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Cuando Síntora negaba todo y cuestionaba al juez Johnson

El  fallecido expolicía había dialogado con Miguel Clariá en 2004, un año antes de ser condenado por el asesinato del político radical. 

11/07/2025 | 14:25Redacción Cadena 3

FOTO: Oscar Síntora, en el juicio en su contra.

  1. Audio. Cuando Síntora negaba todo y cuestionaba al juez Johnson.

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El fallecido expolicía Oscar Hugo Síntora, condenado a prisión perpetua por el asesinato del exsenador radical Regino Maders el 6 de septiembre de 1991, negó siempre haber tenido relación con el hecho.

En una entrevista exclusiva con Miguel Clariá en 2004, la única que ofreció en la cárcel, un año antes de ser condenado por el crimen, Síntora incurrió en una serie de contradicciones respecto de lo que sabía sobre el caso y acusó al entonces juez que llevó la causa, Guillermo Johnson, de haberlo “coaccionado”.

En ese sentido, afirmó que solo colaboraba con el magistrado.

Aseguró que únicamente participó en una reunión de expolicías donde se habló de "ajustar" a un político, no de matar.

Los fiscales aseguraron que la pistola 9 mm que mató a Maders pertenece a Síntora, pero él sostuvo que nunca fue suya y que fue secuestrada por la policía.

Estos son los fragmentos más destacados de aquel diálogo:

 —Usted se ha declarado inocente del crimen de Maders, pero la primera pregunta que tengo que hacerle es si usted lo mató o quién lo mató.

—Soy inocente, no lo he matado.

—¿Usted sabe quién mató a Maders?

—No. Deduzco conclusiones, son deducciones (…), a base del expediente que hay, quién puede haber sido.

 —¿Deduce, pero no sabe?

—No sé.

—¿Usted estuvo cerca del lugar el 3 de septiembre de 1991?

—No, señor.

—¿Sabe de alguien que haya estado ahí?

—No, señor.

—¿Usted participó en la investigación del crimen de Maders?

—Sí, señor.

—¿Trabajó con el, por entonces, juez Guillermo Johnson?

—Sí, señor.

—¿En qué condición estaba trabajando?

—Yo estaba imputado en ese momento por una sustracción de combustible trabajada por mi cuñado. A raíz de eso, estuve detenido en la cárcel 10 días, aproximadamente 5 días en la comisaría quinta y 10 días en la cárcel de encausados. Y esto surge de mi imputación, mi supuesta imputación, de cuando estaba en la cárcel (… allí) comento a ciertos individuos que yo sabía quién había matado a Maders. No fue así.

—¿Por qué?

—Uno de ellos es un expolicía. Es un expolicía. Hernández. Creo que Hernández. No recuerdo bien el nombre porque no lo conozco o lo conocí. 

 —Usted, delante de él, en algún momento dijo saber o haber sido parte del crimen.

—No, señor. He pedido un careo con él y no me lo han permitido… 

 —Usted fue investigador de la causa cuando…

—No, yo no fui investigador. A mí, el doctor Johnson, en ese momento cuando estaba a cargo de la investigación, me coaccionó, me extorsionó. Yo quisiera tener un careo con el doctor Johnson y la señora Teresa Maders porque a mí me coaccionaron, me extorsionaron. 

 —A ver, le pido que haga una pausa. Usted mencionaba al doctor Johnson y a la señora Maders. La señora Maders es la hermana de un hombre asesinado, crimen que todavía está impune.

—Entiendo perfectamente el dolor terrible que tiene esa mujer, esa familia por completo. Yo lo entiendo, lo comprendo como ser humano, pero que no me indaguen por algo que yo no he hecho. ¿Por qué? Si a mí, el señor Johnson, me coaccionaba con la historia de que me iba a mandar a juicio, que me iba a hacer detener por la sustracción de combustible. 

—Mientras todo eso ocurría con el doctor Johnson, ¿usted trabajaba con él?

—No, señor. Yo no trabajaba para él. Yo colaboraba con el doctor Johnson. 

 —Perdóneme, ¿usted colaboraba con él?

—Sí, pero el doctor Johnson me pagaba. A mí me daba dinero, como a montones de personas. Está comprobado. Ofrecía libertad, libertad en la cárcel a quien supiera o dijera algo sobre la situación de cómo había sido la muerte de Maders. 

 —¿Usted le dio al doctor Johnson datos sobre la muerte de Maders?

—No, él me usó a mí para llegar a ciertos individuos, ciertos que están relacionados con la causa. 

 —¿Como quién?

—Los nombres, sí los tengo. Son expolicías. 

 —¿Usted dice entonces que esos expolicías estaban directamente vinculados con la causa, con la muerte de Maders?

—Hay una reunión que está en el expediente. Quiero una reunión con el señor Miguel Ángel Rubio, ya fallecido. En cuanto Miguel Ángel Rubio me ofrece, ofrece al grupo, dice: “Loco, acá hay 50 lucas para hacer cagar a un guaso”. Un político, dice. Nos miramos entre nosotros, las personas que habíamos visto. Dice: “No, está equivocado”. Yo tenía un problema en ese momento con los individuos que habían respondido a esa reunión en una oficina, en la Ruta 9, que está documentado eso. 

 —Entonces, en su presencia, ¿ofrecieron 50.000 pesos para matar a un político?

—No, señor, no a matar. En ningún momento he sabido de matar a nadie. Era ajustar, coaccionar después de… 

 —¿Cuál era la diferencia para la gente que actuaba en la policía entre matar y ajustar?

—Claro, era hacerle tener miedo, eso era lo que se hizo. Pero eso pasó, y a los 6 o 7 meses ocurre este lamentable episodio de que mataron a un senador. Pero no es que alguien haya dicho: “Sí, vamos a matar al señor Clariá, al señor Mario Pereira”. No, no se dijo nada. Se dijo de un político. Pero nunca jamás se habló de matar a nadie. Fue suficiente motivo para que nos levantáramos de esa reunión y nos fuéramos. 

 La historia de la pistola 

En otro tramo de la entrevista con Miguel Clariá, Síntora habla de la pistola con la que mataron a Maders. 

 —La pistola 9 mm que mató a Maders, de acuerdo con los peritajes de Gendarmería, ¿está en su poder desde el año 1991?

—No, señor, nunca pasó nada más. Esa pistola, han pedido informes al registro de armas, informes a la Policía de la Provincia, informes a todos lados y jamás fue de mi propiedad. Esa pistola fue de un cabo, cabo primero, de la seccional séptima, de un individuo que le pegó un tiro a un chico que había entrado en un baile. Esa pistola fue secuestrada y llevada a peritaje, secuestrada en la seccional tercera. (…) De ahí, es trasladada a la nueva seccional séptima, la recibe un oficial de policía y ese oficial de policía no sabe dónde está la pistola. 

 —Usted, en pocos días, va a estar, incluso, si le hacen decir un juramento, si sabe quién mató a Maders, ¿usted sabe o no sabe?

—Yo no sé, yo no sé quién lo mató. Si yo supiera quién lo mató, se lo diría. ¿Puedo jurar o tal? No. 

 —¿Usted sabe por qué lo querían ajustar a Maders?

—No, es que no se habló de Maders en ningún momento. 

 —Le cambio la pregunta, ¿usted sabía por qué le iban a mandar a ajustar a un político?

—No, no, nadie sabía nada. 

 —¿Usted sabe quién ofrecía los 50.000 pesos para ajustar a un político?

—No, no, disculpe, me equivoqué yo. No eran 50.000 pesos, eran 50.000 dólares.

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