Francisco, el hombre humilde detrás del Papa
21/04/2025 | 13:53Redacción Cadena 3

Desde el sur de Israel, a pocos kilómetros de Gaza, este Viernes Santo se percibe un lamento que trasciende fronteras: el mundo llora la muerte de Francisco. En Jerusalén, las campanas de las iglesias católicas repican con un tono de melancolía, uniendo a fieles y líderes en un duelo que no solo es católico, sino global. La partida del Sumo Pontífice, confirmada hoy, 21 de abril de 2025, ha desatado una ola de condolencias que refleja su impacto en un mundo dividido, donde su voz resonó como un faro de esperanza y reconciliación.
Francisco no fue solo un Papa; fue un arquitecto de puentes. Desde sus días en Buenos Aires, tejió lazos entre católicos y judíos, llamando a estos últimos "hermanos mayores" en un gesto que buscaba sanar heridas históricas. Este esfuerzo, que se alinea con el espíritu del Concilio Vaticano II, marcó su pontificado como un capítulo de diálogo interreligioso. En un mundo donde las diferencias religiosas a menudo alimentan conflictos, su labor fue un recordatorio de que la fe puede unir en lugar de separar. Como alguien que ha observado de cerca estas tensiones en Tierra Santa, puedo decir que su mensaje dejó una huella profunda, aunque aún queda mucho por hacer.
Pero más allá de su rol diplomático, lo que me cautivó de Francisco fue su humanidad. Este hombre, líder de más de mil millones de católicos, nunca perdió su sencillez. Las anécdotas sobre él lavando platos son un reflejo de su esencia. Eligió vivir en un modesto apartamento en la Casa Santa Marta, rechazando los lujos del Palacio Apostólico, y prefirió un auto sencillo sobre los vehículos ostentosos. Al adoptar el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís, no solo rindió homenaje al santo de la pobreza, sino que hizo de la humildad su bandera.
Su muerte, sin embargo, no solo nos invita a mirar atrás, sino también a preguntarnos qué viene ahora. Francisco dejó un legado de reformas inconclusas, desde una mayor apertura hacia los marginados hasta cambios estructurales en la Iglesia. Nombró a la mayoría de los cardenales que elegirán a su sucesor, lo que podría inclinar la balanza hacia la continuidad de su visión. Pero el próximo cónclave será un punto de inflexión: ¿seguirá la Iglesia el rumbo progresista de Francisco o virará hacia un enfoque más conservador?
Para América Latina, su partida es un golpe especialmente duro. Francisco fue el primer Papa de la región, un símbolo de orgullo y un recordatorio de que las periferias también tienen voz. Su ausencia deja un vacío, pero también una oportunidad para que su legado inspire un cambio duradero. Mientras el mundo observa la Capilla Sixtina, esperando el humo blanco, una cosa es clara: la historia de la Iglesia se está reescribiendo, y Francisco, con su risa humilde y su fe inquebrantable, será una luz que guíe ese camino.