinitas, ya que estamos más conectados. ¿Aprovecharon ustedes esta facilidad, como vimos en la termometrada de Cadena 3?

Sí, aprovechamos. En la termometrada, establecimos una ventana de tiempo para el aporte de datos y recibimos mensajes con temperaturas de toda la ciudad, la provincia y también de otras provincias que quisieron colaborar. Es fundamental que la gente aporte, porque la información que brindan es crucial, ya que están en el lugar y momento indicados.

¿Hay mucha gente que sabe más que usted sobre el estado del tiempo o el clima, basándose en la experiencia local?

Muchísima gente. Recién acabo de llegar de un monitoreo de un nuevo instrumental de casi 60.000 dólares para chequear los ríos. Nuestros ríos responden muy rápido a las crecidas. Un niño descalzo a la orilla, contando pasos entre dos marcas y usando el tiempo que tarda un tronco en pasar entre ellas (contando con "animalitos" en lugar de cronómetro), puede proveer un dato científico fundamental sobre la velocidad del agua. Si sobreestimamos la velocidad, implica que la misma cantidad de agua pasa con menos profundidad, lo que podría hacer que los puentes queden muy bajos. El lugareño, el vecino del río, también conoce mucho del río y de sus comportamientos a lo largo del tiempo, y eso es fundamental. Hace poco, un abuelo de 102 años cerca de Wenceslao Escalante nos contó la evolución de las lagunas: cuándo habían sido grandes, cuándo se habían secado y en qué periodo. Usamos imágenes satelitales, pero la información del abuelo nos ayuda a interpretar si hubo más o menos lluvia en esos años, o si cambió el tipo de agricultura. Ayudamos a la comunidad a interpretar lo que ya conocen; esa es la forma de hacer ciencia.

Nos comentaba antes de empezar que hay una diferencia de hasta 10 grados en distintas zonas de Carlos Paz. ¿Cómo surgió ese dato?

Surgió porque había una estación meteorológica que medía la temperatura, pero con eso no era suficiente. Había otros indicadores: por ejemplo, los viveros en Carlos Paz se encuentran cerca de la orilla del lago, donde hay menos heladas. La gente incorporó esa experiencia local. La costa del lago tiene menos heladas porque el viento tiene mucho espacio para correr y rompe las estratificaciones atmosféricas donde el aire frío queda abajo y el aire caliente arriba. Esto produce movimientos que evitan las heladas severas. En la zona del lago puede haber una o dos heladas en invierno, mientras que en Playas de Oro, Cuesta Blanca, Icho Cruz y San Antonio, tuvimos casi el 80% de los días con heladas en junio. La diferencia puede ser de 10 grados entre bajo cero en Cuesta Blanca (a menos de 10 km) y casi 10 grados en Carlos Paz. Hay que interpretar esto incluso para la planificación de políticas públicas, como la instalación de gas natural, priorizando los lugares más fríos. 

Luego, extendimos el estudio a las Altas Cumbres, donde se suele suponer que hace más frío. Nuestros datos sustentan que allí se produce una inversión térmica, donde el aire más caliente queda arriba y el más frío queda abajo. Esto implica que arriba no hace tanto frío. Si pensáramos en bajar a los adultos mayores que viven en escuelas rurales en la zona alta, en realidad los estaríamos trayendo a un lugar más frío. Lo más relevante fue que cuando llegamos con estos descubrimientos, los lugareños nos decían: "Yo ya sabía eso". Nos explicaban que los animales duermen arriba en invierno porque hace menos frío. Nuestro rol en ciencia y tecnología es ayudar a la comunidad a registrar y sistematizar ese conocimiento que ya existe. Luego, podemos decirle: "Lo que ustedes dicen tiene razón y pasa por tal cosa".

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Mencionó la necesidad de implementar políticas públicas basadas en esta evidencia, como priorizar las áreas más frías para el gas natural. ¿Cómo se aplica este monitoreo con la comunidad a otros fenómenos como la lluvia? Creía que en la ciudad de Córdoba llovía parejo.

Medimos muchísimos puntos de lluvia. Antes, cuando llovía, las máquinas salían a reparar las calles de tierra en toda la ciudad, y a veces llegaban a puntos donde las calles estaban sanas porque no llueve igual en todos lados. Está completamente equivocado. La lluvia depende de celdas que pueden ser de menos de 5 km. Si queremos evaluar cómo funcionaron los desagües del centro, los datos del observatorio o del aeropuerto no sirven para saber cuánto llovió en una calle específica como Ituzaingó. La diferencia no se nota tanto en el clima (el promedio a largo plazo), pero sí cambia evento por evento. En un evento, puede llover 2 mm en un lugar y 100 mm en otro.

¿Estas "celdas" donde cae mucha agua, granizo o viento son un fenómeno nuevo atribuible al cambio climático o siempre existieron?

Siempre existieron, pero ahora están siendo más severos debido al cambio climático. En nuestras sierras, estos fenómenos de tormentas localizadas son comunes porque un frente cálido y húmedo que viene del norte choca con la sierra y con un frente frío que viene del sur. En la sierra se dan patrones únicos de tormenta, con celdas muy localizadas y alturas de nube que llegan a 20 km, lo que genera granizos mucho más grandes. Para medir el efecto de estos fenómenos, una sola estación no sirve. Las autoridades de gestión hacen un gran esfuerzo al poner 200 estaciones, pero se necesitarían 2.500 para no perdernos ninguna tormenta. Dado que es imposible mantener 2.500 estaciones, los organismos oficiales deberían tener 200 y el resto lo contribuimos nosotros.

Ustedes han trabajado en la difusión para que la gente con estaciones meteorológicas o pluviómetros en sus casas pueda conectarse y sumar sus datos. ¿Cómo puede la comunidad colaborar con este relevamiento de datos climáticos en Córdoba?

La iniciativa se llama Proyecto Matteo. La información de contacto está disponible en la página web y en redes sociales. Es fundamental que la gente entienda que, además de contribuir al proyecto, esa información también les es útil. Matteo es un homenaje a un estudiante científico que falleció, y sus siglas significan Meteorología Automática del Tiempo en Escuelas y Organismos. Hemos instalado más de 100 estaciones meteorológicas en escuelas, y los residentes también tienen las suyas. Además de la temperatura, la gente mide la lluvia con el Proyecto Matteo. También estamos midiendo, con otros grupos de San Luis, el nivel de la napa en la zona este de Córdoba. El Proyecto Matteo mide cuánta lluvia cae. Con los chicos de la escuela hacemos freatímetros (pozos) para medir el nivel de la napa. Cuando el nivel de la napa se acerca a la superficie, se complica la producción, falla la infraestructura y las viviendas, y se colmatan los pozos negros. Si la comunidad monitorea los pozos y la lluvia, genera datos que sirven para una política pública. Es importante sumar a la comunidad en el monitoreo de cosas que a ellos les sirvan. Los datos generados por la comunidad están a disposición de la gente y de los organismos de gestión.

Los investigadores del Proyecto Relámpago vinieron a Córdoba con camiones "Caza Tormentas" en 2018 y 2019, porque aquí se dan algunas de las tormentas más severas a nivel mundial. 

¿Qué tipo de fenómenos extremos se registran, considerando que, si bien no tenemos huracanes, sí se dan fuertes vientos que se llevan galpones?

En Córdoba, se generan tormentas únicas a nivel mundial. Las nubes alcanzan alturas que no se ven en otros lados. Se registró un granizo de 18 cm en Carlos Paz, que fue escaneado e impreso en 3D para su análisis. En cuanto a los vientos, puede haber tornados. Un evento interesante de ciencia ciudadana ocurrió en Wenceslao Escalante, donde la gente llamó tornado a un fenómeno por la velocidad del viento. Consulté a mis colegas de Estados Unidos, y me pidieron que fuera a territorio a ver hacia dónde habían caído los árboles. Si hubiera sido un tornado, los árboles no caerían todos para el mismo lado porque el viento rota. Los chicos de la escuela relevaron que todos los árboles habían caído del suroeste al noreste. Esto nos permitió interpretar, basándonos en los registros de radar, que se trató de una masa de aire frío que estaba en la atmósfera y bajó tan repentinamente que barrió todo a su paso.

¿Cómo se llama ese fenómeno de viento?

En inglés, se llama "bow echo". Es una masa de aire frío que, al tratar de bajar, desciende muy rápido. Hubo registros de vientos de más de 140 km/h, que volaron techos. Este pequeño acto de la comunidad (relevar la caída de los árboles) nos permitió interpretar el proceso, y al quedar las marcas en la imagen de radar, la próxima vez que se empiece a generar algo similar, ya sabemos que va a suceder, lo cual permite a la gente protegerse.

Cuando vemos noticias de lluvias torrenciales de 300 o 400 mm en pocas horas, ¿son fenómenos nuevos o lo que cambió es que ahora hay más gente en esas zonas?

Científicamente, se está demostrando que se están volviendo más frecuentes. En el último año hubo eventos de 300 mm en periodos muy cortos en Bahía Blanca, San Pedro (Provincia de Buenos Aires) y Cruz Alta. Anteriormente, teníamos registros importantes como 270 mm en Sierras Chicas (2015) y 290 mm en San Carlos Mina (1992). Antes estos eventos se daban con años de diferencia, pero ahora hemos tenido tres en un solo año. La gran pregunta es si las comunidades están preparadas para recibir 300 mm.

En eventos como los de Sierras Chicas o San Carlos Minas, el ser humano también construyó donde no debía. ¿Debemos pensar en sacar barrios enteros de donde antes había lecho de río o hay que tomar otras medidas?

Es muy difícil y mover personas tiene un costo muy importante. Debemos empezar a tomar medidas basadas en la naturaleza para reducir los escurrimientos. Esto incluye cambiar los pavimentos por algo más permeable e incorporar lagunas para retener el agua durante el evento de lluvia. Captar el agua de lluvia en los domicilios tiene un doble efecto: podemos usarla para regar y evitamos que esa agua vaya a las calles y provoque inundaciones. En eventos extremos de 300 mm, las soluciones basadas en el cambio de uso del suelo son menos notorias, aunque son importantes.

¿El trabajo en conjunto con la doctora Susana Vanoni para generar zonas de bienestar ante el calor intenso, como en Villa Páez, surgió a raíz de las inundaciones de la zona?

Empezamos a ver el impacto del cambio climático en la comunidad. Más del 90% de las personas en Villa Páez estaban preocupadas por el cambio climático porque lo sufren. Sus problemas principales son las inundaciones y las olas de calor. Empezamos con inundaciones, y aprendimos mucho de la doctora Vanoni sobre temas de salud. Trabajar con la comunidad hace que su agenda pase a ser nuestra agenda. Si bien las inundaciones eran un problema, vimos que sufrían mucho las olas de calor. Esto permitió implementar un proyecto que generó evidencia científica para políticas públicas. Nuestro sueño como científicos es generar evidencia científica junto a la comunidad para políticas públicas.

Para finalizar, ¿podría recomendarnos un libro que le haya gustado y que le gustaría que lean nuestros oyentes?

Quiero recomendar algo que fue impactante, porque muchas veces la ciencia se disocia del arte o la literatura. Tuvimos la idea de transformar dos artículos científicos (papers), que publicamos en revistas internacionales, en cuentos. Trabajamos con profesores de literatura y maestras para lograrlo. Estos cuentos están disponibles en la página web del Proyecto Matteo. Así, niños y niñas leen en la escuela, sin darse cuenta, sobre el ciclo del agua ("Águilas y las aventuras de la tierra") y cómo el cambio del uso del suelo afecta los patrones atmosféricos ("El guardián").

¿Cómo pueden encontrar esos libros en la web de Matteo?

Busquen Proyecto Matteo en la página web. Creemos que es fundamental que los datos generados por la comunidad sean compartidos. La forma en que divulgamos ciencia en el ámbito científico es a través de papers y revistas, pero la gente no lee esas cosas. Si logramos que ustedes nos den estos espacios, la gente verá sus resultados reflejados en los medios que utilizan.

Entrevista de Sergio Suppo.

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