El "phubbing ”: cómo el celular nos desconecta de quienes más queremos
La psicóloga Anabella Serventi explica cómo esta conducta afecta la comunicación y la autoestima en las relaciones sociales. Un llamado a la autorregulación en el uso de dispositivos móviles.
29/11/2025 | 08:17Redacción Cadena 3
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Buen día, Argentina
La escena es cotidiana: una reunión familiar, una charla de pareja, una comida con amigos. Y, en medio de ese momento compartido, un gesto automático: la mirada cae sobre el celular. Notificaciones, mensajes, redes sociales, un reel más. Ese hábito cada vez más frecuente tiene nombre y consecuencias profundas. Se llama phubbing .
La psicóloga y docente universitaria Anabella Serventi, especialista en salud mental y autora del reciente libro Construyendo una autoestima segura, explicó en Cadena 3 cómo esta conducta impacta en las relaciones, en el desarrollo emocional de los niños y en la propia percepción de nosotros mismos.
Qué es el phubbing
El término surge de la unión de “phone” (celular) y “snubbing” (despreciar). Describe el acto de ignorar a alguien presente para prestar atención al teléfono. “Es realizar un desprecio a quien tenés enfrente, porque tus ojos se van al dispositivo”, señaló Serventi.
El fenómeno se expandió al ritmo del uso intensivo de WhatsApp, redes sociales y contenido de consumo rápido. “Parece un proceso de anestesia: nos abstraemos de lo que está pasando en tiempo real”, reflexionó.
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Las consecuencias invisibles del desvío de atención
Los primeros estudios longitudinales sobre el uso de pantallas arrojan resultados llamativos: cada vez que una persona se distrae con el celular, tarda entre 10 y 25 minutos en recuperar la concentración plena. Este “limbo atencional” se acumula y deteriora el rendimiento diario.
Además, un estudio realizado con usuarios que pasaron 15 días utilizando su celular únicamente para llamadas y SMS tradicionales mostró mejoras equivalentes a “revertir 10 años de deterioro cognitivo” asociado a problemas de atención y concentración.
“Estamos estresados, ansiosos y con un acto reflejo de tocar la pantalla sin buscar nada. Ya entra dentro de las tecnoadicciones”, advirtió la especialista.
El impacto en los vínculos
El phubbing no solo afecta la calidad de la comunicación, sino que puede dañar la confianza. La otra persona puede sentir que no es importante, que su presencia no alcanza para mantener la atención. Y es un comportamiento contagioso: “Cuando uno mira el celular, automáticamente el otro hace lo mismo. Se desconectan los dos”.
Uno de los ejemplos más preocupantes aparece en la crianza: “Cuando una mamá amamanta mirando el celular en lugar de mirar a su bebé, se pierde parte fundamental del desarrollo emocional. El bebé aprende a confiar y a leer emociones mirando a los ojos”.
Autoestima y redes: la comparación permanente
Serventi también advirtió sobre el efecto del consumo excesivo de redes sociales en la autoestima: “No podemos estimarnos si no nos conocemos. Pero las redes nos distraen del registro emocional propio y nos empujan a compararnos con vidas editadas, repetitivas y ajenas”.
Según la psicóloga, el fenómeno del prosumidor —usuarios que consumen y producen contenido al mismo tiempo— termina anulando la creatividad y generando la sensación de quedar afuera.
¿Y el futuro?
Serventi planteó un problema central: los adultos de hoy no son nativos digitales y, por eso, no pueden transmitir a los niños una “ciudadanía digital” con marco ético y emocional sólido. “Los chicos están creando su propio marco moral a fuerza de prueba y error”, dijo.
A esto se suma la dependencia tecnológica en escuelas, trámites y vida cotidiana. “Muchas funciones esenciales de la sociedad hoy requieren el celular. No podés no tenerlo”.
Un llamado a la autorregulación
Pese a la complejidad del fenómeno, Serventi insiste en una salida posible: ejercitar la disciplina. “El primer sistema de regulación ya lo tenemos: la autorregulación”, remarcó.
Entre sus recomendaciones, propone:
-Una noche semanal sin pantallas, con juegos de mesa en familia.
-Actividades que fortalezcan la motricidad fina y la conversación real.
-Evitar usar el celular como calmante ante el berrinche.
-Evaluar el sentido y el momento antes de dar un dispositivo a un niño.
El phubbing, concluye la especialista, no es solo una tendencia: es un síntoma de un uso desbordado de la tecnología que ya está moldeando nuestra forma de vincularnos, de criar y hasta de pensar. La pregunta ahora es si podremos —y queremos— volver a mirar a los ojos.
Entrevista de Buen día Argentina





