Es argentino, hace vino en Ucrania y convirtió su bodega en símbolo de esperanza
Ricardo Fernández Núñez, oriundo de Villa María y creador de Vinos de la Luz, plantó viñedos en Odessa durante la guerra. Con arte y uvas autóctonas, llevó un mensaje de vida al mundo.
06/07/2025 | 21:28Redacción Cadena 3
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La Argentina Posible
“Yo miro las cosas desde lo poco que tenía y lo que fui sumando”, dice Ricardo Fernández Núñez. Nació en Villa María, Córdoba, pero su historia se ramificó por el mundo. Fundador del grupo Vinos de la Luz, su nombre aparece en etiquetas de bodegas de Argentina, España, Italia, Estados Unidos… y Ucrania. Sí, Ucrania: allí, en plena guerra, decidió plantar, vinificar y resistir.
Al cumplirse un año de la invasión rusa, sacó el primer vino ucraniano producido en zona de conflicto. “No me cabía ninguna duda de quién tenía la razón. Empezamos a trabajar para sacar la industria adelante”, explica. El gesto fue mucho más que simbólico. Sirvió para proteger a trabajadoras locales, para sostener familias y para demostrar que, incluso en medio del horror, la vida puede abrirse paso entre los viñedos.
Su vínculo con la vitivinicultura nace en una historia familiar atravesada por el desarraigo. “Mis abuelos gallegos y sicilianos llegaron al Valle de Uco sin nada. Como dice Cacho Castaña, lo único que tenían en el bolsillo era la dirección de un pariente”, cuenta. Fueron parte de esa oleada de inmigrantes que poblaron la frontera andina, convocados por el gobierno de Mendoza en tiempos donde las tensiones geopolíticas aún incluían a Chile como hipótesis de conflicto.
Ese linaje de esfuerzo lo llevó a estudiar Derecho, aunque pronto entendió que no podía vivir del ejercicio profesional. “Yo no sabía cobrar. Si alguien me planteaba un problema y yo sabía resolverlo, no me costaba nada hacerlo. Entonces no lo podía cobrar. Me iba a morir de hambre”, recuerda con una mezcla de humor y realismo. Así fue como, junto a un equipo, desarrolló en Argentina los primeros planes de ahorro previo.
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Con el tiempo, la caída de la Cortina de Hierro le abrió nuevas oportunidades. Ya como presidente de la Asociación Internacional de Sistemas de Ahorro, desembarcó en Europa del Este. Fundó empresas en Polonia, Hungría, República Checa y finalmente Ucrania: “Vi lo que muchos no vieron. Había mercados sin crédito, con inflación, consumo atrasado. Era el contexto ideal para esos sistemas.”
Hace 25 años volvió a sus raíces: la vitivinicultura. Fundó Vinos de la Luz con una mirada global. “No podía volver a producir solo para el mercado argentino. Había que mirar al mundo”, reflexiona. Así fue como el proyecto se expandió con bodegas en Rías Baixas, Ribera del Duero, Cigales, California… y Odessa.
En Ucrania, incluso durante la guerra, nunca bajó los brazos. Utilizó una uva autóctona, la Odessa Black, y logró que el prestigioso pintor Iván Marchuk —considerado el “Picasso de Ucrania”— le cediera los derechos de reproducción de sus obras para las etiquetas. Así nació “Big Wine, Big Art”, una colección que simboliza libertad y resiliencia. “La etiqueta más emblemática se llama Despertando. Es una mujer que se eleva. Una imagen difícil de describir, pero inolvidable.”
El vino fue un éxito. Hoy va por su cuarta cosecha: “Me ayudó mucho la experiencia argentina con el Malbec. También allá hicimos de una uva desconocida una bandera”.
Pero su compromiso fue más allá del negocio. Desde su fábrica de alimentos autocalentables en España, redireccionó la producción para ayudar a soldados y desplazados. Trabajó junto a la Cruz Roja y mantuvo las empresas abiertas aun cuando los misiles caían a pocos kilómetros: “Los productos que fabricábamos con fines humanitarios terminaron en manos de los soldados que necesitaban comer en el frente de batalla. Fue conmovedor”.
“No lo hago por publicidad, lo hacemos por convicción. Mientras haya gente poniendo el cuerpo por la libertad, nosotros tenemos que estar a la altura. Porque lo que está en juego en esta guerra no es solo Ucrania: es la libertad de todos los que creemos en vivir en democracia”, afirmó.
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Hoy, además de sus bodegas, coordina una cátedra internacional del vino en la Universidad de Odessa, aunque lamenta que los profesores no quieran viajar por razones de seguridad. “Yo entro y salgo mucho, pero no les puedo decir que estén seguros. Nadie lo está”, lamentó.
Recientemente fue distinguido con el máximo premio de la OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino), un reconocimiento histórico que por primera vez se otorga a un empresario privado. “Es como si me hubieran puesto una ficha que dice: ahora podés empezar el retiro”, dice entre risas.
Ricardo recibiendo el reconocimiento de la OIV
Antes de despedirse del programa, dejó una última perlita: “Mi vino en Ucrania… es el vino de Mirtha Legrand. De Juanita Viale. En Argentina muchos lo conocen así”.
Con Ricardo Fernández Núñez no solo abrimos una ventana a la Argentina posible. Abrimos una ventana al mundo posible.
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