Golpistas somos todos, e imperialistas también
Por Adrián Simioni.
24/01/2019 | 11:52Redacción Cadena 3
Los argumentos no institucionales sino políticos de quienes defienden a Maduro son básicamente dos. Y no sirven.
Uno, es que la oposición que ahora se rasga las vestiduras es antidemocrática, porque es la misma que hizo el fracasado golpe de Estado de 2002, protagonizado por civiles. No es fácil adjudicar eso a todos los opositores actuales. Juan Guaidó tenía 18 años en 2002.
Pero, si ese es el juego, entonces se puede bajar el ancho de espadas sobre la mesa para eternizar el juego de las equivalencias: Hugo Chávez y muchos de los actuales maduristas también intentaron un golpe de Estado en 1992, pero de carácter militar, no civil.
Otro argumento es conspirativo. Es que, detrás de todo, está la aspiración de Estados Unidos de controlar la mayor reserva de petróleo del mundo.
Rusia y China
Sin duda se juegan intereses estratégicos. Y los de Estados Unidos existen. Pero también existen los de China y Rusia, los dos valedores de peso que le quedan a Maduro. Buena parte de la producción petrolera venezolana de las próximas décadas ya está hipotecada a favor de China: es la garantía de las decenas de miles de millones de dólares que ese país prestó a Venezuela.
Lo mismo con Rusia, que a cambio de dinero se ha quedado, entre otras cosas, con la mitad de Citgo, la joya de la abuela que con mucho esfuerzo y antes de Chávez, Venezuela había desarrollado en Estados Unidos para poder refinar sus crudos pesados.






