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El Estado terceriza funciones… a otros Estados

   

21/07/2025 | 14:34Redacción Cadena 3

FOTO: El Estado terceriza funciones a otros Estados.

  1. Audio. El Estado terceriza funciones… a otros Estados

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El Boletín Oficial trae una novedad que no pasa desapercibida: Argentina otorgará visas de turismo o negocios a ciudadanos chinos y dominicanos que ya cuenten con una visa aprobada por Estados Unidos. En pocas palabras, estamos tercerizando el proceso de evaluación. 

Si el Tío Sam ya dio el visto bueno para que un chino visite el Gran Cañón o un dominicano cruce sus fronteras, Argentina dice: "Vení, conocé las Cataratas del Iguazú o el Cerro Catedral, ya está, confiamos". ¿Por qué? Porque el sistema de consulados estadounidenses es robusto, eficiente y, admitámoslo, hace el "lado duro" del trabajo que nuestro Estado, con sus limitaciones, prefiere evitar.

No es un tema menor. Evaluar a un solicitante de visa implica verificar antecedentes, solvencia económica y un sinfín de datos, un proceso que requiere recursos, tiempo y una estructura que Argentina no siempre puede garantizar con agilidad. Entonces, si un chino (de los 1.650.000 que ya tienen visa estadounidense) o un dominicano ya pasó ese filtro, ¿para qué reinventar la rueda? La lógica es simple: aprovechemos el trabajo bien hecho.

Pero esta decisión no es un caso aislado. El gobierno argentino, bajo la batuta de Federico Sturzenegger en desregulación, viene aplicando esta filosofía en otros ámbitos. Por ejemplo, en importaciones. Antes, un producto de primera marca, como una computadora o un auto, debía pasar por un laberinto de verificaciones locales, aunque ya estuviera aprobado por organismos de Estados Unidos o la Unión Europea. ¿Certificaciones de seguridad eléctrica para una laptop que ya vende millones en el mundo? Absurdo. Esos controles, muchas veces, no buscaban garantizar calidad, sino bloquear importaciones para proteger intereses locales. El caso de los productos siderúrgicos es paradigmático: el Instituto Argentino de Siderurgia, dominado por productores locales, ponía trabas interminables a la competencia extranjera. Ahora, si Europa o EE.UU. ya certificaron algo, Argentina lo acepta y listo. Punto para la eficiencia.

Esta tercerización no es nueva ni exclusiva. Cuando una empresa extranjera duda de la justicia argentina por nuestra inseguridad jurídica, no es raro que elija tribunales de Nueva York, Londres o Berlín para resolver disputas. Lo mismo con las sedes legales: ¿Cuántas empresas argentinas, incluso las “nacionales” como las del grupo Petersen en la época de YPF, se radicaron en Luxemburgo o Australia para evitar riesgos locales? Hasta el Banco Central, en algún momento, coqueteó con la idea de un “consejo de notables” internacionales para generar confianza. Y, si vamos al extremo, ¿Qué es la dolarización sino la propuesta máxima de tercerizar? Dejar de emitir nuestra moneda y usar la de un país “más responsable” es, en esencia, admitir que otros hacen mejor las cosas.

¿Es esto una claudicación? No necesariamente. Es pragmatismo. Mientras nuestro Estado no logre la robustez de otros, aprovechar los sistemas que funcionan bien en el mundo no solo ahorra recursos, sino que abre puertas. Más turistas chinos en Iguazú, más dominicanos en Bariloche, más productos importados sin trámites absurdos: todo suma. Pero también es un recordatorio de que debemos trabajar para que, algún día, seamos nosotros los confiables, los que certifican, los que atraen sin necesidad de tercerizar. Hasta entonces, como dice el dicho, “que lo haga otro, si lo hace bien”.

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