El Gobierno está obligado a cambiar, sin importar el resultado
01/10/2025 | 14:07Redacción Cadena 3
Más allá del resultado de las elecciones del 26 de octubre, la necesidad de un cambio profundo en la gestión del Gobierno es ineludible. La pregunta no es si debe cambiar, sino cómo y cuándo lo hará. La situación actual, marcada por traspiés políticos, económicos y electorales, exige un replanteo urgente para recuperar la iniciativa y la confianza perdida.
Hace apenas seis meses, el oficialismo parecía imbatible, con una narrativa que prometía "comerse los chicos crudos". Sin embargo, el freno de la economía, errores políticos y denuncias de corrupción erosionaron su imagen.
La derrota en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, sumada a resultados adversos en otros distritos, refleja una creciente soledad política. Esta debilidad se agrava en el Congreso, donde el Gobierno, que antes lograba victorias o al menos contenía proyectos contrarios a su agenda de restricción fiscal, ahora acumula derrotas consecutivas.
La economía, pilar fundamental de la propuesta de Milei, atraviesa turbulencias persistentes. A pesar del respaldo inédito de Estados Unidos, con promesas de ayuda para estabilizar la desconfianza financiera y la presión sobre el dólar, la inflación no cede y los mercados muestran intranquilidad.
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La divisa norteamericana operaba un 3,6% por encima del cierre del martes, a $1.450. La economista Gisela Veritier dijo a Cadena 3 que "el mercado sigue dando señales que ponen en duda la política del Gobierno".
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Las medidas adoptadas hasta ahora, de carácter financiero y coyuntural, no abordan el fondo del problema: el freno económico impacta en los ingresos y en la calidad de vida de los argentinos, justo en un momento clave de cara a las elecciones.
El intento del Gobierno de tender puentes con figuras como Mauricio Macri o los gobernadores provinciales fue infructuoso. Macri pone condiciones para acercarse, mientras que los gobernadores, tras el revés en Buenos Aires, prefieren esperar los resultados electorales antes de negociar.
Esta orfandad política obliga al oficialismo a repensar su estrategia. Si el cambio no llega antes del 26 de octubre, el mercado o un resultado electoral adverso podrían imponerlo de manera abrupta.
La gran incógnita es si Milei está preparado para liderar este cambio. ¿En qué consistirá? ¿Será un ajuste en las formas de implementar su transformación económica? ¿O implicará una reconfiguración política más amplia para recuperar aliados y fortalecer su base en el Congreso? La contundencia con la que el Gobierno esperaba arrasar en las urnas parece desvanecerse, y un resultado ajustado o desfavorable podría acelerar la urgencia de estas reformas.
El cambio es inevitable. La vía del mercado o la electoral lo impondrán, tarde o temprano. Lo que está en juego es la capacidad de Milei para adaptarse, liderar una transformación que revitalice su proyecto y recuperar la confianza de una sociedad que, por ahora, observa con escepticismo.
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