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Lo extraordinario en las sesiones extraordinarias

¿Sabrá el oficialismo convertir votos prestados en poder efectivo antes de que el reloj empiece a correr en contra?

05/12/2025 | 13:07Redacción Cadena 3

Perspectiva Nacional

El Congreso se prepara para meses de debates candentes.

FOTO: El Congreso se prepara para meses de debates candentes.

  1. Audio. Lo extraordinario en las sesiones extraordinarias

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Lo extraordinario de las sesiones extraordinarias no radica solo en el mecanismo formal que habilita al Ejecutivo a convocar al Congreso fuera del período ordinario. Radica, sobre todo, en el contexto político en el que esta convocatoria ocurre. El Presidente firmará el decreto que abre el recinto hasta el 31 de diciembre y enviará, simultáneamente, dos iniciativas clave: el proyecto de reforma laboral y el presupuesto nacional. Ambos expedientes no son solo urgentes; son estratégicos.

Argentina lleva tres años sin aprobar un presupuesto. Esa anomalía —que en cualquier democracia funcional sería un cimbronazo institucional— se volvió costumbre. El gobierno apuesta ahora a revertirla, no por virtud republicana, sino porque la nueva correlación de fuerzas lo permite. Lo mismo ocurre con la reforma laboral: el oficialismo está cerca de conseguir los votos necesarios, pero todavía depende de acuerdos finos, pequeñas concesiones y una ingeniería política que no siempre mostró capacidad de ejecutar.

El contexto es excepcional porque el oficialismo también estrenará poder. Los libertarios triplican su representación en Diputados y más que duplican su presencia en el Senado. Ese salto cualitativo altera, de raíz, el funcionamiento legislativo. Hasta ahora, la gestión parlamentaria fue frágil, dependiente y errática: Juntos por el Cambio ofició de sostén durante el primer año, luego el vínculo se desmoronó, y el gobierno acumuló derrotas que terminaron en vetos presidenciales.

Ese escenario quedó atrás —al menos, aritméticamente. El bloque de Diputados, comandado por el cordobés Gabriel Bornoroni, pasa de la irrelevancia a la centralidad: 95 integrantes y el rol de primera minoría. Ese dato cambia la lógica del Congreso. La “llave” de la Cámara ya no está en la oposición tradicional, sino en la disciplina interna libertaria y en su capacidad para sumar 34 votos adicionales que le permitan alcanzar el quórum y consolidar mayorías circunstanciales. En Diputados, el número mágico es 129; llegar a él dependerá menos de la negociación transversal y más de la cohesión propia.

/Inicio Código Embebido/

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En el Senado, el cambio es similar, aunque no idéntico. El bloque de La Libertad Avanza alcanzará casi veinte miembros, una cifra que no garantiza control pero sí otorga una musculatura desconocida para una fuerza que hasta ayer era testimonial. Patricia Bullrich asumirá la jefatura del bloque, con la expectativa —o la apuesta— de imponer orden en un ámbito históricamente más negociador, pero que en los últimos meses resultó un laberinto para un oficialismo con siete u ocho manos dispersas.

Todo este reordenamiento convierte a la reforma laboral en la primera prueba relevante de poder institucional. Si Milei logra sancionarla, habrá demostrado capacidad real de conducción política, más allá del impacto mediático o del apoyo plebiscitario. Si fracasa, quedará expuesta otra dinámica que también es ley de la política: el poder se desgasta y se pierde.

Porque la ventana de oportunidad no es permanente. El gobierno tiene fuerza ahora, pero la tendrá menos dentro de un mes y aún menos en seis. La erosión es inevitable: conflictos, pérdida de capital simbólico, desgaste social y tensiones internas. La historia argentina lo confirma una y otra vez. Por eso el apuro presidencial no es capricho: es diagnóstico.

Milei necesita que diciembre, febrero y —si es necesario— marzo sean meses de cosecha legislativa: presupuesto, reforma laboral, reforma impositiva. Tres capítulos de un mismo guion: mostrar eficacia, capitalizar el impulso electoral y blindar reformas antes de que la marea baje.

No es ahora o nunca, pero es ahora o mucho menos. La política no concede eternidades, y las mayorías circunstanciales son justamente eso: circunstanciales.

Por primera vez desde que llegó al poder, Milei tiene las condiciones numéricas para gobernar desde el Congreso y no desde el decreto o la confrontación permanente. Lo extraordinario de estas extraordinarias no está en el calendario. Está en la oportunidad. ¿Sabrá el oficialismo convertir votos prestados en poder efectivo antes de que el reloj empiece a correr en contra?

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