Del desperdicio al plato: la misión del Banco de Alimentos de Córdoba

En el corazón de Córdoba funciona una estructura clave contra dos problemas que crecen en paralelo: el hambre y el desperdicio de alimentos. El Banco de Alimentos de Córdoba, presidido por Alejo Ruiz Díaz, trabaja todos los días para que aquello que estaba destinado a perderse llegue a quienes más lo necesitan.

“Recuperamos alimentos por distintas razones: estacionalidad, corto vencimiento, errores de packaging. Todo lo que aún es apto para el consumo vuelve a tener destino”, explica Ruiz Díaz. Una vez que ingresan al banco, los productos son clasificados bajo estrictas normas de seguridad alimentaria, con controles que garantizan calidad y cuidado.

Actualmente, el Banco de Alimentos asiste a más de 550 organizaciones sociales de la provincia, entre comedores, merenderos, copas de leche y hogares. Los alimentos provienen del agro, de cadenas de supermercados y del mercado de abasto, donde se recuperan frutas y verduras de manera diaria: alrededor de 200 kilos por día, seleccionados uno por uno.

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Detrás de ese trabajo hay un engranaje humano fundamental. Más de 100 voluntarios participan activamente del proceso, junto a un equipo técnico que incluye nutricionistas que realizan mediciones antropométricas, especialmente en niños. “Hoy más de la mitad de los chicos menores de tres años sufren malnutrición. Eso nos obliga a pensar no solo en cantidad, sino en calidad de alimento”, señala.

La crisis económica también modificó el perfil de quienes reciben asistencia. A los niños se sumaron cada vez más adultos y personas mayores, lo que exige una alimentación equilibrada para todas las etapas de la vida. Solo en 2024, el Banco de Alimentos logró rescatar cerca de 2,5 millones de kilos de comida.

Pero el impacto va más allá del alimento. Programas como Mujeres del Banco buscan empoderar a líderes comunitarias a través de talleres de formación, administración y liderazgo. El objetivo es fortalecer a las organizaciones para que, algún día, puedan sostenerse por sí mismas.

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“El sueño es que el Banco de Alimentos no exista”, resume Ruiz Díaz. “Porque eso significaría que nadie necesita venir a buscar comida, que cada persona puede abastecerse con su propio trabajo”.

Mientras ese día llega, el Banco de Alimentos de Córdoba sigue trabajando en silencio, convencido de que rescatar comida también es construir dignidad y futuro.

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