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País extravagante: un doble golpe de Estado de… jueces carapintadas

 

12/02/2025 | 14:05Redacción Cadena 3

FOTO: Poder Judicial CABA

  1. Audio. País extravagante: un doble golpe de Estado de… jueces carapintadas

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Veinticinco jueces del Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires acaban de iniciar un doble golpe de Estado. Todo normal en el país más extravagante. Nada menos que jueces se transforman en carapintadas. Y todavía nadie pidió que los destituyan, nadie les mandó los tanques.

Los 25 jueces integran la Cámara de Apelaciones, es decir la máxima instancia judicial antes del Tribunal Superior de CABA. ¿En qué consiste su rebeldía? En que, cuando sus fallos son apelados, se niegan a elevarlos al Tribunal Superior de su jurisdicción, persisten en enviarlos a la Corte Suprema de la Nación.

Es como si los camaristas cordobeses o santafesinos o mendocinos, cuando sus fallos penales, civiles, comerciales o laborales son apelados, se negaran a mandarlos al Tribunal Superior de cada provincia y los mandaran a la Corte Suprema. Porque sí. Porque a ellos se les ocurre.

Con esto, cometen tres graves violaciones al orden institucional. Primero, violan la Constitución nacional. Segundo, violan fallos de la propia Corte Suprema, que ya les ordenó en un fallo que dejen de enviarles apelaciones donde a ella no le corresponde intervenir. Es decir, se alzan contra la Corte, que la última intérprete de la Constitución y a la que cualquiera, más un juez, debe obedecer y punto. Ayer dijeron que no van a obedecer. Tercero, violan el orden federal de la Argentina, donde la justicia ordinaria es atributo de las provincias y donde la Justicia de orden nacional solo entiende en cuestiones federales.

¿Por qué razón tan importante se alzan contra la Constitución estos 25 jueces? Por dinero y por prestigio, para resguardar los intereses corporativos de ellos y de unos 500 magistrados que están por debajo de ellos, razones que disfrazan con un montón de excusas.

La cuestión es así. La Justicia argentina está dividida en dos grandes áreas. La justicia ordinaria entiende en las cuestiones cotidianas de los ciudadanos: homicidios, violencia, divorcios, quiebras, despidos laborales, etc. Y la Justicia Federal lo hace en cuestiones que involucran a entes de orden federal (una universidad nacional por ejemplo), la corrupción de un funcionario nacional, conflictos que hay entre las provincias o entre las provincias y la Nación. La justicia ordinaria, es atribución de cada provincia. La justicia federal, es cuestión del Estado nacional.

En el desastre porteñocentrista que fue la Argentina, en Capital Federal la justicia ordinaria era manejada por la Justicia Federal, porque la Capital Federal no era autónoma como lo es cada provincia. Así, era la Nación la que financiaba la justicia ordinaria. Como pasó con el agua, la luz, los colectivos o cualquier otra cosa, los habitantes del interior tenían que bancar con sus impuestos tanto a los jueces que le tramitaban su propio divorcio como a los jueces que tramitaban el divorcio de un ciudadano porteño.

En 1994 se reformó la Constitución y se le dio autonomía a Capital Federal. Se la equiparó a una provincia. Y desde entonces los porteños tendrían que empezar a arreglárselas solos –y poner la plata- para atender sus propias cuestiones: desde los bondis hasta los jueces. Y con todo ha sido difícil.

Los 500 magistrados se hicieron llamar desde entonces “jueces nacionales” (porque o eran federales ni provinciales) para proteger sus sueldos atados a la aristocracia judicial más alta (los federales) y el generoso presupuesto nacional que les pagamos todos y les permiten tener carísimos servicios sobredimensionados (archivo, biblioteca, morgue, ujieres, empleados, forénsica) en los cuales acomodar amigos y familiares. Cualquier provincia pondría los ojos allí. Y por eso se niegan a subordinarse al Tribunal Superior de CABA y quieren seguir subordinados a la Corte Suprema, aunque esta los rechace y les haya dicho: “Che, dejen de mandar sus fallos acá porque están violando la Constitución”. Y, como cualquier juez debería saber, si lo dice la Corte se obedece y punto. Pero claro, estos no son jueces, son carapintadas. Y se pintan la cara por plata y abolengo.

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