Cómo el Alto Valle recupera chacras abandonadas y vuelve a producir con alfalfa
En Río Negro, ingenieros y productores están transformando viejas chacras frutales en campos productivos de alfalfa.
19/11/2025 | 13:00Redacción Cadena 3
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La Argentina Posible
En el Alto Valle de Río Negro está ocurriendo una transformación silenciosa y potente: donde durante décadas hubo frutales y hoy quedan chacras abandonadas, productores están recuperando la tierra y devolviéndole productividad con un cultivo histórico: la alfalfa. El cambio no solo revitaliza la economía regional sino que abre un futuro sostenible para jóvenes profesionales que apuestan por quedarse en su lugar de origen y producir.
Uno de los protagonistas de este fenómeno es Gonzalo Esquerra, ingeniero agrónomo nacido en una familia frutícola de General Roca. Hijo y nieto de chacareros, estudió en la Universidad Nacional de Córdoba y volvió a su tierra para enfrentar un desafío que parecía imposible: recuperar campos abandonados y devolverles productividad.
“La fruticultura viene pasando años complicados, y en esa transición muchas chacras quedaron en abandono. La alfalfa se convirtió en una alternativa productiva para recuperar esas tierras”, explica Esquerra.

La vuelta a un cultivo histórico
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Aunque muchos asocian la alfalfa con zonas ganaderas o tamberas, Gonzalo recuerda que este cultivo ya existía en el Alto Valle hace más de 100 años, incluso antes que los frutales.
“La alfalfa es un cultivo tradicional en la zona. De hecho, antes de plantar frutales se implantaba alfalfa. Ahora estamos volviendo a eso, como una etapa de transición productiva”, explicó.
Pero en Río Negro el desafío es distinto: llueve apenas 100 milímetros al año. Todo depende del riego por canales alimentados desde el río Neuquén. Para poder sembrar, las chacras deben nivelarse y rearmarse el sistema de riego. Ese fue el punto de partida de un nuevo modelo de negocios.

De productor a empresario de la recuperación de campos
Gonzalo comenzó con sólo dos hectáreas familiares. Para sostenerse en invierno –cuando la alfalfa no se trabaja– se dedicó al movimiento de suelos y nivelación de lotes. Con el tiempo creó una empresa que hoy presta servicios a otros productores que quieren volver a poner en marcha sus tierras.
“El valor agregado está en transformar tierras abandonadas en suelos productivos otra vez. No sólo sembramos alfalfa, recuperamos campos para que vuelvan a producir”, resume.
Además, la alfalfa tiene beneficios agronómicos: fija nitrógeno en el suelo, mejora su estructura y sirve como base para rotaciones futuras con otros cultivos como el maíz.
¿A dónde va la alfalfa del sur?
A diferencia de Córdoba y San Luis –donde cada vez más se exporta en megafardos a Medio Oriente y Asia– la producción del Alto Valle se destina al consumo regional: fardos chicos para la cordillera; alimentación animal en sistemas de cría y engorde; venta hacia la línea sur rionegrina para vacas y ovejas; apoyo a feedlots y campos de secano; un nuevo ciclo productivo.
En un contexto nacional donde la alfalfa emerge por su potencial exportador y su rol estratégico en la producción de proteína animal, lo que ocurre en el Alto Valle es una muestra más de la Argentina que busca reinventarse.
En vez de resignarse al abandono, productores como Gonzalo Esquerra eligen dar vuelta la página y volver a producir. “Recuperar tierras es recuperar futuro. Y eso se hace trabajando”, dice.
Entrevista de Fernando Genesir y Adrián Simioni





