Fortunato Ramos acercó niños a la escuela con la música
El músico, poeta, recitador, escritor y maestro rural contó a Cadena 3 cómo su acordeón lo integró a los pobladores. “Junté 90 chicos de los tres que tenía en un principio”, recordó.
15/07/2015 | 07:10Redacción Cadena 3
Fortunato Ramos es un músico, poeta, recitador, escritor, maestro rural y labrador argentino que vive en la Quebrada de Humahuaca y se ha dedicado a transmitir la cultura del lugar a través de diferentes actividades.
En diálogo con Cadena 3, Ramos recordó la primera escuela en que dio clases. “Se llama Santa Ana, está ubicada a 100 kilómetros de Humahuaca para el lado del naciente, cruzando los cordones montañosos que superan los 5.000 metros de altura”, contó.
“Iba caminando y me quedaba a vivir en la escuela mientras duraba el año escolar y me acompañó mi acordeón a piano, y es lo que me permitió llegar al vecino y a los chicos”, contó.
Relató que en ese entonces tenía tres alumnos en al escuela, pese a que cada familia tenía diez o más hijos. No los enviaban a estudiar porque los usaban para el pastoreo.
Las familias se entusiasmaban con los bailesitos y las cuecas que Fortunato interpretaba, pero se puso firme y les dijo: “Yo no vuelvo más a tu casa si no me ponés a todos los changos en la escuela”.
“Junté 90 chicos de los tres que tenía en un principio”, señaló.
El artista recitó el poema “No te rías de un colla” para la audiencia de Viva la Radio:
No te rías de un colla que bajó del cerro,
que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
no te rías de un colla, si lo ves callado,
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
No sobres al colla, si un día de sol
lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;
ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,
donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.
No te rías de un colla, si al cruzar la calle
lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,
asustao el runa como asno bien chúcaro,
poncho con sombrero, debajo del brazo.
No te rías de un colla, si lo ves comiendo
su mote cocido, su carne de avío,
allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
menos si lo ves coquiando por su Pachamama.
Él bajó del cerro a vender sus cueros,
a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina;
y es tan precavido, que trajo su plata,
y hasta su comida, y no te pide nada.
No te rías de un colla que está en la frontera
pa’l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;
ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
cuando alguien se atreva a violar la Patria.
No te burles de un colla, que si vas pa’l cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa,
tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
comerás un tulpo y a cambio de nada.
No te rías de un colla que busca el silencio,
que en medio de lajas cultiva sus habas
y allá, en las alturas, en donde no hay nada,
¡así sobrevive con su Pachamama!
Entrevista de Rony Vargas.





