Con Cristina presa, elige tu propio PJ ideal
17/06/2025 | 14:17Redacción Cadena 3
La política argentina vive horas decisivas y el Partido Justicialista (PJ), ahora principal fuerza opositora tras el ascenso de La Libertad Avanza, enfrenta un dilema clave: ¿Quién liderará el peronismo si la Corte Suprema confirma la condena a seis años de prisión de Cristina Kirchner en la causa Vialidad?
Este escenario, que podría alterar profundamente el tablero político, obliga al PJ a barajar múltiples alternativas, cada una con sus fortalezas, debilidades y resistencias internas. Como en aquellos libros de "Elige tu propia aventura", el peronismo se encuentra en una encrucijada donde cada decisión podría redefinir su futuro y su lugar en la carrera hacia 2027.
Una opción es mantener el status quo, apostando por un liderazgo de bajo perfil que preserve el legado kirchnerista sin rupturas abruptas. José Mayans, actual vicepresidente primero del Senado, podría encarnar esta vía, aunque su proyección parece limitada, más un recurso transitorio que una solución de fondo.
En cambio, un liderazgo de mayor peso recaería en Máximo Kirchner, figura central de La Cámpora y predilecto de Cristina. Su presencia en el discurso de la expresidenta frente a la sede del PJ, donde lo posicionó estratégicamente en los medios, no pasó desapercibida. Sin embargo, Máximo enfrenta un obstáculo significativo: su liderazgo es resistido fuera de La Cámpora, lo que limita su capacidad de unificar al peronismo más allá del núcleo duro kirchnerista.
Otra alternativa de peso es Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires, cuya gestión lo posiciona como un potencial sucesor natural. Su candidatura presidencial para 2027 sería casi indiscutible si logra consolidarse, pero enfrenta la oposición del ultra kirchnerismo, incluyendo a La Cámpora y figuras como Mayra Mendoza, además de otros aspirantes al liderazgo. Sergio Massa, por su parte, reaparece como una figura con experiencia y cintura política, pero su falta de carisma dentro del PJ y las resistencias que genera lo debilitan como opción unificadora.
El peronismo, fiel a su naturaleza de movimiento antes que partido, tiene la capacidad de girar hacia extremos ideológicos opuestos. Hacia la izquierda, Juan Grabois emerge como una posibilidad, respaldado por movimientos sociales y cercano al kirchnerismo, aunque su juego propio lo hace impredecible y poco confiable para algunos sectores. En el extremo opuesto, Guillermo Moreno representa un giro hacia la derecha, con un discurso ortodoxo que encuentra eco en ciertos sectores y un inesperado vínculo con la vicepresidenta Victoria Villarruel. Gildo Insfrán, con su manejo experimentado de la mesa ejecutiva del PJ, podría ofrecer una conducción más neutra, mientras que Juan Schiaretti aparece como una opción no kirchnerista que podría capitalizar un eventual ocaso del kirchnerismo, que domina el peronismo desde 2003.
Por último, no se puede descartar la irrupción de un outsider, un "tapado" que, como Javier Milei en el escenario nacional, rompa con las expectativas. El peronismo, que lleva 80 años sorprendiendo a propios y extraños, tiene un historial de reinventarse en momentos críticos. La posibilidad de un liderazgo inesperado, aunque difícil de prever, no es descabellada en un movimiento que ha hecho de la flexibilidad su mayor virtud.
La eventual prisión de Cristina Kirchner no solo pondría a prueba la resiliencia del kirchnerismo, sino que obligaría al peronismo a decidir si apuesta por la continuidad, la renovación o una ruptura radical.
Cada camino implica riesgos: aferrarse al legado de Cristina Kirchner puede alienar a sectores desencantados, mientras que un giro hacia nuevas figuras o ideas podría fracturar aún más un movimiento ya dividido. Lo cierto es que, en este juego de estrategias y ambiciones, el PJ deberá encontrar un equilibrio entre su historia y las demandas de un electorado que, como demostró Milei, está dispuesto a premiar a quienes ofrezcan algo distinto. El peronismo, una vez más, debe elegir su propia aventura.