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"Reforma Llaryora": lo más claro es que se achatan jubilaciones y sueldos

  

23/12/2025 | 11:12Redacción Cadena 3

Perspectiva Córdoba

Martín Llaryora llega a Casa Rosada.

FOTO: Martín Llaryora llega a Casa Rosada.

  1. Audio. "Reforma Llaryora": lo más claro es que se achatan jubilaciones y sueldos

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La reforma jubilatoria presentada por Martín Llaryora confirma una lógica conocida en la política argentina: cuando los números no cierran, se ajusta primero donde más hay y se compensa con alivios parciales para los sectores más bajos. El problema no es solo ese. El problema es cómo se hace, cuánto se ahorra realmente y cuánta incertidumbre se introduce en el sistema.

El primer dato contundente es el achatamiento de salarios y jubilaciones. Ocurre en los activos y en los pasivos, y recuerda esquemas ya aplicados en otros momentos de crisis fiscal. En términos simples: quienes están más arriba en la escala aportarán bastante más; quienes están abajo, algo menos o nada. El resultado es una reducción de las diferencias, pero no por mejora general, sino por recorte en los tramos altos.

En los empleados activos, el nuevo esquema del Fondo Complementario (FOCA) elimina el aporte fijo del 4% y lo reemplaza por una escala progresiva. Quienes cobran menos de 755 mil pesos pasarán a aportar el 2%, mientras que los salarios más altos llegarán hasta el 6% o 7%, sumados a los aportes jubilatorios habituales. En los hechos, algunos trabajadores terminarán destinando hasta el 26% de su sueldo a la Caja, un porcentaje muy superior al promedio nacional. En sectores como el judicial, con el agregado de Apross, el aporte total puede rozar el 32%.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

El Gobierno sostiene que para el 74% de los empleados activos —y el 87% de los docentes— el impacto será neutro. Es probable. Son los sectores donde predominan los salarios más bajos. Pero esa neutralidad se explica porque el peso del ajuste se concentra claramente en los sueldos más altos, profundizando el achatamiento.

En los jubilados ocurre algo similar. Se elimina el aporte solidario para unos 10 mil beneficiarios de menores ingresos, pero se incrementa fuertemente para quienes cobran más. La escala va del 5% al 20%, sin tope. El salto es brusco: un jubilado que pasa de cobrar 2 a 3 millones de pesos ve cómo su aporte sube de 100 mil a 600 mil pesos mensuales. Es un recorte significativo del ingreso disponible.

Frente a esto, el Gobierno introduce la contracara política del ajuste: un adicional no remunerativo para unos 52 mil jubilados que cobran menos de 1,3 millones de pesos, con el objetivo de acercarlos al 82% del salario bruto. La fórmula histórica no se toca, pero el refuerzo llega por afuera, como complemento. El problema es que ese complemento es difícil de calcular, depende de cada historia previsional y, sobre todo, queda atado a decisiones futuras del Ejecutivo.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Ahí aparece el punto más delicado de la reforma: la discrecionalidad. La ley deja amplios márgenes para que el gobernador defina montos y porcentajes por decreto. Ese adicional puede ajustarse, modificarse o licuarse con la inflación si queda fijo en pesos. El sistema se vuelve más enmarañado, menos previsible y más dependiente del “caso por caso”.

Todo esto ocurre en nombre de un objetivo fiscal que tampoco termina de cerrar. El propio Gobierno estimó un déficit de la Caja superior a los 800 mil millones de pesos. Las proyecciones más optimistas hablan de un ahorro cercano a los 150 mil millones. Aun así, quedarían más de 650 mil millones que deberán cubrirse con recursos generales de la Provincia, es decir, con impuestos que pagan todos los cordobeses.

La reforma combina ajuste fuerte en la parte alta de la pirámide, alivios parciales en la base y una arquitectura legal que habilita cambios permanentes. Un esquema que busca oxígeno fiscal inmediato, pero que deja abiertas demasiadas preguntas sobre previsibilidad, equidad y sustentabilidad a largo plazo.

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