"La gran deuda de peronismo consigo mismo es democratizarse"

-¿Hay un peronismo republicano? ¿Qué peso creés que tiene en el justicialismo una formulación como la que sostiene Schiaretti, por ejemplo?

-Yo confío en eso. La misma idea de movimiento del peronismo es antidemocrática. En democracia hay partidos. La gran deuda que tiene el peronismo consigo mismo es democratizarse.

Yo sí creo que hay (en el peronismo) generaciones nacidas y educadas en la libertad. Y creo que hay generaciones como la mía que entendió dolorosamente lo que significa pensar en las revoluciones sociales, que sólo dejan sufrimiento y pesadillas totalitarias. Si no, miremos lo que ha pasado en Nicaragua o en Cuba. Es doloroso reconocer eso.

-¿La debilidad de las convicciones republicanas atravesó también alguna etapa del gobierno de Macri? Impactó que una de sus primeras decisiones fuera tratar de designar dos ministros de la Corte por decreto, ¿no?

-Sí, porque hablamos de lo institucional. Pero todo el tiempo estamos hablando del peronismo. Sucede que, aun cuando no gobierne el peronismo, hay una cultura política entrenada por su pragmatismo. Hoy se puede ser de izquierda y mañana de derecha. La jactancia de que (el peronismo) es una organización de poder.

Todo eso va mostrando que es una cultura impregnada de personalismo. Y si hay un líder al que van todos porque “unidos triunfaremos”; esa misma idea de personalismo, de líder, es prima hermana de cualquier autocracia. Y cualquier autocracia es prima hermana de cualquier totalitarismo.

Es una concepción de poder bastante autoritaria. Ojalá podamos seguir transitando dentro de una democracia imperfecta y no el retroceso de ir a la concepción antidemocrática de los ’70. En esa concepción la democracia es un valor burgués, sin reconocer que los derechos humanos son un valor del liberalismo, que los derechos humanos nacen de las cenizas del nazismo y que para los argentinos también nacen de lo que nos pasó con la dictadura.

Nosotros no teníamos como sociedad una idea fuete de democracia. Después del Nunca Más, el mayor consenso que nos hemos dado a nosotros mismos como sociedad, nunca más a la violencia política, necesitamos institucionalizar ese mensaje. El antídoto es la democracia.

Por eso es perturbador cuando uno escucha voces que quieren refundar la Nación con una nueva Constitución.

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