¿La IA nos lleva a ser más tontos?
04/07/2025 | 17:17Redacción Cadena 3

La idea general no me pertenece.
Debo reconocer la autoría David Brooks, columnista de The New York Times.
Él se pregunta: ¿está la inteligencia artificial (IA) haciéndonos más tontos?
Brooks, con su habitual agudeza, nos advierte sobre la seducción de la IA: la promesa de excelencia sin esfuerzo.
Pero, como él señala, pensar bien requiere trabajo, y la IA podría estar minando esa capacidad.
Brooks retoma un estudio del MIT, liderado por Nataliya Kosmyna, que analizó cómo 54 personas escribían ensayos: unas con IA, otras con motores de búsqueda y otras solo con su cerebro.
Los resultados son reveladores.
Los ensayos con IA tenían más datos específicos, pero eran más homogéneos, y por ende menos originales.
Quienes usaron solo su mente produjeron argumentos más variados y se sentían más dueños de su trabajo.
Sorprendentemente, el 83% de los usuarios de IA apenas podían citar su propio texto, mostrando una desconexión con lo que "escribieron".
Lo más alarmante viene de los escaneos cerebrales.
Brooks destaca que quienes pensaron por sí mismos mostraron mayor conectividad neuronal, mientras que los usuarios de IA tenían hasta un 55% menos.
Conclusión de Brooks: “Pensar con intensidad fortalece la capacidad mental”, pero depender de la IA es como consumir “calorías vacías” para la mente.
Nos priva de aprender y crecer.
Brooks también observa un cambio cultural. Los estudiantes, abrumados por actividades extracurriculares, ven la IA como una solución rápida para tareas académicas.
Un estudiante citado en un artículo de The New Yorker admitió usar IA para todo, incluso para escribir mensajes personales. Brooks lamenta que, mientras en 1960 los estudiantes dedicaban 25 horas semanales a tareas, hoy son solo 15, y la IA agrava esta desconexión con el esfuerzo intelectual.
La IA no desaparecerá, pero Brooks nos desafía a elegir: ¿queremos tiempo libre o cultivar nuestra mente?
Como él dice, “si quieres tener buen juicio, tienes que leer y escribir por tu cuenta”.
Aquella pregunta inicial que nos plantea Brooks es clara: ¿estamos dispuestos a pagar el precio de pensar menos?