El Bocha Houriet y un emotivo homenaje a Willington: "Talleres era Daniel"

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Hoy es un día distinto, un día que se siente en la piel, en la memoria y en la historia de Talleres. Un día para recordar a un hombre que fue mucho más que un jugador: fue un símbolo, una forma de entender el fútbol. Hoy Talleres homenajea a Daniel Willington, uno de los más grandes futbolistas que dio este país.

Tuvo su paso por Vélez, donde fue gloria, donde escribió páginas inolvidables, pero Daniel era de Talleres. De Córdoba. De ese fútbol que se jugaba con elegancia y con alma.

Yo tuve la suerte de ser bendecido con su amistad. Lo conocí en la mesa del café, en la mesa del asado, en la mesa de la intimidad. Ahí era donde más se notaba su amor por los colores albiazules. Él no podía venir a la cancha porque sufría. Me decía: “No voy porque me hace mal”. Y cuando algo te hace mal porque lo sentís tanto, es porque lo amás con todo el corazón.

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Willington, uno de los más grandes jugadores que ha dado Córdoba y parte del país. Un jugador de selección, un distinto. En esos tiempos, el fútbol era espectáculo, era arte. Y Daniel tenía la pelota atada. No se despegaba de su cuerpo, era una extensión de él.

Así lo definió Gustavo Gutiérrez: "Con una técnica excelsa, hacía que la pelota siempre le perteneciera. Jugaba al pie, jugaba al espacio. Hizo goleadores a Tigre Bravo, a la Pepona, a Omar Wehbe en Vélez, el día que el Fortín salió campeón. Su andar era señorial, parecía ir en puntitas de pie. Si uno busca comparaciones, podría decirse que fue un Riquelme de aquellos tiempos. Porque hoy, un jugador así no existe. La pelota formaba parte de su cuerpo, y eso lo hacía único".

Este es nuestro humilde homenaje. Cada periodista deportivo en Córdoba, en el país, estará haciendo lo mismo: recordando a este gigante del fútbol que se nos fue hace horas y que todavía no podemos creer.

Lo vamos a extrañar. Lo vamos a sentir. Lo vamos a recordar. Los cordobeses, más allá de los colores, lo llevamos impreso en la piel.

El homenaje a Daniel Willington recorre cada cabina de transmisión, cada micrófono, cada relato. Y nos hace felices que así sea: porque es justo, porque es merecido.

Por Carlos Andrés "El Bocha" Houriet.

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