Corvalán, abogado experto en IA: “Hoy sobra la tecnología para dictar fallos”
El codirector del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Facultad de Derecho de la UBA dijo a Cadena 3 que “los humanos no están preparados para eso”. Consideró que la herramienta mejora las argumentaciones jurídicas.
27/11/2025 | 21:02Redacción Cadena 3
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La Argentina Hoy
Históricamente, el derecho y la tecnología han estado divorciados, al punto de que un abogado involucrado en IA parece una contradicción, pues tradicionalmente la tecnología se estudiaba de forma ajena a las leyes. ¿Por qué la inteligencia artificial no es sólo una aplicación o un programa más que debemos aprender, a diferencia de otras tecnologías con las que trabajamos hace años?
Existe un gran divorcio que explica por qué a las disciplinas jurídicas les cuesta pensar en términos de tecnología, ya que tradicionalmente se estudiaban normas, principios o leyes, y la tecnología estaba ajena a eso. Hoy en día, la tecnología es sociotécnica, moldea al ser humano y no entenderla es como no entender una dinámica propia del ser humano.
Respecto a por qué la IA no es un programa más, en el mundo tecnológico existen dos grandes grupos: las tecnologías que son modo herramienta, como Excel o Word, y las tecnologías de propósito general, tan impactantes como la electricidad. La IA pertenece a este segundo grupo, pero, además, posee una característica única que ninguna otra tecnología inventada por el ser humano tiene: puede tomar decisiones. Si le doy un conjunto de datos e información, y le enseño cómo los humanos resolvían un problema, la IA puede resolverlo por sí misma e, incluso, tomar una decisión. Por ejemplo, en Netflix, la película recomendada no fue colocada allí por un humano, sino que es una decisión tomada por un algoritmo.
El humano solo crea las condiciones o parámetros, y luego la IA mezcla los datos, como si fuese una licuadora, y ofrece un resultado que quizás el humano no concibió. Esta capacidad de recombinación es la parte generativa: la IA logra entender los patrones de conocimiento humano y crea nuevas combinaciones, incluso reutilizando contenido ya existente.
El avance de la inteligencia artificial es exponencial, cambiando radicalmente incluso semana a semana. En este contexto, ¿cómo surgió la idea o necesidad de crear un laboratorio en la Universidad de Buenos Aires (UBA) para generar plataformas que apliquen al derecho y satisfagan las necesidades de jueces, fiscales y abogados?
Fui una persona muy propicia a innovar. En 2011 y 2012, habíamos creado una app llamada Trivialex, que era un "Preguntados" jurídico, y fundamos DPI Cuántico (Derecho Para Innovar). Empecé a notar el rol crucial que tendrían las plataformas digitales en la transformación jurídica. Posteriormente, desarrollamos algo que se llamó Prometea, que se hizo muy famoso y viajó por el mundo. Prometea fue el primer caso en Hispanoamérica en tener una predicción y un uso mucho antes que ChatGPT, a fines de 2016 o principios de 2017. Prometea tomaba sentencias de primera y segunda instancia, las cotejaba con bases de modelos de dictámenes, creaba el dictamen, hacía la predicción y elaboraba el modelo de respuesta. Aunque hoy ChatGPT hace cosas similares, en aquel momento era mega disruptivo. Lo usamos para el sector público y la justicia, con una prueba piloto con la Corte Interamericana y ayudando a gobiernos, como la Corte Constitucional de Colombia. Así, Prometea demostró que la innovación en el derecho se logra pensando en el producto y en el valor agregado, en lugar de solo pensar en crear un área. El valor agregado es lo que explica la necesidad de existencia y crecimiento del laboratorio bajo una lógica de startup.
¿La imagen tradicional del abogado rodeado de grandes libros de papel está por desaparecer? ¿Se acerca el fin del derecho tal como lo conocemos?
Si quiere, lo podemos ver en los términos de Blockbuster y Netflix. Llamamos "abogado Blockbuster" al abogado clásico de la máquina de escribir Olivetti, que utiliza sellos y papeles, y que se resistió a la notificación y al expediente electrónico. El "abogado Netflix" ya incorpora la IA en sus venas. En la analogía del videoclub, el fenómeno de un humano viendo una serie no cambió; lo que cambió dramáticamente fueron las formas de prestar el servicio.
Considero que es un falso dilema creer que el abogado antiguo perecerá si no se adapta. El abogado clásico tiene muchísimo valor para agregar en materia de experiencia y cultura, porque los conflictos humanos también implican relaciones de poder, empatía y contextos gremiales o económicos. Si ese abogado trae toda esa experiencia al servicio de Netflix, él va a agregar valor. Si el abogado se aggiorna, tendrá incluso más valor agregado que un joven de 25 años que tiene ocho IA que lo asisten.
La IA es un recurso que no se agota en sí mismo y es tan disruptiva por sus tres características: multipropósito, multitarea y multimodal. Es multipropósito porque puede aplicarse a cualquier industria y dar respuestas inteligentes. Es multitarea porque las tareas son casi infinitas, como hacer resúmenes o mapas mentales. Y es multimodal porque hoy se habla con la IA en cualquier formato: video, PDF, foto, imagen o audio. Hoy se puede subir un video de YouTube a ChatGPT o Gemini sin darle instrucciones (prompting), y la IA hace una síntesis con un cuadro comparativo en segundos. Esta multimodalidad extrema hace que la IA sea la tecnología más disruptiva de toda la historia humana.
Considerando que, en los juicios por jurados populares, las decisiones son tomadas por personas sin formación jurídica, ¿podría la inteligencia artificial tomar mejores decisiones que un jurado o al menos sugerir una mejor resolución al tribunal?
Es una pregunta que requiere una respuesta prima facie. La IA aprende de datos. Si se entrena una IA con deliberaciones y resoluciones de jurados, será una IA distinta a si se la entrena con las motivaciones de los jueces. El punto clave aquí es por qué algunos países optan por los jurados: el sistema valora que la persona sea juzgada por sus pares, no por cuánto derecho sepa. Esta es una cuestión filosófica básica: los pares viven el mundo, mientras que la IA no tiene la experiencia humana; no va al jardín, no tiene corazón, etc.. Por lo tanto, será muy inconveniente usar la IA para reproducir lo que hace un jurado popular, porque la IA podría basarse en lo que dicen los jurados, pero no en su íntima convicción.
Ahora, en el caso de los juicios donde la sentencia es construida por jueces, como ocurre mayormente en Argentina, la IA sí puede asistir a los jueces. Podría decirle: "Frente a estos mismos hechos y pruebas parecidas, vos en otras oportunidades construiste estos tres escenarios, y además el código te da estos límites".
La tecnología ya sobra para que hoy la IA tome una decisión o dicte un fallo completo, pero los humanos ni las instituciones no están preparadas para eso. Por eso, en esta primera etapa, la IA debe ser un asistente, no un sustituto, en la función jurisdiccional.
En la práctica, ¿para qué están utilizando la inteligencia artificial los abogados hoy en día?
Hicimos una prueba piloto empírica con 6.000 abogados, y los tres usos más grandes que encontramos son: Primero, usarla modo Google, que no es recomendable, aunque hoy la IA contesta mejor. Segundo, como asistente de redacción para ayudar a redactar documentos. Y el tercer uso es pedirle a la IA que resuma, analice y compare documentos, como PDFs o sentencias. Para mí, el mejor uso es el cualitativamente inalcanzable antes de la IA. Un abogado tiene cero posibilidades de que, al trazar argumentos para una demanda, los introduzca en varias IA y estas le hagan una subsegmentación de argumentos y contraargumentos que un estudio jurídico jamás podría hacer. La IA puede generar una matriz de 500 subargumentos y luego ponderarlos. Un uso excelente es decirle a la IA: "Actuá como el abogado de la demandada y atacame esta demanda". Esto permite a los abogados simular qué dirá la contraparte. Este uso cualitativo es el mejor porque no busca solo reducir costos o acelerar procesos, sino que aumenta la calidad del trabajo, siendo la mejor herramienta inventada para ese fin.
¿Cómo reacciona la comunidad legal ante la inteligencia artificial? ¿Encuentra una reacción conservadora o una actitud de avance?
Antes de ChatGPT (lanzado al usuario en noviembre de 2022), había una suerte de incredulidad y falta de conocimiento. Recuerdo que en 2018, al mostrar Prometea en Córdoba, la reacción era de total escepticismo: "Esto nunca va a pasar". Después de ChatGPT, la adopción ha pasado por tres etapas: 1. Miedo e incredulidad: Hubo temor de que la IA reemplazara a los humanos, y la gente se preguntaba si se quedaría sin trabajo. 2. Exploración: La gente empieza a aceptar que "esto se viene" y comienza a usar la IA, entendiendo que no es tan amenazante como parecía. 3. Fiebre de IA (etapa actual, a partir de 2025): Hay una demanda por "Dame IA ya, no sé ni para qué, pero dámela". Esto es similar a lo que ocurrió con la transición de otras tecnologías (como la electricidad o Internet), donde hay un hype, una burbuja, y luego la tecnología se estabiliza. La IA se encuentra en el intermedio de la fiebre y la burbuja.
Para finalizar, y como es tradición en el programa, ¿qué libro nos recomienda para nuestra biblioteca virtual?
Recomiendo "La singularidad está cerca" ("The singularity is near"), publicado en 2004, de Ray Kurzweil. Kurzweil es el exdirector de ingeniería de Google, quien inventó el primer sistema de IA para el habla en la década del 80 y acuñó el término "la singularidad". Además, es la persona que más ha acertado en sus predicciones sobre hacia dónde va la humanidad desde 1999. También existe una secuela, "La singularidad está aún más cerca", pero sugiero leer primero el original.
Entrevista de Sergio Suppo.






