¿Por qué el mercado desconfía de Milei?
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07/07/2025 | 07:45Redacción Cadena 3 Rosario
La situación de la Argentina en los mercados internacionales es tan delicada que Morgan Stanley Capital Investment la clasifica en una categoría crítica, comparable con la de Ucrania o la Autoridad Palestina. No se trata sólo del presente: la pesada mochila de los diez defaults que arrastra el país sigue condicionando su reputación. Aunque Javier Milei no sea responsable de ese pasado, lo hereda y debe lidiar con sus consecuencias. Y revertir esa imagen, incluso con voluntad y determinación, no es tarea sencilla.
Pero no todo se explica por la historia. Hay aspectos propios del programa económico actual que generan ruido. Muchos inversores reconocen las intenciones del presidente, pero cuestionan la viabilidad del plan. Particularmente, la velocidad con la que se busca bajar la inflación preocupa.
Algunos actores del mercado consideran que una estrategia más gradual permitiría evitar tensiones con las provincias y tejer alianzas políticas que garanticen gobernabilidad en un Congreso fragmentado.
Otro punto de tensión es el déficit de cuenta corriente. Las importaciones se incrementan y, con la flexibilización del cepo, muchos argentinos aprovechan para sacar sus ahorros del país. No es un dato menor: la falta de previsibilidad y un horizonte incierto alimentan esa fuga. Sin certezas, los dólares no sólo no llegan, sino que se van, y ese círculo vicioso se vuelve difícil de frenar.
La sostenibilidad del plan económico también depende, en buena medida, del humor social. El “votante medio” —ese trabajador formal del sector privado— empieza a sentir que el alivio inicial puede diluirse si su salario no se recupera y la inflación baja a costa de mayor recesión. El riesgo de una fatiga social es real, y podría erosionar el consenso que hoy aún sostiene al gobierno.
Por todo esto, muchos inversores eligen mirar de lejos. Prefieren bonos en dólares con legislación extranjera antes que apostar por instrumentos en pesos. No descreen del rumbo, pero sí de su capacidad de ejecución. La paradoja es clara: el gobierno más pro-mercado de las últimas décadas enfrenta la desconfianza de ese mismo mercado. Y reconstruir la confianza perdida puede ser, quizás, su desafío más complejo.




