"Santa Marta es un hotel": el cardenal Müller volvió a criticar a Francisco
Uno de los líderes del sector más conservador del Vaticano habló con El País de España sobre las medidas que tomó el pontífice argentino. Lo trató de populista y de hacer "papacentrismo".
30/04/2025 | 20:40Redacción Cadena 3
El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, de 77 años, volvió a encender la previa del cónclave que tendrá lugar en Roma el próximo 7 de mayo en una extensa nota con El País de España.
El cardenal apuntó en varias direcciones, pero la más fuerte fue la crítica a las decisiones simbólicas, como la elección de Francisco de residir en la Casa Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico. “Santa Marta es un hotel. El Palacio tiene una habitación para los papas. El próximo Papa no está ligado a estas decisiones, y todos esperamos que se normalicen estas cosas”, comentó, insinuando que un regreso a las tradiciones podría restablecer un equilibrio institucional.
Müller, quien fuera prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo Benedicto XVI y los primeros años de Francisco, no titubeó al señalar lo que considera desviaciones doctrinales, confusiones institucionales y decisiones autoritarias del fallecido papa Francisco. Sin embargo, su crítica, aseguró, no es personal, sino una respuesta a su deber como obispo y teólogo frente a las inquietudes de los fieles.
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Nacido en Maguncia y formado en la rigurosa tradición teológica alemana, encabeza el sector más conservador en el cónclave, un grupo que aboga por una corrección de rumbo tras lo que perciben como un pontificado marcado por ambigüedades.
Una crítica centrada en la claridad doctrinal
El núcleo de las objeciones de Müller al papa Francisco radica en la falta de claridad en la presentación de la doctrina. Uno de los ejemplos más recurrentes en su discurso es la controversia sobre la comunión a los divorciados vueltos a casar. “Jesús definió la indisolubilidad del matrimonio. ¿Cómo es posible, entonces, dar la comunión en algunos casos a quienes han contraído un nuevo matrimonio tras uno legítimo?”, cuestionó.
Para Müller, los documentos eclesiásticos deben interpretar las palabras del Papa a la luz del Evangelio, y no al revés, ya que la autoridad papal es formal y está subordinada a la Sagrada Escritura y la tradición apostólica.
Otro punto de fricción es la declaración Fiducia Supplicans, que permite bendiciones a parejas homosexuales. Müller criticó su preparación deficiente y las interpretaciones contradictorias que, según él, han emanado incluso del propio Francisco. “Bendecir a personas individualmente siempre ha sido posible, pero bendecir una pareja que no es un matrimonio relativiza el concepto de matrimonio y no es conforme a la moral cristiana”, sentenció.
El cardenal también expresó preocupación por lo que describe como un “papacentrismo” mediático, donde la figura del Papa parece eclipsar la misión de los obispos y párrocos.
“La gente piensa que ver la misa del Papa en televisión vale más que la de su parroquia. Esto no es correcto”, afirmó. Además, cuestionó la estrategia comunicativa que llevó adelante durante su papado Francisco, marcada por entrevistas frecuentes y mensajes diarios que, en su opinión, generan confusión. “El Papa debe reducir sus intervenciones a momentos importantes. Cristo es el centro de la Iglesia, no podemos hacer un culto a las personas”, subrayó.
¿Un Papa populista?
Müller no dudó en señalar lo que percibe como una búsqueda de popularidad en el pontificado de Francisco. Aunque reconoce los méritos del Papa en la dimensión social de la Iglesia y su autoridad moral universal, manifestada en eventos como su funeral, critica lo que llama “populismo”.
“Estar cerca del pueblo de Dios es la misión de todo pastor, pero el populismo es otra cosa”, sostuvo, refiriéndose a frases como “soy el párroco del mundo”, que Francisco utilizó en varias ocasiones. Para Müller, estas expresiones dan la impresión de que los obispos y párrocos son meros ejecutores de las palabras del Papa, una dinámica que considera contraria a la colegialidad propia de la Iglesia.
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Una Iglesia en crisis y la esperanza del cónclave
Müller no ocultó su percepción de que la Iglesia atraviesa una de las crisis más graves de su historia, una crisis que no solo afecta a la institución eclesiástica, sino a la humanidad entera. “Hay una desorientación en la metafísica, la filosofía y la religión”, afirmó, citando las tensiones globales que Francisco ha descrito como una “Tercera Guerra Mundial”. En este contexto, el cardenal insistió en que la misión de la Iglesia es guiar a las personas hacia la vida eterna, no ofrecer soluciones a todos los problemas mundanos ni ceder a las expectativas de políticos o ideólogos.
Sobre el cónclave, se mostró cauto pero esperanzado. Rechazó las visiones dramatizadas de divisiones internas, como las que retrata la película Cónclave, a la que aludió con una risa. “Es Hollywood, una fantasía”, aseveró. Sin embargo, reconoce la necesidad de un Papa que restaure la claridad doctrinal y fomente un estilo más colegial, involucrando al colegio cardenalicio en las decisiones. “En los últimos diez años no ha habido una convocatoria del colegio cardenalicio. Esto tiene que cambiar, porque el Papa no puede ser experto en todas las dimensiones de la vida”, reflexionó.
La sinodalidad y la autoridad en cuestión
Uno de los temas más controvertidos del pontificado de Francisco, la sinodalidad, también recibió críticas de Müller. Aunque el Papa ha promovido un modelo de gobierno compartido que incluye a laicos y mujeres, el cardenal advirtió contra la confusión entre el sínodo de los obispos, que considera el verdadero magisterio de la Iglesia, y asambleas más amplias que discuten problemas generales. “La Iglesia no es una democracia. El amor a la claridad no ha sido muy desarrollado en estos años”, lamentó, sugiriendo que algunas decisiones han sido percibidas como autoritarias, a pesar de la retórica sinodal.
Müller también abordó el controvertido acuerdo entre la Santa Sede y China, que ha permitido la presencia de símbolos políticos en iglesias. “No podemos adorar a los hombres”, sentenció, comparando esta situación con los primeros cristianos que se negaron a equiparar a Cristo con otros dioses en la Roma pagana.
Un futuro incierto, pero guiado por la fe
Al hablar del próximo Papa, Müller evitó especular sobre nombres o procedencias geográficas. “No depende del país. Tenemos que hablar más de Jesucristo”, proclamó. Para él, el desafío del futuro líder de la Iglesia será mantener la unidad sin ceder a las presiones ideológicas, sean de derecha o de izquierda. “La Iglesia debe ser independiente de las expectativas de los políticos y los ideólogos”, subrayó.
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